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Cuando pasó algunas horas Alec escuchó las voces de Jace y Clarissa, le pareció raro ya que ellos nunca sabían despertarse tan temprano, se levantó de donde estaba sentado y caminó hasta fuera de la habitación viendo como los dos estaban sacando maletas de la habitación.

— ¿Qué están haciendo?— preguntó Alec.

Viendo como Jace le miraba mientras le dedicaba una triste sonrisa.

—Es hora de que nos vayamos— dijo Jace.

—Claro que no—dijo Alec— ustedes no se van a ningún lado.

Vio cómo Robert se venía acercando, sus brazos venían detrás de su espalda y mostraba desacuerdo a lo que venía.

—Jace, Clarissa ustedes van a seguir aquí— dijo Robert— Maryse no quiere que su futuro nieto esté lejos de su familia.

La mirada de Robert fue a él.

—Alexander ayuda a tu hermano a desempacar.

Y Alec pudo ver cómo su padre se alejaba de ellos a pasos largos, miró a su hermano y a la pelirroja otra vez mientras le dedicaba una sonrisa, sus padres habían sido manipulados por él y no podía creerlo.

— ¿Qué hiciste?— preguntó Jace.

—Nada, vuelvan a la habitación y descansen— dijo Alec.

Caminó hasta la habitación de Izzy, quería ser su sostén en los momentos que estaba pasando, había estado reflexionando todas las horas que había estado despierto, se acercó a la puerta y la abrió un poco para encontrarse pañuelos usados tirados en los suelos y un vaso de agua en la mesa de luz, en la cama enrollado entre las sábanas estaba Izzy.

Alec se acercó hasta ella y se sentó en la cama para llamar su atención, cuando ella se despertó y se sentó pudo ver que había estado llorando, sus mejillas y nariz estaban coloradas.

—Izzy ¿Cómo te sientes?

—No dejes que nuestros padres te arrebaten la oportunidad de amar— dijo Izzy— no le permitas, porque estarás preso en tu soledad Alec.

El ojiazul la abrazó mientras acariciaba su cabello.

—Odio verte así ¿Qué puedo hacer para poder arreglar esto?

—Lucha conmigo para conseguir nuestra libertad— susurró Izzy— Consigamos la libertad que tiene Jace.

El ojiazul se separó mientras la miraba con tristeza.

—No puedo Izzy— dijo Alec— lucha tu, que vas bien así.

Los dos se quedaron mirando un rato, para que después Alec se parara.

—Intenta ser bueno con el nuevo— siguió Alec— no es culpa de él.

Salió de la habitación colocando sus manos en sus bolsillos y caminó hasta donde estaba la puerta, necesitaba aire de tantas complicaciones que sucedían a la casa. Se dirigió hasta el local de Luke, al llegar a la tienda entró para encontrarse con el chico moreno, el tintineo de la puerta hizo que el chico lo mirará.

—Alexander— sonrió Magnus.

Alec comenzó a ponerse nervioso mientras se acercaba al mostrador y movía sus pulgares en ello dando un pequeño sonido.

—Magnus ¿Dónde está Luke?— preguntó Alec.

Quería conversar con alguien y sacar sus frustraciones, no quería involucrar a sus hermanos.

—Acaba de salir, se han enterado de las buenas nuevas de Clarissa— dijo Magnus— ¿Sucede algo ojiazul?

Alec comenzó a negar podía volver más tarde.

—No sucede nada, vendré más enseguida a trabajar, debo arreglar unos asuntos— dijo Alec.

Para comenzar a dirigirse a la puerta.

—Espera— dijo Magnus.

Alec se detuvo y se dio vuelta para mirarlo esperando a que continuara.

—Veo que necesitas hablar—dijo Magnus— puedo oír si quieres, a este lugar casi no viene nadie y es aburrido.

El ojiazul suspiró y volvió hacia donde estaba él, quería desahogarse y era el único que estaba cerca.

— ¿Sabes que se siente saber que te queda un año para que tu vida terminé?— preguntó Alec— Mis padres me quieren juntar con una chica, que no conozco, para que sienta amor por ella.

El chico moreno asentía mientras tenía los labios fruncidos.

— ¿Y qué piensas de esto?— preguntó Magnus— ¿De lo que están haciendo tus padres?

Alec pasó su mano por su pelo ya frustrado.

—Yo no quiero desobedecer a mis padres, quiero hacer que se sientan orgullosos de mí, pero no puedo permitir que le haga lo mismo a mi hermana o rechace al niño de Clarissa.

— ¿Pero no quieres ser feliz?

El chico moreno parecía atento mientras que Alec intentaba no verlo a los ojos.

—Si, quiero ser feliz, pero no quiero que mis padres se defrauden de mí.

—A veces para ser feliz hay que dejar de hacer feliz a los demás— dijo Magnus— Alexander soy el menos indicado para decir esto, pero si ya estás cerca de los veinte busca a alguien más, alguien a quien verdad sientas amor, si crees no encontrar el amor con aquella muchacha busca a alguien más y se feliz.

Alec asintió mientras le dedicó una sonrisa.

—Tienes razón— dijo Alec— es como si estuvieras en un momento parecido.

—Lo estoy, tengo un año para encontrar a alguien— dijo Magnus— no tengo tus problemas familiares, pero con estos ojos es imposible conseguir a alguien.

—Eso es raro, si son fascinantes— dijo Alec.

Que se puso colorado cuando se dio cuenta de lo que había dicho y comenzó a reír nervioso.

—Eso es halagador— dijo Magnus.

Alec comenzó a mover sus manos nerviosas.

—Bueno, yo... Em vendré más tarde a trabajar— dijo Alec.

Para salir de la tienda y caminar con rapidez hacía la dirección de su casa sintiendo sus mejillas arder, había pasado la vergüenza de su vida.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora