(15)

868 118 71
                                    

En la oficina donde sus padres sabían estar la mayor parte de tiempo se había convertido en un lugar sofocante para Alexander, estaba sentado en la silla con sus manos apoyadas en cada pierna, mientras miraba el cuadro que estaba del otro lado, sus padres habían salido de la habitación exigiendo que se quede ahí.

—Oh cielos, Magnus vendrá en cualquier momento— susurró— tengo que salir de aquí.

Se paró sintiendo como sus piernas se sentían débiles, y comenzó a caminar hacia la puerta.

Estaba desafiando a la autoridad de sus padres desobedeciendo su orden para escapar e irse a una fiesta de cumpleaños de un chico que recién había conocido y este le estaría esperando fuera de casa y no podía estar más ansioso por verle.

La puerta se abrió cuando él estaba por llegar y Alec se asustó, hizo pasos hacia atrás viendo como sus padres venían entrando.

— ¿A dónde ibas?

<<Al cumpleaños de Magnus, un chico agradable que conocí hace unos días. >>

Estaba impaciente de saber que sucede.

Su madre le señaló el asiento y Alec volvió a caminar hacia ello y se sentó ahí, sus padres caminaron hasta el otro lado del escritorio, Maryse se sentó en la silla y Robert quedó a su lado.

—Mi niño, hoy es el día más importante que puede tener nuestra familia.

Alec podía verles sonrientes, pero aún no podía verles a los ojos a sus padres cuando por su mente rondaba los ojos diferentes de su hermana, el rencor a Jace y a la madre de su nieto. Todo por culpas de ellos.

— ¿Puedes decirme qué sucede?

Su padre se movió hacia la puerta, Alec aún seguía con la mirada en otro lugar para no ver la cara de su madre.

Se escuchó la puerta abrirse y después pasos, pero el ojiazul no volteó.

—Alexander te presento a Lidya, tu futura esposa.

Vio cómo su madre se paraba, y el también lo hizo para voltear, entonces la vio, una chica de su edad, de cabello rubio recogido en una formal trenza, llevaba un vestido color rosado pegado a su cuerpo, Alec hizo una mueca parecido a una sonrisa, y miró a su madre otra vez. No había sentido nada a ver a aquella muchacha.

—Di algo hijo.

El chico comenzó a colocarse nervioso, llevó su mano a su cuello para rascar esperando que todo fuera un sueño.

—Hola soy Lidya, estaré encantada de estar a tu lado y poder formar una familia—dijo la muchacha— seremos como uno solo, estaremos para apoyarnos, y poder recolectar tantas aventuras en nuestra relación.

Alec se sentía aturdido, mareado y quería irse lo más antes posible.

—Soy Alexander Lightwood, encantado de conocerte, aún no espero tener hijos, ni hacer viajes, ni casarme.

Pasó por su lado y caminó fuera de la habitación.

—Alexander.

Suspiró y se dio vuelta para ver a su madre que parecía molesta.

— ¿Qué ha sido ese comportamiento ahí adentro?

Colocó sus manos detrás de su espalda mientras bajaba la mirada.

—No he sentido nada a verla madre.

—No me importa si no has sentido nada, te casarás con ella, la conocerás, y te enamorarás—dijo molesta— no quiero reproches.

Alec la miró a los ojos tratando de tragar el nudo de su garganta.

—Dejaras a Izzy en paz— susurró Alec.

La mujer lo miró confundido.

— ¿Qué?

Esta vez Alec se paró más recto.

—Izzy no va a casarse con Simón, ella va a decidir con quién estar cuando ella quiera— dijo Alec— y Simón se quedará aquí, trabajará como sirviente. Si no es cumplido mi petición entonces no me casaré y me iré de aquí, no me encontrarás madre.

Su madre levantó su mano para darle una cachetada, pero cuando estaba por llegar Alec sostuvo de su muñeca.

—Dime que lo harás, madre.

Ella apretó sus labios y respiró profundo, para asentir.

—Lo haré Alexander.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora