Capitulo 21

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Tom miraba a Evan trabajar por el rabillo del ojo. El joven mago parecía estar de buen humor mientras tarareaba suavemente.

Se veía relajado, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. Se le veía calmado y actuaba como el adulto que era. Tan diferente a como había sido por la mañana.

- ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!

Con un grito Tom saltó de la cama sólo para enredarse en las sábanas y caer al suelo. Desde ahí fulminó con la mirada a su tutor-. Buenos días, pequeño Tommy.

La única respuesta de Tom fue un fuerte gruñido. Sin querer levantarse de donde estaba, se cubrió la cabeza con la sábana y trató de volver a dormir.

-No seas así...

Viendo que Tom no se levantaría pronto, Evan decidió tomar el asunto en sus propias manos.

Harry, inclinándose sobre el otro chico, le quitó la sábana y atacó sus costados con los dedos. Rápidamente tuvo al chico de trece años riendo.

- ¡Para o vas a lamentarlo!- gritó Tom entre risas. Ahora que el chico estaba despierto, Evan se alejó- ¡Me las pagarás!

Evan sólo hizo una reverencia.

-Puedes intentarlo, pero nunca lo lograrás- dijo antes de echarse a reír.

Su risa murió cuando Tom se puso de pie, fulminándolo con una mirada que prometía una muerte lenta y dolorosa.

Harry tarareó una de las pocas melodías que conocía. No podía recordar la letra, pero sabía que la había oído en la radio en casa de los Dursley.

Mientras movía su varita y murmuraba las palabras, sintió la protección fijarse en la ventana. Su primera clienta era una mujer mayor que parecía pensar lo peor sobre sus vecinos. En el poco tiempo en que realmente había escuchado los comentarios derogatorios de la mujer, habría aprendido que ella era más paranoica que Ojo Loco Moody. ¿Quién lo hubiera creído?

Ya que la magia sin varita no era algo que normalmente hacían los magos tenía que usar su varita mientras trabajaba. La sentía extraña contra su piel de una buena manera; como un amigo perdido que había vuelto a casa.

Ya que la casa era de tres pisos se encontró rápidamente balanceándose de una escalera. Prefería su escoba a una escalera, pero ya que las protecciones debían hacerse con extremo cuidado no podía hacerlo así.

Miró hacía abajo y se estremeció. La señora era dueña de un perro que le recordaba mucho a Ripper, el perro de tía Marge. No comprendía cómo alguien podía querer a algo así.

Ignorando al perro del infierno Harry verificó la ventana recién protegida. No quería tener que repetir el trabajo, no en su primer día.

Casi perdió su varita cuando algo golpeó la escalera con fuerza. Mirando hacía abajo fulminó con la mirada al perro. La única respuesta que recibió fue un gruñido. ¿Cómo algo tan pequeño podía hacer tanto ruido?

El perro atacó la escalera y Harry se aferró con fuerza con una mano mientras que con la otra aferró la varita.

-Vete.

El perro sólo gruñó.

Cuando sintió la varita soltársele, Harry saltó. No permitiría que el perro tomara la varita. Era la única cosa que tenía para defenderse de Voldemort.

Con un grito dejo la escalera y agarró su varita en plena caída. Le sacó la lengua al perro antes de que la gravedad hiciera su trabajo.

Cayó con fuerza al suelo y el aire dejó sus pulmones. Se dio la vuelta y quedó de estómago en el suelo, con el pasto en la cara.

El comienzo del comienzoWhere stories live. Discover now