27 | Degustación.

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Alexander:

Cuando terminamos de cenar todos se dirigieron hacia el salón para continuar con sus estúpidas charlas de personas que no tienen verdaderos problemas en la vida. Tomé a Anna del brazo y la llevé a un lugar más privado.

— ¿Qué estás haciendo? No te comportes como un estúpido —reclamó enojada intentando zafarse de mi agarre, hice caso omiso a sus reclamos mientras seguía con mi camino hacia el jardín, donde nadie podía vernos.

—Te dije que te alejes —exclamé acercándome más a ella.

— ¿De qué estás hablando? —preguntó confundida mientras se zafaba de mí agarre, ¿Quién se porta como una estúpida ahora?

—De Miller te hablo, te dije que no te quería ver cerca de él y me entero que ahora hablas con él —espeté furioso observándola fijamente.

— ¿Acaso me estás espiando? —preguntó con una sonrisa burlona.

No, por supuesto que no.

—Anna... —me quise acercar más a ella pero me detuve al ver que empezaba a dar pasos hacia atrás—. No juegues conmigo porque esto no se trata de mí —exclamé entre dientes.

— ¿Ah no? Porque yo sí creo que se trata de ti y tu maldita necesidad de tener todo bajo control —comentó mientras seguía tratando de alejarse de mí pero no se la pondría tan fácil. Detesto que cuestione todo lo que digo y además que no me escuche.

Quiso esquivarme para irse pero me coloqué frente a ella.

—Pensé que eras más inteligente... —

—Y yo pensé que tenías más vida propia como para no meterte en la mía —exclamó furiosa para después darse la vuelta mientras se acercaba a la entrada de la casa. 

...

—Este no es el camino —murmuró Anna con el ceño fruncido.

— ¡Por supuesto que no es! —contesté furioso—. No sé para qué tienes el mapa si no tienes ni idea de cómo leerlo —reclamé molesto, desde hace 2 horas estábamos dando vueltas intentando encontrar la dichosa casa.

—Yo sí sé leer el mapa, tú eres el que no diferencia lo que es izquierda y de la derecha —recalcó mirándome muy mal.

— ¡Estamos yendo para el lado contrario, hace 7 kilómetros que te lo estoy diciendo! —contesté exaltado, sí que sabe cómo desesperarme esta mujer.

—Ahí hay una estación de servicio, hay que preguntarle a alguien —comentó esperanzada mientras señalaba el lugar.

—Solo tenemos que dar la vuelta e ir hacia el otro lado —aseguré mirando por el retrovisor.

— ¿Por qué a los hombres no les gusta preguntar nada? ¿No te bastaron las 2 horas perdidos? —preguntó Anna enojada.

—Yo no entiendo porque las mujeres no dejan que los hombres nos ocupemos y mantienen la boca cerrada —contesté frustrado.

—Alex, el cielo está horrible, tenemos que llegar antes de que empiece a llover —explicó lentamente como si yo fuera un niño—. Solo quiero que te detengas donde te digo y me dejes preguntarle a alguien que tenga más sentido de la orientación —exclamó exasperada, su tono de voz hizo que me rindiera, además estaba cansado de todo esto. 

Estacioné justo al lado de uno de los empleados que no parecía muy interesado en su trabajo, Anna bajó la ventanilla de su puerta.

—Disculpe, estamos buscando la casa The Mountain ¿Tiene idea de donde está? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja, ¿Por qué no puede sonreírme así? El hombre nos observó con sorpresa, supongo que no está acostumbrado a ver un auto costoso por esta zona.

Mi Regalo De BienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora