Cap 5: "Cena"

12.8K 848 35
                                    

Mi segundo día en la biblioteca recién empezaba. Como dijo Elena una vez, es un equipo altamente efectivo. Con un plan de acción increíble. Manejan cada cosa de la mejor manera y cabe reconocer que me he integrado mejor en estos asuntos que en otras ocasiones.

Ayer por la noche, Ana se fue de mi apartamento echandome un millón de maldiciones. Debo aceptar que se ve terriblemente adorable cuando se enoja.

Llamo a Ana para que venga por unos papeles para el área de repartición. Acababa de revisar su extenso currículum y me pareció extraño que con tanta preparación ella trabaje en el carrito de repartición y solo se dedique a acomodar libros.

—¿Deseaba verme Señor Grey?— cuando la belleza de ojos azules entra a mi oficina sonrío con malicia.

—Así es linda —le digo haciendo énfasis en la última palabra.

—Si solo es para molestarme...

—¿Me esta amenazando señorita Steele?— me levanto de la silla y me paseo por mí oficina —Le comento que eso es excitante... —llego hacia donde esta y poso mis manos en su cintura.

—Suélteme o voy a gritar —dice reacia. Acerco mis labios a su lóbulo adornado por un delicado pendiente y muerdo con cuidado.

—Quiero oírte gritar pidiéndome más —gruño en su oreja.

—¡Pervertido!— chilla apartándose de manera tan brusca que ha logrado que la suelte.

—¿Entonces Ana que harás hoy en la noche?

—No le importa —va hacia la puerta y le bloqueo la salida. —¡Dejeme salir!— exclama encolerizada. Se ve hermosa, debo admitir.

—¿Aceptara cenar conmigo?

—Voy a gritar que me están violando —amenaza nuevamente.

—Y si mejor yo grito eso... —propongo con mi tono seductor.

—Dudo que alguna mujer quiera tocarte. ¿Qué clase de persona intentaría violarte?

<<Si tan solo supieras querida>>

—Quiero invitarte a cenar Ana. Sin trampas ni doble sentido. Solo un hombre y una mujer cenando.

—¿Va a dejarme en paz si acepto cenar con usted?

—Sera lo que quieras — prometo. Ella asiente y se va de mi oficina.

Al medio día, Leila se apareció en mi oficina con una falda roja muy pegada y una blusa sin mangas que se sujetaba solamente de su torso. A mí parecer, no le encontré nada atractivo a su vestimenta de golfa.

—Señorita Williams —le llamo la atención cuando ella se inclina sobre mi escritorio queriendome restregar sus senos en la cara —Su vestimenta no corresponde para nada al uniforme de la biblioteca.

—¿Acaso no le gusta?— coquetea descaradamente. Niego con seriedad.

—No se si usted me mira cara de modista pero ese no es el uniforme de la biblioteca. Puedo bajar su salario —le digo quitando mi vista de ella.

—¡No se atrevería!— dice indignada.

—Pues si me atrevo. Ahora vaya a comprar el uniforme de la biblioteca y procure no verse como la trabajadora de un burdel barato.

Leila sale de la oficina dando un tremendo portazo. Ahora esa chica me parece aburrida, plana y sumamente simple. Nada que ver con la linda ojiazul la cual quiere mandarme a la mierda.

Finalizando el día espero en recepción a que mi cita salga. Ella va apretando la mochila vieja y desgastada y en una mano su infaltable termo plateado.

—Usted señorita me debe una salida —ella solo asiente y caminamos sin tener contacto a mi auto. Conozco varios restaurantes en los cuales nadie molesta. Llegamos a uno y Ana parece maravillada ante el establecimiento.

—Parece ser costoso —dice caminando escuetamente. Sus ojos azules resaltan en la oscuridad pues muestran un brillo singular.

—Solo es un pequeño gusto —me encojo de hombros y entramos. El restaurante es francés. El olor de la comida despierta mi apetito y al parecer el de Ana también.

—¿Qué se les ofrece?— nos pregunta un camarero. Ana relee el menú sin saber que pedir así que me tomo la molestia por ella y ordeno por ambos.

—Ahora digame porqué estamos aquí —se oye como una orden a lo que yo sonrío con malicia.

—¿Te gusta ordenar a la gente?

—No me malinterprete pero usted es muy desesperante —toma la copa en la que nos han servido champán y la mira con un gesto adusto.

—¿No bebes?

—No —dice dejando de lado la copa— En general no soy de las personas que les encante comer.

—¿Te preocupa tu figura?

—No, pero si tuviese una tal vez me preocuparía.

—Tienes un humor perverso —digo fascinado. Oh, ya la imagino en mi cuarto atada y a mi dándole unos buenos azotes por no cuidar su lengua a la hora de contestarme.

—¿En serio hay gente que come esto en Francia?— pregunta Ana cuando nos sirven la cena.

—¿No comes siempre?

—Soy mas de cosas dulces —responde.

—Ana, quiero responder tu pregunta.

—Okay. —dice cruzándose de brazos. —¿Por qué me trajo hasta aquí?

—Me gustas.

Tal parece que mi respuesta la deja en shock. Pestañea tres veces y niega con la cabeza.

—¿Habla en serio?

—Tuteame Ana —le digo sorbiendo un trago de la copa.

—¿Acaso es broma?

—¿Me ves cara de que bromeo?

—No pero...

—Ana, quiero tener algo contigo.

—¿Me estas pidiendo que sea tu novia?

—No, solo quiero algo contigo sin lo sentimental. Me gustas y se que te gusto.

<<¿A qué mujer no le gusto?>>

—Pero...

—Nada. Solo dime que es lo que quieres.

—¿Qué quieres tú?

—Contigo todo. Te imagino tanto en mi cama, pidiéndome más. Es una locura, lo sé pero quiero hacerlo.

—Quiero pensarlo.

—De acuerdo —le digo. No iba a obligarla a que correspondiera ni que pasara algo. Sin embargo, deseaba que me diera un si. Ese si con el que quiero todo de ella y ese hermoso cuerpo.

Oh Ana, seras mía.

------------------------------------------------

¡GRACIAS POR LOS MIL SEGUIDORES!
¡GRACIAS POR LOS 4 MIL VOTOS EN ATENTAMENTE TU ADMIRADORA Y LOS MIL EN ATENTAMENTE TU ADMIRADOR!

Son lo mejor ❤.

Atte Kathy 🍀

La amante inocente del millonario Onde histórias criam vida. Descubra agora