CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

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CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS



–Dante observaba a Olivia impresionado–

Dante – Oli –susurró para él, Olivia lo observó nerviosa, rogando que no dijera nada–

Paul – ella es Farah mi esposa –Dante la observó fijamente y Olivia hizo lo mismo, él vio en su mirada suplica–

Dante – un gusto –respondió aun impresionado, por tener enfrente a Olivia, se dio cuenta en su mirada y en el miedo que observó en sus ojos que algo extraño estaba pasando–

Paul – mi amor –Olivia lo observó– ¿estás bien? –Ella asintió y tomó la mano de Dante–

Olivia – igualmente –respondió temerosa, Paul rodeo con sus manos la cintura de Olivia se dio cuenta que algo extraño pasaba, pero no entendía ¿qué?–

Paul – ¿qué pasa? –preguntó preocupado–

Olivia – el notario –respondió tratando de parecer tranquila– ya nos está esperando –volvió a darle una mirada a Dante llena de angustia–

Dante – lo mejor será que me vaya –Olivia asintió y Dante se despidió nuevamente de Paul–

Paul – amor –la coloco frente a él– ¿estás bien? –Olivia asintió intentando sonreír–

Olivia – ¿Qué hacía Dante aquí? –preguntó confundida–

Paul – ¿cómo sabes que se llama Dante? –Preguntó recordando si en algún momento había dicho su nombre–

Olivia – escuché que así lo llamaste, pero dime ¿Qué hacía aquí?

Paul – es un viejo amigo –Olivia frunció el ceño, sabía que Paul estaba mintiendo–

Olivia – me habías dicho que estaban investigando el fraude, él es ¿quién lleva el caso?

Paul – ¿por qué tanto interés por Dante? –preguntó un poco molesto, Olivia no pudo evitar sonreír, la actitud de Paul la habían relajado–

Olivia – ¿estás celoso? –sonrió al decirlo–

Paul – claro que no –ella acarició su rostro con dulzura–

Olivia – eres un celoso –acercó sus labios a los de él besándolo–

Estrella – perdón por la interrupción –Olivia y Paul se separaron del beso– pero el notario está un poco desesperado por empezar con la lectura del testamento



–Dante salió de la tequilera impresionado, ¿Qué demonios estaba pasando? Esa mujer era Olivia estaba seguro, su forma de mirarlo, la súplica que le hizo, era ella, pero ¿entonces quién era la mujer que iba a tener un hijo de él? Esa pregunta lo estaba matando, no entendía ni un carajo porque había dos mujeres iguales–

Dante – pero si Isabel sólo tuvo una hija –se colocó las manos tapando su rostro– no entiendo nada –exhalo todo el aire contenido– necesito hablar con ella –observó a uno de los trabajadores que iban a entrar a la tequilera y sonrió al ver su buena suerte– ¡Eloísa!

Eloísa –dio un saltó cuando escucho la voz de Dante– ¿Qué haces aquí? –Preguntó impresionada– tú no puedes estar aquí –se acercó a él–

Dante – necesitamos hablar –estaba molesto, se sentía engañado por las personas que más había querido en su vida–

Eloísa – si claro –lo tomó del brazo– pero lejos de aquí

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