Cap 35: "Aterrorizado"

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Siento que pierdo el equilibrio, pierdo también el control... Todo. ¡Falataban dos semanas! ¿Porqué iba a nacer especificamente hoy? Luego de tanta preparacion no me siento listo. Llegamos al hospital con una Ana doliente y un yo muy aterrorizado. Le marque a mi mamá para que preparara al mejor equipo y la mejor habitación; mí hijo venia en camino y él merecia todo.

—¿Cómo estan las cosas por aquí?— mi mamá entra acompañada de la doctora Greene y una enfermera. Nos habían acondicionado en una habitación dejandonos a solas.

—Ana tiene contracciones cada dos minutos —le informo y ellas intercambian palabras que no entiendo mucho.

—Vamos a revisarte Ana —dice la doctora Greene. Se pone los guantes de látex mientras habla con nosotros —Tienes 8 cm de dilatación Ana. Necesitas entre 10 y 12 para iniciar con el parto ¿De acuerdo?.

—Si, claro. —musita Ana mirandome con completo nerviosismo y pánico. Sere padre en cuestion de minutos... Horas... No lo sé.

Mamá empieza con una charla que pretende distraernos a ambos. Ana solo contesta con monosílabos y yo con vagos asentimientos de cabeza. Intento cerrar los ojos durante cinco minutos pero la ansiedad es más fuerte. Me pican las palmas de las manos y el nudo en mi estomago aprieta de tal manera que estoy devolviendo la cena en el cuarto de baño.

—Christian —llama Ana luego de que he bebido agua —En la pañalera que preparamos hay un rastrillo. Sacalo y depilame las piernas por favor.

—¿Es una broma?— pregunto confuso. La demente de Anastasia me pide que le depile las piernas cuando esta en el proceso de dar a luz.

—No pienso traer al mundo a Teddy con las piernas como patas de oso. Y si no lo haces tú le pedire a un enfermero que lo haga —añade lo último con cinismo. Saco el rastrillo y me dispongo a hacer la bochornosa tarea.

—Ana, esta afeitadora es mía —reclamo ganandome un golpe de su parte.

—Fué la primera que encontre —maldigo entre dientes y sigo haciendo lo que me habia pedido.

—Quiero que grabes el parto —levanto la cabeza de golpe y niego.

—¿Cómo por qué deberia grabar el parto?

—Para mostrarselo a Ted cuando sea un adolescente rebelde. Sera mi tactica para doblegarlo —acaricia el vientre demasiado hinchado —¡Joder! —se queja echando la cabeza hacia atrás —Dile a tú hijo que deje de patear como mula.

Poso mi mano sintiendo el brusco movimiento de Ted. Ana se arquea y solloza en silencio por el dolor que la aborda. Daria lo que fuera por ser yo quien lo sufra. Odio, detesto y repelo la escena frente a mí. Llamo a mi madre quien para mi sorpresa ya estaba cerca de la habitación.

—Este bebé ya va a salir —anuncia la doctora Greene. —Hay que trasladarla a sala de partos. Ana va a dar a luz.

Trago saliva y me retuerzo los dedos con el dolor de lo más profundo de mi alma. Estaba emocionado y muy horrorizado. Me llevan al lugar donde me visto con la ropa especial, preparo la cámara y estoy entrando al momento que marcara mi vida desde ahora.

Ana suda, llora, grita. Las personas estan yendo de aquí para allá atendiendo el parto.

—Muy bien... A la cuenta de tres vas a pujar... 1,..2,..3 —el grito que suelta me hiela la sangre, las manos me tiemblan y creo que me desmayare en cualquier momento —Vamos bien Ana... Respira. A la cuenta de tres. 1...2..3.. ¡Puja!— el cansancio se esfuma cuando la cámara enfoca justamente lo que parece ser la cabeza de mi hijo. La imagen ya de por si es desgarradora y ella gritando parece ser horrible. —Ya esta la cabeza Ana, vamos excelente. ¡Puja!— ella vuele a hacerlo, con fuerzas y a medida que mi hijo va saliendo del cuerpo de su madre siento como todo pesa. La cabeza me da vueltas como un carrusel pero a la máxima velocidad. No puedo mantenerme más en pie. Ana puja por ultima vez y el llanto de Teddy me dice que todo acabó. —¡Felicidades! ¡Es un niño hermoso!

Antes de poder ver a Ana siento como el piso se mueve y caigo a la inconciencia oyendo el característico “Mierda” de Ana.

(...)

Abro los ojos con pesadez. Froto mis puños contra los parpados y me encuentro a un doctor revisando algunas cosas.

—Despertaste muchacho —dice con paciencia.

—¿Qué...?

—Te desmayaste cuando tú mujer dio a luz. Eso les pasa a muchas personas, entraste en shock y producto de ello te desvaneciste unas horas.

—¿Horas?

—3 horas —dice sacandose los guantes de látex. —Te dejare con alguien que le úrge hablar contigo. —aún desorientado asiento. En mi cabeza no cabe la idea de que estuve inconciente tres malditas horas. Lo único que quiero es ir por mi Ana y... Por mi hijo... Mi Teddy.

Sonrio cual imbecil y al ponerme de pie Taylor entra con una expresión que me indica muy malas noticias.

—¿Qué ha pasado? —pregunto sintiendo el sudor helado, espeso bajar por mi espalda. Él resopla y aprieta los puños.

—Alguien secuestro a su hijo.

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Ahora entramos al nudo de los nudos.

Nos leemos luego.

Atte: Kathy 👑

La amante inocente del millonario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora