52 | Mentira.

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Anna:

-¿Va a desayunar, Sr. Alexander? -preguntó Margarita, ¿Qué? ¿Acaso se volvió loca?

-No, ya quedé con alguien -respondió Alexander, ¿Quedó con alguien? ¿Con quién quedó? ¿Acaso no le importó lo que ocurrió ayer?

Habla la que no recuerda nada, ¿Era necesario mentirle?

-Está bien, que tenga un buen día -comentó Margarita volviendo a sus quehaceres, ¿Estos dos tramaran algo?

-Igual -murmuró mientras salía de la cocina, después de todo lo que pasó, quedó con alguien ¿Acaso cree que una noche puede besarme y al día siguiente irse con otra? Está muy equivocado si piensa eso, es que si lo llego a ver con alguna zorra lo mato.

-Relájate, te ves tensa -dijo Margarita señalando mi plato, ¿Qué? Bajé la mirada para entender a qué se refería y noté que yo estaba tratando de asfixiar el cubierto que tenía en la mano, definitivamente necesito un respiro.

Después de que Alexander se fuera decidí llamar a Nora, necesitaba contarle todo, ella de exagerada trajo supuestamente todo lo necesario para estas ocasiones, por una parte trajo tampones y pañuelos según por si estoy en esos días, por otra trajo helado, galletas, chucherías para estar preparada para cualquier situación. Adoro a mi mejor amiga.

-¿Vas a necesitar los tampones? -preguntó husmeando una de las bolsas que trajo.

-No, en realidad te llamé para hablar, ocurrió algo con Alexander -comenté sentándome en la cama.

-Entonces necesitaremos esto -tomó la bolsa donde estaban todas las chucherías y se sentó enfrente de mí-. Prosigue -pidió comiendo unas galletas mientras cruzaba las piernas, parecía una vieja cotilla.

Flashback:

Había llegado finalmente al restaurante, estaba muy nerviosa, sabía que si entraba no había vuelta atrás, por una parte estaba decidida pero algo muy dentro de mí me decía que algo iba a pasar, no sabía si era algo bueno o malo.

Me decidí y entré al restaurante divisando a lo lejos la cabellera castaña de Travis.

¡Vamos, Anna! Tú puedes. Has estado en situaciones peores.

Decidida me acerqué a donde se encontraba Travis, nada podía salir tan mal.

-Perdón por llegar tarde -me excusé tomando asiento, es muy guapo.

-Tranquila, acabo de llegar -sonrió entusiasmado-. ¿Cómo te fue hoy? -preguntó interesado apoyando los codos en la mesa.

-¿Qué versión quieres? ¿La que debo decir o la que quiero decir? -adquirí burlona.

-Como quieras -contestó risueño, que hermosa sonrisa tiene.

-Pues, fue una mierda -exclamé en un bufido-. Dormí en un auto varado en medio de una autopista, todo por culpa de Alexander y sus estúpidas bromas -finalicé cruzando los brazos.

-Ya veo, es decir, que dormiste toda la noche con Alexander ¿Cierto? -carraspeó un poco, parecía incómodo.

-Sí, su auto se quedó sin gasolina -expliqué indiferente mientras leía el menú, él se quedó por unos minutos observando mis gestos, hasta podría decir que estaba escaneando todas mis acciones, admito que estaba un poco incómoda, de un momento a otro me sonrió como si nada.

Mi Regalo De BienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora