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Magnus.

Estaba en su casa, sentado en su cama, con sus piernas cruzada mirando la ventana cerrada con seguro, sus ojos ardían, pero respiraba tranquilo para no dejar caer ninguna lágrima, se sentía ofendido, muy ofendido.

La casa estaba sola y agradecía que los niños que le molestaban cada vez que llegaba estuvieran en la escuela, si no le hubiera dado una charla de porque no aceptar que un compañero de trabajo te toque sin saber qué pasó antes. Traumático si lo hubiera hecho y explicado para que entendieran.

Tenía un bol de todo tipo de sabores de helados, que ganaría un gran sermón por parte de su padre cuando esté llegara, y una tonelada de pañuelos por si se le ocurría ver una película triste y dejaba a sus lágrimas descender, sabía que lo haría ya que se había tomado dos días de parte de enfermo.

El celular con la foto de Raphael sonaba cada treinta minutos, el tono de Catarina cada veinte minutos, y el de Ragnor cada diez, ni hablar del trío de la familia Herondale Carstairs, su buzón era un caos con mensajes. Pero a ninguno quería atender.

El cielo afuera estaba hermoso, azul, como los ojos de...

—Agh.

Se sentía tan estúpido por haber creído que podría conquistar a ese chico, si hasta ya se había acostado con su prometida, esa rubia que parecía conseguir todo lo que quería.

Esperaría su fin, como lo hacía Sebastián, tranquilo sin demostrar el miedo que tenía a llegar ese momento.

—Es hora de una película.

Se levantó hasta donde estaba su televisión y buscó el control, al prenderlo fue cambiando hasta llegar un canal donde estaba dando una película de romance. Significaba que lloraría hasta inundar todos los pañuelos que tenía en su cama.

Era su culpa, de haberse embobado con un chico que había imaginado en sus sueños, ojos azules, pelo azabache y un cuerpo de infiernos, era su culpa por creer que podría conquistarle y hacer que se amaran. Había pasado su niñez así con Will Herondale.

—Mentiroso— se quejó.

Una de sus partes de estar ofendido era por eso, porque Alexander le había mentido con la charla en la habitación y Magnus había jugado al coqueto a pesar de todo.

— Espero que seas feliz con esa estúpida.

La puerta fue golpeada, Magnus bajó con su bol de helado, debía ser alguno de su amigo a reprochar porque no atendía. Cuando abrió, se encontró con tres chicos, uno era Alexander que venía siendo sostenido de la oreja por una chica de miel casi morena, con un pelo idéntico a Alec y una vestimenta bien extrovertida, a su otro lado era Jace, el chico que había dejado embarazada a Clarissa.

—Hola Magnus ¿Podríamos pasar?

El moreno dirigió una vez más la mirada a Alexander, cual sus ojos estaban un poco rojos, como si acabara de llorar. Mentiroso.

—Pasa Jace, mi casa es su casa.

La chica se acercó hasta el, después de soltar a Alec y lo saludó con tanta confianza que le dejó anonadado.

—Isabelle Lightwood, hermana de este zopenco— se presentó la chica— eres bien guapo, ni le llegas a los talones de Lidya, te lo aseguro.

—Izzy— llamó Jace.

Los dos chicos entraron y Magnus como toda diva ofendida se dio vuelta antes de que Alexander pasara hacia adentro, la puerta cerrarse se escuchó un rato después.

Todos se sentaron en los sillones de la sala, Magnus trataba de no darle pista que en su habitación había una película triste, pañuelos esperándole y que el bol de helado que tenía en su mano era para calmar el sentimiento que tenía, si no que no había comida en su casa.

— ¿Se puede saber a que han venido?— preguntó Magnus— no es que no me agrade una visita, pero estoy en parte de enfermo y me gustaría estar recostado, ya que recién he salido de una fiebre.

Mentira. No quería ver a Alexander.

Pudo ver cómo Jace y esa chica Isabelle se miraban entre sí y sonreían, como si no le creyeran nada de lo que dijo, en cambio Alexander parecía estar más concentrado en sus manos que en creer o no lo que el decía.

—Bueno, la razón de porque estamos aquí, es que ya no soportamos a Alexander— habló Izzy— de cuánto siente haber hecho eso, de cuando siente haberse acostado con aquella lagartija, y que te quiere, a cada momento lo dice.

Alexander abrió los ojos sorprendido y se miraron por unos minutos.

—No es que me entrometa en esto como una mamá gallina, de todo lo que han hecho, y lo que esté zopenco ha hecho— agregó Izzy— ¿Pero me crees si te digo que hay algo que me hace creer que tú está destinado a Alec?

—Izzy— susurró Alec.

Magnus tratando de ser simpático con la muchacha y no demostrar que el tema le incomodaba.

— ¿Por qué yo estaría destinado a tu hermano?

La chica sonrió mientras se acercaba un poco, como si fuera a contar un secreto.

—Porque Alec sintió un cosquilleo al tocarte, que llegó hasta su corazón— confesó Izzy— y se que tu también.

Magnus enrojeció sintiendo el cosquilleo en su pecho de aquella corriente que había atravesado todo su cuerpo cuando Alexander lo había tocado.

— ¿Qué quieres lograr Isabelle? tu hermano tiene una prometida con quién diría tuvieron ya su primer roce y además de eso, aquí al parecer opina bien diferente a ti.

—Yo no he dicho nada— se defendió Alec.

Magnus se paró y levantó su cabeza, iban a dejar en punto todo antes de que la amistad creciera y Alec quisiera tomarlo como alguien sin cerebro o su prostituta personal.

—Entonces frente a tus hermanos, Alexander, dejaremos todo dicho y claro— musitó Magnus— no sé porque no hablas por tu cuenta, niño estúpido.

Isabelle y Jace rieron por aquello. Magnus miró el reloj, en una hora llegaría su padre y toda la gente que estaba ahí debería ya no estar en su casa.

Era hora de comenzar a hablar.

N/A: Hola polluelos ¿Qué tal?¿Cómo le va pareciendo la historia? Espero que le vaya gustando. Tengan un lindo día, agradezco que le den una oportunidad a esta historia y sigan conmigo. Los quiero. ❤ 

Destinado. •Malec•Where stories live. Discover now