15 | Confianza.

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Alexander:

— ¿Estás segura? Todas quieren algo de mí —su aliento chocaba contra mis labios, se acercó aún más a mí haciendo que nuestros labios rozaran.

—Muy segura —murmuró empujándome logrando que nos separáramos unos pasos.

¿Acaba de rechazarme? Es la primera mujer que lo hace.

¡Ay! No seas exagerado.

—Chicos —una voz hizo que Anna volteara. Era su madre en el marco de la puerta que al darse cuenta que había interrumpido algo nos observó apenada—. Perdón, no sabía que... —

—No te preocupes mamá, no pasó nada, Alex ya se iba —comentó burlona mientras enmarcaba una ceja.

Hasta yo me burlo, Alex, tú en verdad creíste que ella te iba a besar.

Ya lo sé, no necesito que me lo recuerdes.

—En realidad, quería invitar a Anna a tomar algo —no se va a liberar de mi tan fácilmente, aún no había conseguido que se le pasara el enojo. Me coloqué a un lado de ella envolviendo su cintura con mi brazo mientras acariciaba su espalda suavemente y me acercaba a su oído—. No voy a irme hasta que hablemos —aclaré logrando que rodara los ojos para luego sonreír con una sonrisa completamente falsa.

—Vamos —tomó su chaqueta y salió de la habitación, dejándome allí parado.

...

Caminábamos por las calles algo transitadas mientras que un silencio entre nosotros fue el protagonista durante todo el camino, podía notar su indiferencia a cada paso, ella no quería estar acá conmigo lo cual en algún punto me molestaba ya que todas las mujeres hacían cualquier cosa por un poco de mi atención cuando a ella parecía no importarle.

—No vas a hablarme ¿Cierto? —comenté metiendo las manos en mis bolsillos.

— ¿De qué quieres que hablemos? No tenemos nada en común —contestó mientras se detenía a mirar una vidriera.

— ¿No tenemos nada en común? Tenemos una empresa en común y un matrimonio también —recordé indignado, ella todo lo que hacía era centrar su atención en esa ventana llena de libros—. Anna, estos días entendí que no sirve de nada que peleemos, tenemos que trabajar juntos para conseguir lo que queremos. Tendremos que pasar mucho tiempo juntos de ahora en adelante y por eso quiero que hablemos y que arreglemos las cosas... ¿Me estás escuchando? —exclamé al notar como su rostro observaba sin ninguna expresión la vidriera, no me contestó ya que al parecer estaba completamente en shock mientras su mirada no se apartaba de todos esos libros. 

De un momento a otro empezó a gritar y saltar como loca mientras reía sin parar, ¿Qué le pasa a esta chica? Se volvió completamente loca en un instante.

— ¡Lo logré! ¡Lo logré! —decía una y otra vez hasta observarme entusiasmada—. ¡Mi libro llegó a Nueva York! ¡No lo puedo creer! —chilló colgándose en mi cuello abrazándome fuertemente. 

No supe que hacer, era extraño sentirla así, tan contenta y cerca de mí pero a pesar de todo me gustaba esta cercanía. Envolví mis brazos alrededor de su cuerpo escondiendo mi rostro cerca de su cuello.

—Te felicito —al escucharme se separó de mí de golpe observándome apenada.

—Perdón, estoy un poco emocionada —explicó sonrojándose cada vez más. Aunque quisiera no podía ocultar su alegría, parecía una niña que acaba de recibir su regalo de navidad.

—Te entiendo —dije acercándome a ella nuevamente—. ¿Cuál es tu libro? —esto es algo importante para ella, tenía que ganarme su confianza y esta era mi oportunidad.

Mi Regalo De BienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora