CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

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CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO



–Dante envolvió a Farah en sus brazos, sintiendo ella un alivio y un poco de apoyo a la situación que estaba viviendo, él pequeño Diego cómo si supiera de la llegada de su padre se empezó a mover, Dante sonrió al sentirlo y colocó su mano sobre el vientre de ella, mientras se separaba lentamente del abrazo–

Dante – ya estoy aquí precioso –se inclinó dando un tierno beso en el vientre de ella, cómo todas las noches lo hacía después de llegar de trabajar– ¿qué pasó? –preguntó de una manera dulce, escuchó a Farah muy alterada y no quería reclamarle ni pedirle explicaciones, lo único que él quería era que ella estuviera bien y tranquila–

Farah – mi padre –sollozo, la acción que anteriormente había hecho Dante la tranquilizó un poco– tuvo dos infartos –Dante nuevamente la jaló hacía él, pegándola a su cuerpo–

Dante – él estará bien ya lo verás –ella se aferró nuevamente al cuerpo de él, realmente lo necesitaba–

Antonio – ¡Farah! –expresó tratando de escucharse sorprendido–

Farah – Antonio –lo observó con cierto recelo, mientras se separaba del abrazo de Dante– ¿Qué haces aquí?

Antonio – bueno hermosa –se acercó a ella tomando su mano con galantería– sabes que todo lo que tenga relación contigo me importa –intentó acariciar su mejilla pero Farah se apartó, Dante aprovechó esa acción de Farah para rodear con sus manos el cuerpo de ella–

Farah – no tienes nada que hacer aquí –expresó molesta haciendo que Antonio frunciera el ceño–

Antonio – ¿cómo dices? –preguntó incrédulo a lo que había escuchado–

Farah – que no tienes nada que hacer aquí –lo miró molesta–

Antonio – aquí trabajo y Leonor me pidió que me encargue de tú padre

Farah – ¡no! A mi padre ya lo está viendo uno de los mejores cardiólogos del país

Antonio – pero Leonor dijo

Farah – lo siento –lo interrumpió– pero es mi padre y yo decido, no te quiero cerca de él

Antonio – no entiendo tu actitud, ¿por qué escapaste sola? –Farah negó sonriendo incrédula–

Farah – no puedo creer tu cinismo –lo observaba realmente furiosa, Dante no dejaba de abrazarla por atrás, sin entender bien que pasaba–

Antonio – yo te amó –Dante frunció el ceño molesto– y por eso habíamos planeado huir

Farah – tanto me amabas que estabas besándote con Anabel –Antonio la observó sorprendido– sí Antonio por eso salí de prisa de la hacienda vi cuando tú y Anabel se besaban y sabes en ese momento sentí morirme, pensando en que te amaba –él la interrumpió–

Antonio – ella fue quien me besó, te lo juro amor –Farah negó–

Farah – no necesito tus explicaciones –su respuesta fue tajante– yo pensé que te amaba pero me di cuenta que no era así

Antonio – no me hagas reír te enamoraste de ese pobre diablo, que te puso una trampa con tu gemela

Farah – ¿cómo sabes eso? –preguntó sorprendida–

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