14. La noche en llamas.

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Pov Calipso

¡Increíble! ¡Leo es increíble! No me puedo creer que lo conozca también. Creía que después de estar en la cubierta del barco hablando con Festo se iría a dormir, pero una parte de mi me dijo que eso sería imposible. Leo no se iría a dormir así por las buenas, así que esperé en mi camarote hasta que no escuché más ruidos ni de engranajes ni cables ni de cosas tiradas por el suelo. Pero me equivoqué, eran las cuatro de la mañana y el seguía dando golpes y havmciendo ruido. Es increíble, no se cansaba. Pero a mí ya me tenía nerviosa y bastante cabreada.

Me levanté de mi cama, me quité los tapones que tenía en las orejas (hasta con ellos escuchaba los ruidos) y salí de mi habitación. Me dirigí a la de Leo que estaba a la izquierda de la mía y golpeé la puerta y entré sin esperar un pase ni un adelante.

Cerré la puerta tras de mí y empecé a gritar.

-¡¡LEO VALDEZ!!¡¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTAS HACIENDO A LAS CUATRO DE LA MAÑANA?! NO ME HAS DEJADO PEGAR OJO Y SABES DE LA MALA OSTIA QUE ME PONGO SI NO DUERMO. POR TU BIEN, YO QUE TU PARABA DE DAR GOLPES Y ME IBA A DORMIR, O SINO TE MANDO AL TÁRTARO DE UNA PATADA EN EL CULO.

Leo me miraba con los ojos muy abiertos. Se encontraba en su escritorio. Tenía tuercas, tornillos, herramientas y todo por ahí tirado. La cama la tenía llena de planos, y demás herramientas. No había suelo, ni siquiera se veía la alfombra de todos los tratos que había. La mayoría eran planos, que seguramente le haría Annabeth para mejorar el barco o cosas por el estilo. Y en las estanterías había motores, solo motores. Y más motores.

Y Leo... Estaba lleno de grasa y tenia los ojos rojos, además de bolsas debajo de ellos. Parecía el novio cadáver. No debía de haber dormido en muchos días. Lo único bueno, no perdía su sonrisa, aunque ahora estaba más callado que en misa y con su vista fija en mi. No paraba de mirarme y no decía nada. Y estaba un poquito blanco, sería del susto.

-¿Vas a parar ya y ha acostarte? Aunque la verdad, no se donde te vas a acostar con la habitación como la tienes. No quiero ni entrar en el baño.

Parece que Leo volvía en si. Se tocaba la nuca nervioso y bajó la mirada al suelo. Parecía que se había sonrojado un poquito.

-Cali, se que puede sonar un poco mal y todo eso, pero...¿Te importaría si me iba a dormir a tu habitación contigo? Si es necesario duermo en el suelo, pero es que voy a tardar más en quitar las cosas de la cama que en dormir. ¿Me dejarías, por favor?

Mi cara debería de ser un poema, porque Leo empezó ha reírse con todas sus ganas, hasta que puse una mano en su boca y le obligué a callarse.

-No te rías tan fuerte que vas a despertar a los otros. Vale, te vienes ha dormir a mi habitación pero no hagas mucho ruido, ¿si?

-Tu tampoco hagas mucho ruido...- y me miró con una sonrisa pícara y los ojos llenos de brillos.

-Eres... ¡Aagg! No puedo contigo, vamos.

Le cogí de la mano y le saqué de allí sin hacer mucho ruido. Abrí la puerta y le tiré a dentro de mi habitación. Me estaba cansando un poco.

-Tranquila Cali, no hace falta usar la fuerza bruta. Ya me quedo aquí ha dormir, tu vuelve a la cama que necesitas descansar. Mañana será un día duro.

-¿Por qué lo dices?

-Nos estamos dirigiendo al Mar Mediterráneo, otra vez. Y Annabeth me ha dicho que mañana a primera hora habrá sesión de entrenamiento y va a ser bastante fuerte. Necesitas descansar para estar bien fresca para mañana, sino, te darán de golpes a diestro y siniestro.

-No sabía que volvíamos al Mediterráneo. ¿No te parece extraño? Allí es verdad que hubo una gran pelea en la que participaron los dioses. ¿Cree Annie que allí se encuentra la lanza de Ares?

Percy Jackson y la búsqueda de la lanza de Ares [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora