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Iba acompañando a Lidya a las tiendas, quería ver vestidos de novia y comprarse ropa para comenzar a mostrar la mujer de quién era, al parecer necesitaba de él para ir a lugares de chicas.

—Lidya.

Se quejó por milésima vez, mientras llevaba unas bolsas de las compras de la chica, la veía moverse en tienda en tienda comprando todo lo que necesitaba.

—Necesito un vestido más, nuestra fiesta de compromiso no va a ser grande, pero debemos estar formales— dijo Lidya— después iremos a tu habitación y veremos si encajan mi vestimenta o deberás ir a comprar.

La chica se acercó a una vidriera donde un vestido abierto lo adornaba, sonrió encantada.

—Espérame aquí.

Y él se quedó solo viendo como ella entraba a buscar su siguiente compra, no obedeció, mirando el reflejo de la vidriera vio al frente una tienda de pijamas, en la derecha de los tres maniquí vio la de un gato con pelaje de Magnus. Quería regalarle eso a ese chico, le hacía recordar a él.

Caminó hasta la tienda a pasos largos y se acercó al escritorio del vendedor, estaba siendo un poco masoquista, Magnus le había dicho que serían amigos y él había aceptado.

—Quiero el pijama que está allá.

Señaló el pijama y sacó la tarjeta que sus padres le habían regalado a la poca edad.

—Está bien señor ¿Algo más?

La chica que también trabajaba ahí, guardo el pijama en una bolsa con la marca del negocio, después de que la tarjeta pasará y el chico le diera su recibo y su compra.

—No nada más, gracias.

Lo camufló detrás de todas las bolsas y volvió a su lugar, donde Lidya le esperaba con sus brazos cruzados y sus labios apretados.

— ¿Qué hacías?

—Le compraba un pijama a Isabelle.

Comenzó a caminar siendo seguido por la chica, quería volver a su casa y tirarse en la habitación de Isabelle hasta que tuviera que volver a su pieza y sentir a su lado una chica a la que no amaba.

—Me enteré que ella está pensando en irse de la casa.

Alec frenó mirándola confundido.

— ¿Qué dijiste?

Lidya sonrió logrando lo que quería.

—Tus hermanos se van a ir después de tu casamiento, te dejarán solo ¿Así te pagan todo lo que hiciste por ellos?

Algo dolió dentro de él, no sabía si creerle, sus hermanos no podían irse de su lado, cuando había hecho que sus padres dejarán de molestarlos.

—Mientes.

Comenzó a caminar dejando atrás a la chica, tiró todas las bolsas, excepto la de Magnus, arriba del auto y siguió caminando él solo, que se la arreglará Lidya para llegar a casa.

Pensar en que sus hermanos mudarse de la casa, sonaba como una grieta abriéndose en su pecho, nunca se habían separado, siempre bajó el mismo techo divirtiéndose juntos, ahora venía un sobrino, Isabelle podía ser libre ¿Por qué se iban?

A lo lejos, en una plaza se encontraba Simón con el chico con quién había parecido Magnus en su casa, caminó hasta ellos y los chicos, que estaban riendo mientras tomaban un helado, le prestaron atención.

—Alec— saludo Simón.

Este tragó con dificultad y le tiró la bolsa.

—Sé que es tu tiempo libre— susurró Alec— pero necesito que después le lleves esto a Magnus y digas que te lo dio un vagabundo, procura que lo tome.

Y se alejó, tenía que tomar aire y estar en un lugar solo, su pecho dolía, dolía mucho.

Destinado. •Malec•Kde žijí příběhy. Začni objevovat