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Los días pasaron, todo estaba muy tenso en el hotel, Alec había podido escuchar conversaciones privadas de su hermano donde querían alquilar un departamento e irse con su novia lo más lejos que pudieran, Izzy había llorado en el hombro de Merliot mientras el ojiazul los espiaba. Todos estaban sufriendo por el comportamiento de sus padres.

Ese día se convirtió en gato y salió de la casa para irse caminando en techo en techo, cuando llegó a la tienda del padrastro de Clarissa, dónde Jace había conocido su novia, se sentó ahí y comenzó a pasar su lengua por su pelaje mientras disfrutaba de la melodía que Joselyn, la madre de la pelirroja, ponía cuando quería trabajar.

Miró hacia su costado y no muy lejos estaba su casa, no quería volver ahí, no quería ver a la nueva chica que vendría para ser su esposa, ya tenía los días contados, no podría sentir amor por una chica, pero no quería desobedecer a sus padres.

—Alexander baja ya del techo, hace frío.

Miró hacia abajo, Joselyn estaba ahí con los brazos cruzados y una sonrisa divertida, le hizo caso y cayó de pies a su lado para después ser alzado y colocado en sus brazos mientras rascaba su pelaje.

—Creí que nunca vendrías a trabajar pequeño.

Alec ronroneó y se acurrucó en el cuerpo de la mujer, cuando entraron a la sala fue dejado en un mostrador, vio cómo Luke acariciaba su pelaje de pasaba.

—Cuida aquí un momento, debemos buscar algo allá atrás para reponer.

Y las dos personas se alejaron hacia atrás detrás de las despensa, Alec acurrucó su cola y sus piernas bajo su cuerpo y miró con atención la tienda, solo era de reliquias antiguas acompañadas de libros que se cubrían de polvo cada día, nada divertido, pero si un desahogo de la familia.

El tintineo de la puerta abriéndose lo hizo sacar de la atención de una pelotita moviéndose, al correr la vista alzó las orejas y movió su cabeza para mirarlo mejor. Entrando a la tienda vio un joven con piel morena, su pelo tenía partes teñida y llevaba una colorida vestimenta.

—Hola minino—saludo el chico— ¿Dónde están tus dueños?

Mientras acariciaba su pelaje, el ojiazul respondió con un ronroneo.

—Mira esos ojos azules—dijo el muchacho divertido—Tú eres una persona.

Alec se corrió de su lado avergonzado, y se largo al suelo del otro lado del mostrador para volver a su cuerpo humano mientras sentía su mejillas arder, cuando se levantó y vio al chico sonrió con un poco de vergüenza.

—Buen día, siento lo de hace segundos, estoy un poco obsesionado con las caricias—dijo Alec con rapidez— ¿Se le desea algo? es mi primer día trabajando, pero sabré ayudarlo.

El muchacho sonrió y apoyó sus manos en el mostrador mientras se acercaba para mirarlo.

—Tus ojos—dijo el chico.

Alec miró a un lado al otro para después volver su vista avergonzado.

— ¿Quieres mi ojos?—preguntó Alec.

El moreno comenzó a reír.

—Claro que no, solo digo que son fascinantes.

Alec quería decir lo mismo, los ojos de Magnus eran idénticos a los de un gato, tenía la ranura y eran de una mezcla de colores hermosos, amarillos y verdes mezclándose para convertirse en su gama de colores preferidos, muy lindos.

—Gracias—susurró Alec.

Mientras el moreno se separaba y acomodaba su pelo.

—Así que ¿Cómo te llamas?— preguntó el muchacho.

El ojiazul trató de disimular para ver los rasgos de su cara y sus ojos delineados.

—A-Alexander Lightwood— tartamudeo el ojiazul— ¿Y tú?

Podía ver como el chico se acomodaba en el mostrador, esta vez apoyaba sus codos en ello y doblaba su cuerpo hacia atrás.

—Magnus Bane—respondió.

Cuando el ojiazul escuchó pasos sacó un libro y lo colocó en el mostrador, Magnus se corrió y lo miró extrañado, Alec estaba nervioso y no quería que ni Luke ni Joselyn lo vieran colorado por la presencia de ese chico.

—Este libro es un buen partido, no te aburrirás y podrás...—comenzó a decir Alec.

Magnus se acercó y susurró.

— ¿Sabes que ese libro se trata de mapas?

Alec miró la tapa y abrió los ojos sorprendido.

—Magnus Bane, te he esperado por horas—dijo Joselyn.

El ojiazul miró a la mujer y después al chico moreno que sonreía como si se hubiera divertido con la vergüenza que había pasado.

—Te he dicho que no soy puntual— dijo Magnus—además me he concentrado hablando con el nuevo personal de aquí, ya era hora de cambiar.

Magnus caminó hasta el lado de la mujer para comenzar a adentrarse al lugar sin antes darse vuelta y mirarlo.

—Un gusto conocerte, Alexander.

Y el chico desapareció, el ojiazul apoyó su mano en el mostrador y dejó escapar la respiración que estaba acumulada dentro de él.

Destinado. •Malec•Where stories live. Discover now