Capítulo 29.

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Tercer día que llamo a Mar y no me responde. Tercer día que no hay señales de ella hacia mí. Y no voy a preguntarle a Nare, no es momento, por lo que decido ir a su casa. Le pido a Nicolas que me lleve hacia allí y le digo que espere en el coche, a ver si está molesta conmigo y no quiere verme.

Observo la puerta de su casa unos minutos antes de animarme a tocar. Justo cuando estoy por tocar la puerta diviso a Mar doblando la esquina llegando de la mano con... ¡¿Ese es Edward?!

Con la boca abierta por la sorpresa corro detrás de un árbol y me escondo. Veo como se despiden con un beso y luego él se va. ¡¿El borde de Edward acaba de besarse con mi amiga Mar?! ¿Qué diablos?

Salgo de mi escondite antes de que ella entre a su casa y la freno. —¡HOLA!— grito asustándola.

Ella pega un salto por el susto y al ver que soy yo frunce el ceño y luego ríe. —¿Qué haces aquí, Lia?

—Bueno,— comienzo cruzándome de brazos—quizás, el por qué será que no me contestas mis llamadas.

—He cambiado el teléfono. ¿Nare no te lo ha dicho?

Con que eso… —No, ¿pero no podías mandarme un mensaje tú?

—Yo… em… he estado… algo… ocupada.

Já. La atrapé. —Hmmm… ¿con qué ocupada? — alcé mis cejas hacia ella.

Margaret se removió algo incómoda y me invitó a pasar a la casa. Le mandé un pequeño mensaje a Nicolas diciéndole que se podía ir y entré. Una vez en su habitación me miró unos segundos y luego habló.

—Conocí a alguien.

—Lo sé— digo mirándola fijamente.

—¡¿Lo sabes?! — pregunta abriendo los ojos.

—Bueno, me di cuenta. Los vi, hoy, aquí— me encogí de hombros.

—Oh.

Y ahí me contó todo. Como conoció a Eddie, dónde, cuándo. Fue la semana pasada, en el supermercado, cuando ella discutía con el empleado por un vuelto mal dado. Eddie se metió en la discusión defendiéndola a ella y luego le pidió salir. Y desde allí están juntos. Fin de la historia.

—¿Ese es el por qué no le has dado bola a tus amigas?

—Hablé con Nare el otro día, pero estaba de mal humor… Espera, ¿pasó algo entre ustedes? — pregunta como si estuviera atando cabos en su mente.

—Sí, nos peleamos. Ella… sabe lo de Zachariah y ha estado enojada conmigo desde eso.

—¿Y Zachariah que dice?

—No he hablado con él. Nare tenía toda la razón. Lo vi con otra. Y además sabe lo mío. Lo nuestro terminó— digo con tratando de sacarle importancia pero sé que mi tono de voz es de tristeza.

—¿Lo extrañas, cierto?

—Sí. Aunque no debería hacerlo, la última vez que hablamos, fue demasiado frío conmigo… Nunca se había comportado así, me reprochó el ocultarle mi pasado, algo que no es fácil de decir para mí. Pero sí, lo extraño.

Mar frunce el ceño levemente. —¿Lo quieres?

—Mucho.

—¿No te has puesto a pensar en que quizás tu...?

—No— la corto. —No estoy enamorada. 

—Agh. Qué terca eres. ¿Por qué no pierdes el miedo de una vez y le abres el corazón a una persona que te quiere?

¿Y si te robo un beso?Where stories live. Discover now