Capitulo 25

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No gritó.

No chilló.

No se enfureció.

No hizo nada.

Todo lo que hizo fue quedarse parado frente a su cama, parpadeando y seguro de una cosa.

El Destino realmente necesitaba un hobby. Y si ya tenía uno necesitaba otro con urgencia.

Podía recomendarle varios.

Cocinar, unirse a un club de lectura, o salvar a todos los gatitos del mundo.

Cualquier cosa sería mejor que seguir haciendo su vida miserable.

Harry suspiró y pasó una mano por su cabello. Sabía que había sido mala idea acceder ir al baile. Todavía no salía de la casa y las cosas ya habían comenzado a salir mal.

El disfraz que había ordenado era, supuestamente, un traje de pirata con pata de palo y un parche en el ojo y todo eso. Estaba en el baño cuando llegó la lechuza que traía el paquete. Harry la vio marcharse justo cuando entraba a su habitación.

Lo que aquello fuera no era, estaba claro, un traje de pirata. A menos que recordara mal lo que sabía sobre los piratas y en lugar de patas de palo y parches en el ojo usaran una especie de extraño vestido blanco.

Los únicos que podía recordar usaban algo como eso eran los griegos y romanos. Ambas culturas habían tenido excepcionales brujas y magos. Así que quizá no causaría mucho daño si llegaba a la fiesta con ese traje.

Si alguien preguntaba siempre podía decir que quiso honrar a los griegos y romanos.

Asintiendo para sí mismo se sacó la toalla que lo envolvía. Aunque era el único viviendo en casa -Ares estaba de caza- no quería correr el riesgo de enseñarle a Hubert sus partes más privadas.

Tomó su vestido, a falta de una mejor palabra, y se sorprendió al notar lo suave que se sentía entre sus dedos. Más se sorprendió cuando notó que calzaba en su cuerpo a la perfección. Algo le dijo que era trabajo mágico.

Se puso las pequeñas sandalias agradecido de que estaría dentro de una casa. El traje mostraba más de su cuerpo de lo que querría.

Cuando se acercó a la puerta sintió una extraña sensación en la cabeza y en la parte baja de la espalda.

Supo que algo había sucedido y se apresuró hasta el baño. Entonces lamentó ponerse el disfraz.

Harry se detuvo frente al espejo con los ojos abiertos. Habían desaparecido sus orejas humanas, en lugar de ellas ahora tenía orejas como de ciervo o algo así. El brillo dorado en la piel de su rostro le indicó que era, efectivamente, un ciervo.

Apartó los ojos del espejo cuando sintió algo moverse en su parte trasera y casi se cae de espaldas. Giró la cabeza y miró: una pequeña colita café se movía ante la frustración que estaba sintiendo.

Gruñó. Sintió el deseo de golpear su cabeza contra algo duro. Tom había puesto hechizos acolchonantes en cada superficie de la casa. Harry sospechó que Hubert le había dicho a Tom que él se golpeaba la cabeza contra la pared cada vez que estaba frustrado. Lo que resultaba en una batalla por encontrar algo contra que golpearse.

Aún seguía buscando.

Oyó el reloj de abajo y supo que tenía que irse o llegaría tarde. Ya no había forma de evitar asistir al baile.

-Aquí vamos- fue lo último que dijo antes de lanzar el polvo flú y entrar a la chimenea.

Al igual que las demás ocasiones en las que había ido a esa casa, terminó en el estudio. Elfos domésticos esperaban por los invitados que habían decidido llegar por flú.

El comienzo del comienzoWhere stories live. Discover now