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 Volvió a la oficina viendo como Lidya reía junto a su padre, quien parecía más feliz que antes, aunque la viera por donde la viera, no era algo que le gustaba y no despertaba ningún sentimiento dentro de él, era una chica común y corriente.

<<Me deben gustar las mujeres. >>

Sonrió con falsedad mientras se acercaba a ellos, la chica sonreía, pasaba su mano por su mejilla derecha tocando con delicadeza y le miraba coqueta, esperando a que hablara.

—Perdón por mi falta de respeto Lidya, espero que tengamos una buena relación—dijo Alec asqueado— ahora con su permiso debo ir a mi habitación para planificar que haremos mañana.

Se dio vuelta para comenzar a salir por la puerta tratando de parecer alguien educado y que no se vieran que no quería estar ahí.

—No.

Sorprendido se dio vuelta mirando confundido a la muchacha que había hablado y le había implantado una orden.

—Tu madre me ha contado que es una tradición, una costumbre de familia que la mujer en la relación decida antes que el hombre— dijo la chica con una sonrisa— yo no quiero que te vayas, cenaremos juntos a tus padres esta misma noche, y no recibo un no por respuesta.

<<Odio a las mujeres. >>

Alec trató de sonreír de buena manera, no mostrar que estaba comenzando a irritar esa muchacha.

—Me has tomado por sorpresa, creo que no es el mejor momento Lidya.

La chica colocó sus manos a cada lado de sus caderas mientras sonreía a la pareja adulta.

—No hay ningún mejor momento que este, Alexander.

—Esta relación va a ser una maravilla— opinó Maryse encantada— Cenaremos ahora mismo.

La mujer salió de la habitación, Alec remojó sus labios para idealizar algo y salir de ahí, aunque sabía que no podría ir a la fiesta de Magnus y eso le estaba poniendo triste.

—Iré a darme un baño—dijo Alec.

Saliendo de la oficina antes de que la chica quisiera detenerle y ordenar algo más, había escuchado de esas tradiciones en la vida de su madre, las mujeres eran quienes tenían "Los pantalones" en la relación, pero creía que su madre no iba a hacer lo mismo con él, que esa generación ya había acabado.

Se cruzó con Simón por los pasillos, lo agarró de la remera y lo tiró con él hacia su habitación, quería asegurarse de contarle el mismo lo que había dicho a su madre y que este lo aceptara o el chico debería volver a las calles, Isabelle no iba a casarse, de eso estaba seguro. Cuando llegaron a la habitación, Alec cerró la puerta y lo soltó haciendo que el chico hiciera dos pasos hacia atrás y lo mirará asustado.

— ¿Te has cruzado con alguien?

El chico parecía asustado, miraba hacia todos lados tratando de escapar si algo se ponía malo.

—No, solo a ti y a Merliot.

—No te casarás con Isabelle, desde ahora trabajarás aquí de sirviente— dijo Alec—Vivirás aquí, tendrás tu habitación, tu plata, pero trabajarás.

El chico sonrió alegre, parecía a punto de saltar hacia él para abrazarlo, pero un golpe en la ventana los sorprendió a ambos, cuando voltearon la mirada encontraron un gato junto a un murciélago que miraban con atención desde el marco de la ventana. Alec caminó hasta ellos, el gato tenía un hermoso pelaje miel, con unos ojos oros- verdosos justo como los de Magnus, acarició su pelaje sintiendo el ronroneo del gato y como trataba de juntarse más a él.

—Magnus.

Los dos animales volvieron a su cuerpo humano, el chico murciélago, un corpulento moreno con pelo corto y traje de buena tela se quedó apoyado fuera de la ventana mientras que Magnus estaba dentro de la habitación con una encantadora sonrisa y una vestimenta bien colorida.

— ¿Vamos?— preguntó.

Mientras miraba sobre su hombro a Simón.

— ¿Quién es tu amigo?— agregó.

Alec que no podía articular ninguna palabra a ver a Magnus tan bien vestido, solo hizo señas con sus manos sin saber que decir.

—S-soy Simón, el nuevo sirviente— dijo el chico.

Que de un momento a otro se convirtió en su animal interno, Alec quién suspiró cansado al acordarse que el chico no controlaba bien sus impulsos lo agarró entre sus manos por las dudas de algún peligro, Magnus también era un gato y no sabía si su impulso animal estaba bien.

—Encantado niño rata.

El acompañante de Magnus se metió por la ventana y se acercó a ellos.

—Dámelo, haré que se vuelva normal en un minuto.

Alec miró a Magnus, quién le hizo una seña de que se lo diera y este no negó, confiaba en Magnus, paso a Simón a las manos del chico y lo vio alejarse hasta la cama,

— ¿Entonces vas a ir?— preguntó Magnus.

Alec negó mientras bajaba la mirada, no podía evitar ser un poco tímido frente a ese chico, Magnus era mucho para sus ojos, sintió la mano del moreno y como se colocaba en su mentón para subirle la mirada.

— ¿Qué sucedió?

—Llegó mi prometida, y debo bajar a cenar con ella, lo siento, quería ir pero no puedo ir.

Magnus hizo una mueca y luego levantó sus hombros restándole importancia.

—Está bien, podremos salir otro día— dijo Magnus.

—Tu cumpleaños es hoy.

—Pero tu prometida está abajo esperándote, yo solo soy tu amigo.

El ojiazul sintió un malestar dentro de él, quería decirle que no quería que ella fuera su prometida, que quería irse con él, pero solo no dijo nada. Vio como Magnus miraba hacia donde estaban los dos chicos, y el también lo hizo, observando cómo Simón estaba en su cuerpo humano viendo asustado al otro chico.

—Es hora de irnos Raphael— ordenó Magnus.

Para comenzar a caminar hacia la ventana, Alec le detuvo agarrándole del brazo.

—Y-Yo lo siento.

—Nos veremos mañana para trabajar mi querido Alexander.

Magnus se convirtió en su animal interior y salió por la ventana seguido de Raphael en murciélago, la habitación se quedó silenciosa después de eso y Alec quiso llorar a sentir eso dentro de él, había fallado a Magnus y este ahora estaba enojado.

—Creo que encontré a mi pareja.

No volteó a escuchar a Simón, solo caminó hacia el baño para encerrarse en ella.

Destinado. •Malec•Where stories live. Discover now