Capítulo ochenta y uno «principito pt3»

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 «♪»

No había querido probar de nuevo la comida, apenas y sumergió la cucharilla en el pudín de manzana pero los pedazos de pollo y el arroz lo abandonó, el jugo había quedado a medias, pues hasta eso le sabía amargo. Tenía bastantes días sin ver a su familia ¿Una semana? ¿Dos? No lo sabía ya con exactitud... lo único que conocía era el sentimiento de soledad y abandono, quizás poco a poco comenzarían a olvidarse de él... incluso YoonGi.

Hey, chico... —un señor a su lado había llamado su atención, JiMin no lo conocía, por lo que optó por ignorarlo— vamos... ayer tampoco comiste, el desayuno lo dejaste... enfermarás... —animaba el anciano con voz agria y enflemada.

JiMin no mencionó nada, simplemente acarició la flor plasmada en la cucharilla más pequeña, la de postres. Sus labios se formaron en un puchero suave, no quería comer...

— ¿Estás bien? Vamos, niño... estás muy delgado... —el hombre se animó a acariciar el cabello de JiMin, peinándolo.

JiMin sintió el tacto como de quien acaricia a un hijo que jamás tuvo, dirigió su mirada quebrada hacia al viejo anciano que tenía una marcada y arrugada sonrisa comprensiva.

¿Al menos un bocado? —Preguntó levantando los largos y enchinados vellos de sus cejas.

Es... —murmuró con voz apagada, pues hacía tiempo que no la ocupaba más que para quejidos— es... sabe... el arr... arr... arroz sa...be a p-po... pollo.

¿Y no te gusta? —Preguntó el hombre sorprendido, parpadeando cansado con ojos cristalinos por la edad y un temblor en la mandíbula que sólo daban gracia a su rostro.

No... —murmuró de vuelta.

Oh... ¿Y si le quitas el pollo y te comes el arroz de abajo? —Inquirió señalando su plato.

JiMin miró al viejo con cabello desordenado para luego mirar a su plato, tomó la cuchara y removió un poco el pollo con el arroz, pero simplemente verlo brilloso por el caldo de la carne le hacía perder el apetito... el viejo analizó con detenimiento sus acciones, tomó el plato del joven sin preguntárselo, comenzó a quitar el pollo y parte del arroz para pasarlo a su plato, dejó el arroz lo más limpio que pudo y lo devolvió al menor que sonrió con vergüenza.

¿Así está mejor?

JiMin tomó una cucharada del grano cocido para luego llevarla a su boca, descubriendo que sí, sabía aún al caldo pero el sabor era tan mínimo y su hambre era tan profunda que lo dejó pasar. Soltó una sonrisa comenzando a comer con un poco de desesperación, con ansias de que ese arroz jamás se acabara. El anciano sonrió feliz de ver al pequeño comer tan a gusto que no pudo reprimir su deseo de conservar esa alegría en esas juveniles mejillas, así que cuando admiró que el arroz se había terminado y los enfermeros estaban pasando rápidamente colocó la pieza de pollo en su plato y su hueso limpio sin carne lo pasó al plato de JiMin quien lo miró sin comprender.

¿Te has acabado esto tú? —Cuestionó el enfermero alegre.

JiMin, acostumbrado a los reproches repentinos y los suaves —pero dolorosos— empujones para obligarlo a comer, quedó en silencio, con los hombros encogidos entre sí y el ceño fruncido en temor. Sintió las extremidades del enfermero tomar los platos para después retirarse, esta vez sin amenazas, sin malas miradas ni apretones disimulados en su cuello o brazos para obligarlo a hacer algo que definitivamente no creía.

Usted, no se ha acabado su comida. —Reprochó el mismo enfermero.

Ah... que comí demasiado en la mañana, no me he sentido bien del estómago. —Afirmó con una débil sonrisa.

guardian angel ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora