29 | Video.

12.4K 647 29
                                    

Anna:

—Estaría completamente de acuerdo en esforzarme más, si no estuviera segura de que esa mujer tiene algo personal conmigo y no sé porque tengo una corazonada de que ese algo tiene que ver contigo —Contesté enojada, me hartó que ni siquiera me ayude solo por puro capricho.

Entonces se detuvo en seco delante de mí hasta girarse y observarme como si quisiera matarme por lo que acababa de decir. Me tomó de los hombros llevándome por un pasillo donde no había nadie, luego se acercó a mí para que solo yo pudiera escucharlo.

¿Ahora, que hice?

—No vuelvas a decir una estupidez como esa —exclamó enojado.

—Yo solo digo la verdad, por algo la defiendes siempre que puedes —recalqué enojada, él se acercó más a mí haciendo que quedáramos separados por algunos centímetros.

—Si supieras lo mucho que he hecho por ti no dirías eso —murmuró observándome fijamente.

—Lo siento —suspiré cansada—. Es solo que me frustra que Marie rechace todas mis ideas cuando me he esforzado mucho —expliqué exasperada.

—Prometo que haré algo al respecto —contestó mientras se acercaba más—. Ya no se nota el moretón —murmuró refiriéndose al moretón que tenía en la frente.

—No, ni un rastro —respondí hipnotizada con sus ojos, de verdad eran muy bonitos. No se alejó, solo se quedó allí viéndome fijamente.

Una tensión entre los dos fue creciendo, él bajó su mirada a mis labios logrando que mis nervios salieran a flote. Me fue inevitable bajar la mirada sus labios, se notaban tan apetecibles, ¿Cómo sería besar...? 

No, Anna, no pueden besarse, eso complicaría todo.

Lo siguiente me tomó desprevenida, Alex acunó mi rostro entre sus manos juntando nuestros labios. El contacto fue suave al principio pero luego, como si necesitara más, se apoyó de mí y comenzó a subir la intensidad. Sus labios eran cálidos y suaves. Maldita sea, besa muy bien.

Tardé un instante en darme cuenta de que le estaba devolviendo el beso con la misma ansia, sus labios encajan perfectamente con los míos. Este beso decía más de lo que realmente nos decimos.

La necesidad de oxígeno se hizo presente por lo que nos separamos, él apoyó su frente con la mía. Nuestras respiraciones estaban aceleradas. Tenía demasiado calor, seguramente mi rostro estaba ardiendo.

Iba a decirme algo pero una voz nos interrumpió.

— ¿Tan enamorados están que se esconden como adolescentes para verse? —preguntó una voz femenina, sorprendida me giré a ver de quien se trataba. Una mujer mayor, pelirroja y muy elegante nos observaba con simpatía, a su lado se encontraba mi mamá. La lluvia de preguntas que voy a tener cuando llegue a casa.

—Sra. Silvestri es un placer tenerla acá, no sabía que presentaría su colección en nuestra revista —saludó Alex mientras se arreglaba el saco. Esa mujer se me hace conocida pero no recordaba muy bien quien era.

—No vine a eso, vine a conocer a tu prometida, que por cierto es muy hermosa —exclamó la señora mirándome con un brillo en los ojos

—Muchas gracias, para mí también es un placer conocerla —contesté con una pequeña sonrisa, aún estaba un poco perdida.

—Anttonella será quien diseñara tu vestido, Anna, es la mejor diseñadora de vestidos de bodas en Estados Unidos —exclamó muy emocionada mi mamá. Genial, ni el vestido podré elegir. Ni siquiera sé por qué me sorprendo si a mí no me interesa nada de esto.

Mi Regalo De BienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora