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Alec.

Miró como Magnus corría en su estado animal fuera del lugar, él hizo un paso hacia adelante para comenzar a seguirle pero no pudo, les detuvieron llevándolo hacia la pared golpeando la espalda, quejándose, miró a Lidya que estaba al frente de él, sosteniendo un cuchillo cerca de su garganta, en su mirada había total molestia y detrás con confusión estaba sus padres tratando de alejarla de él y no cometiera una locura.

—Tú eres mi esposo ¿Me escuchaste? No te permito que seas homosexual, eres mío— musitó Lidya— tus padres te vendieron a mí, me perteneces.

Alec algo confundido por el comentario de la chica frunció el ceño.

— ¿Vendieron?

La gente estaban comenzando a hablar por lo bajo, sacando algunas que otras conclusiones, un espectáculo que estaba dando la rubia, está alejó el cuchillo y comenzó a asentir, parecía desquiciada.

—Tus padres me buscaron ¿Creíste que te buscaría porque eres guapo? Soy Lidya Branwell, mis padres están en lo más alto rango de millonarios, puedo tener lo que quiero...

Alec podía ver cómo Maryse trataba de hacerle callar, pero Lidya le apuntó con el cuchillo negando.

—Estaban desesperados, su obsesión por buscar una mujer ideal para ti era su objetivo, entonces me encontraron y me dieron una cantidad grande de plata, muy grande. Eres mío Alexander Lightwood.

El ojiazul comenzó a negar, se apartó de ella y comenzó a correr fuera del salón, escuchando los gritos de su familia llamándole, dejó que su parte animal saliera a la luz así poder desaparecer de ahí más rápido, trepó por los árboles y comenzó a caminar por los techos hasta llegar a unas cuadras donde sabrían que no le buscarían, bajó para ir hacia el parque, donde el anochecer solo era el único que alumbraba y volvió a su forma humana, desabotono los tres primeros botones porque se sentía asfixiado y lloró, sin poder evitarlo.

—Alexander.

No se volteó, reconocía la voz de Magnus en cualquier lugar, solo secaba sus labios sintiendo como no cesaban, se sentía un objeto por parte de su padre, un objeto que había sido vendido y el no lo sabía. Sintió como Magnus se sentaba a su lado y pasaba sus manos por su espalda para abrazarle.

—L-Lo siento— volvió a decir el moreno— si yo no me hubiera abierto con Merliot, Lidya no hubiese escuchado y esto no pasaría.

— ¿Lo escuchaste? — preguntó Alec— ¿Todo?

Sentía como el moreno hacía círculos con su dedo en la espalda, calmando sus sollozos.

—Sí, no pude irme sabiendo que todo iría a ti— confesó Magnus— siento tanto lo de tus padres y lo de Lidya, es tan cruel lo que te han hecho.

Alec se dio vuelta un poco, separándose del abrazo y quedando cara a cara con Magnus, el moreno tenía el pelo desparramado y sus ojos parecían brillar con la luz de la luna, Alec nunca había visto un ser tan lindo en su vida y el dolor de su pecho lo decía.

— ¿T-Tu enserio me quieres?

Pudo ver como Magnus levantaba su mano y le acariciaba la mejilla, haciendo que Alec tragara con dificultad y cerrará los ojos disfrutando de la caricia.

—Desde el primer día que te vi en aquella tienda supe que tú y yo estábamos destinados, mi corazón lo dice, mi mente no deja de pensarte y mi cuerpo exige estar al lado tuyo, Alexander eres lo que me ha motivado a no rendirme a buscar el amor ¿Te quiero? Mucho más que eso— susurró Magnus.

El ojiazul abriendo los ojos sonrió como un niño enamorado, sentía que todo estaría mejor a lado de Magnus.

—Es lo más cursi que he oído- dijo entre risa Alec— pero me gustó.

Tomó de la camisa del moreno y lo acerco hasta él para poder besar sus labios, aquellos labios que había besado toda la noche y aún sentía necesidad de seguir besando, pero su celular interrumpió aquello, Alec un poco avergonzado, aún sin acostumbrarse a estar así con Magnus, sacó el celular y trato de mirar hacia otro lado.

— ¿Qué?

—Soy Jace ¿Dónde estás? Te iré a buscar, terminaremos esto una vez por todas— dijo el rubio— dime dónde está, hablaremos con nuestros padres ahora.

Alec le dio las indicaciones y después corto para seguir con aquella sesiones de beso antes de ir a aquel lugar de melancolía, escuchó la bocina del auto y separándose hizo una seña a su hermano de que le esperará, se levantó y ayudó al moreno, sonriendo nervioso se acercó hasta el oído de Magnus sintiendo aquel perfume que nunca se había parado a oler y le gustaba.

—En estos días me gustaría pasar la noche contigo.

Sintió como Magnus temblaba por aquello.

— ¿Qué dices? — preguntó Alec.

Qué un poco nervioso por aquel atrevimiento se separó y miró como el moreno movía sus manos inquietas.

—Creí que nunca me lo pedirías.

Antes de irse al auto de Jace, beso una vez más los labios de aquel chico esperando volver a estar juntos.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora