29. Viaje de vuelta a casa. [Maratón 3/3]

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Pov Clarisse

¡Por fin! ¡Ya se acabó toda está mierda! Se acabó el tener el tiempo en contra, el sufrir por si lo lograríamos y también, se acabó lo de estar bajos las órdenes de mi padre. Oficialmente se acabó todo. Sólo nos quedaba hablar con los otros dioses para que le pusieran un castigo ejemplar a Ares y volver a casa.

Me levanté del suelo con ayuda de la lanza que aparte de ahora será mía y de nadie más. Miré a mi alrededor a la vez que me limpiaba de polvo la ropa y el pelo. Todos estaban tirados por el suelo: algunos protegiendo a otra persona, grupos de gente intentando taparse lo más posible y otros a los que la explosión les pilló solos.

Volví la vista a mi ropa. Se encontraba toda llena de sangre (no sé si era mi), mugre, más sangre y por último icor de oro. Cuando toqué las manchas de icor, me di cuenta de que aún estaba fresco, lo que quería decir que la explosión había sido hace poco. Volví mi vista hacia mi supuesto “padre” y estaba cómo me esperaba.

Estaba tirado sobre las rocas y no estaba en sus mejores tiempos. En el centro de su pecho tenía un gran agujero lleno de icor y se le veían un poco el esternón y las costillas. Su cabeza caía hacia tras, los brazos les colgaban y las piernas las tenía abiertas y todas ensangrentadas.

Me acerqué más a él y le di con la lanza en el brazo para ver si reanimaba. Nada.

Ni una recarga del voltaje más alto posible lo movía. Hombres, y lo peor de todo, un dios. Y chulo.

Miré a mi izquierda para ver a Jason o a Leo, y no pude aguantar la risa de la escena que vi. Leo estaba sobre los pantalones de Jason, en concreto sobre su entrepierna, y Jason tenía la cabeza hacia atrás con la boca abierta.

Solté una carcajada muy fuerte, lo que provocó que los dos se despertaran de inmediato. Jason miró alarmado y Leo volvió a bajar la cabeza al ver que no había problemas, lo que causó que Jason gritara como una niñita. Levantó rápidamente la cabeza y los ojos se le pusieron rojos de dolor y de ira.

-¡LEO! ¡ME HAS DEJADO ESTÉRIL! ¡QUITA TU PUTA CARA DE MIS HUEVOS, JODER!- justo cuando gritó, Leo se levantó y se apartó, entonces Jason aprovechó y se tapó.

Y otra vez me reí. Miré hacia abajo y vi a todo el ejército mirando la escena divertidos y riendo.

Calipso y Piper les miraban con una ceja alzada para luego intercambiar entre ellas una mirada y actuar.

Piper pasó su mano por la cintura de Calipso y la atrajo hacia ella.

-Cariño, ya va siendo hora de que les dejemos y hagamos lo que queramos, ¿no? Ellos se ven muy felices juntos, nos toca a nosotras, amor.

Calipso asintió y besó su mejilla.

-Claro que si, bebé. Vámonos al barco y hacemos lo que tú ya sabes...- le dijo con una sonrisa pícara y levantando las cejas.

-¡CALIPSO BELLADONA NI SE TE OCURRA MOVERTE DE AHÍ HASTA QUE BAJE! ¡TÚ NO TE VAS CON NADIE AL BARCO HA HAVER COSITAS GUARRAS A MENOS QUE SEA YO! ¿¡CLARITO!?- gritó Leo poniéndose de pie y bajó rápidamente hacia ella y la abrazó.

Poco faltó para que se la llevara al barco, pero no pudo por un movimiento a mi derecha. Ares empezó a moverse y abrió los ojos. Se estiró y me miró con ira.

-¡Tú! ¡Hija de puta asquerosa! ¡No sabes agraceder nada! ¡Juro matarte! -intentó levantarse pero un rayo le cayó encima.

Todos volvimos nuestra vista al cielo pero nada ocurría.

-¡Ehh! ¡Qué estamos aquí!- gritó una voz un tanto ronca.

Hacia nosotros venían trece personas bien vestidas y que iban imponiendo a su paso. 6 mujeres y 7 hombres. Venían todos en fila y parecían los Ángeles de Charlie.

Percy Jackson y la búsqueda de la lanza de Ares [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora