31 | Sobres.

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Anna:

—No deberías quedar en medio del conflicto que tenemos Alexander y yo, en verdad lamento que tenga que ser así porque yo no tengo nada en contra suyo —explicó un poco preocupado, no entiendo a qué viene todo esto.

— ¿Por qué me estás diciendo esto? —pregunté confundida, ¿Qué demonios está pasando?

—Sé que no soy nadie para decirte esto, pero noto la tristeza y preocupación en tus ojos y pienso que si Alexander te quiere y confía en ti no deberías temer decepcionarlo. No eres el tipo de mujer que engañaría —comentó observándome con ternura.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso? —pregunté curiosa, ¿Cómo puede saber eso?

—Porque puedo notar que tienes valores, al igual que conozco lo leal que puedes llegar a ser con las personas que amas —contestó con una media sonrisa, sus palabras me dejaron helada. 

Tiene razón, le soy leal a todas las personas que amo, pero tal vez con todo esto me estaba engañando a mí misma. En ese momento recordé porqué hui de esta ciudad y por qué accedí casarme con un hombre que logra molestarme a pesar de todos los años que pasaron. También pensé en lo que decían las revistas, en las expectativas de mis padres, en los motivos que me llevaron a aceptar todo esto. Un nudo comenzó a formarse en mi garganta mientras mis ojos cristalizaban.

—Anna, perdón. Realmente lo lamento si dije algo que no debía... —

—No te preocupes, Max. No tiene que ver contigo —expliqué tranquilizándome un poco, no quería que se sintiera mal. Me fue imposible que una lágrima resbalara por mi mejilla.

—No llores, por favor —suplicó limpiando mi lágrima con su pulgar mientras se acercaba cada vez más. Una sensación extraña me recorrió, aunque no era una sensación bonita, era esa la cual sabes que no deberías estar haciendo esto.

 Es verdad, se trata de Max Miller, mi "mejor amigo", no puedo hacer esto, no con él. Muchas cosas están en juego, entre ellas las acciones de mi familia y la oportunidad de involucrarme con la revista, debía continuar con el plan.

—Me tengo que ir, gracias por traerme —murmuré saliendo del auto sin mirar atrás, cuando estuve dentro de casa al fin logré soltar el aire, el cual no había notado, que tenía contenido.

Subí las escaleras rápidamente hasta encerrarme en mi habitación. En verdad había sido una noche agitada. Me desvestí mientras caminaba hacia el baño, me observé en el espejo mientras me quitaba cualquier rastro de maquillaje.

Luego me vestí con mi pijama para finalmente acostarme en la cama. Tomé mi celular para mandarle un mensaje a Nora, avisándole que ya me encontraba en casa. Pero como esperaba no hubo respuesta de su parte.

...

Fueron muy pocas las horas que logré dormir, apenas había cerrado los ojos cuando tuve que volver a abrirlos. Eran las 7 a.m. por lo cual ya debía prepararme para ir al trabajo. 

Era un día bastante fresco por lo que me decidí por una falda beige corta y de tallo alto junto a una chaqueta del mismo color, y debajo de esta una camisa corta, sin mangas de un color marrón-naranja y para finalizar unos tacones negros. El cabello me lo ondulé dejándolo sobre mis hombros y finalmente me maquillé con algo muy desapercibido, elaborado pero desapercibido.

 El cabello me lo ondulé dejándolo sobre mis hombros y finalmente me maquillé con algo muy desapercibido, elaborado pero desapercibido

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Mi Regalo De BienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora