Capítulo noventa y cinco «juicio»

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 «♪»

Solicito silencio en la sala... —habló una voz aguardientosa pero tranquila— necesitamos silencio para que no influya en el proceso que estamos por llevar a cabo.

JiMin sentía el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, sus manos estaban húmedas y sus ojos muy abiertos, a su lado, impecable como siempre, su abogado se encontraba con las piernas cruzadas de manera elegante y la barbilla suavemente apuntando hacia el techo, sus ojos afilados miraban a quienes se encontraban del otro lado del gran y frío salón. Él no podía asegurarlo pero el brillo en los ojos del hombre parecía gritar "esto está en la bolsa".

El eco de un tecleo constante lo aturdía un poco, le molestaba ese constante "clic" que se escuchaba resonando por la quieta sala, además sentía muchas miradas en su nuca y cuello, allí estaban todos, incluyendo a su padre y su tía quienes parecían más nerviosos que él...

Aunque eso es mentira, su corazón estaba dictándole latidos de terror que apenas podía controlar, su estómago estaba revuelto y su garganta se cerraba, de momentos se sentía mareado, parpadeaba constantemente mirando el escritorio procurando no caer ante esa sensación.

Sin embargo y contrario a lo que imaginó, durante la mañana había estado feliz, muy feliz, desde muy temprano todos habían ido a visitarlo, incluso los padres de YoonGi quienes lo habían abrazado, su madre lo había estado mimando como nunca, halagando lo mucho que había crecido en tan poco tiempo, lo guapo que se había puesto y lo mucho que lo había extrañado. TaeHyung también había llegado con ese pequeño cachorro entre sus brazos, había sido traído por JungKook —JiMin se preguntó si acaso eran más amigos de lo que él imaginó— así tenían al pequeño cachorro YeonTan corriendo por todos lados, con sus cortas patas y sus ladridos agudos que lo hacían reír.

Sin embargo su felicidad se mermó a una hora del evento, porque inmediatamente pensó que ellos no estaban allí para apoyarlo sino para despedirse...

¿Y si perdía?

¿Y si volvía a ese lugar y ellos ya sabían que así sería? ¿Por eso fueron a verlo? ¿Para despedirse?

¿Pueden decirnos cuál es el objeto por el que nos encontramos aquí? —La misma voz resonó, JiMin levantó la mirada y vio a la jueza, su cabello corto envuelto en chinos rebeldes que se mostraban por todos lados, unos lentes finos y delgados, su rostro con marcas de expresión que sólo le daban firmeza a su quijada así como un delgado cuello que sobresalía de ese uniforme negro. La vio quitándose los lentes para mirar a quien, suponía, se estaba dirigiendo.

JiMin no escuchaba bien, sus oídos parecían estar tapados y sus ojos parpadeaban lento, se sentía más mareado, quería agua así que estiró la mano para alcanzar el vaso de cristal pero se detuvo en cuanto vio el movimiento irregular de sus dedos, estaba temblando. Percibió un pequeño apretón en su antebrazo y giró la mirada encontrándose con el rostro ya conocido de su abogado.

Todo saldrá bien. —Aseguró.

JiMin asintió mirando al frente enfocándose en lo que la chica con traje elegante decía aunque ya no alcanzó a escuchar todo.

... el pasado trece de junio del presente año el joven JiMin, la parte acusatoria, presentó una demanda contra el hospital para tratamientos psicológicos en el que se encontraba internado así como también demandó a quien tiene la custodia, la señora Yang, pidiendo ser reconocido como mayor de edad en pleno uso de sus facultades mentales. —Terminó la mujer sentándose.

JiMin sentía su garganta encogerse, sus hombros temblaban, había llegado ese día demasiado pronto, no se sentía listo para enfrentar a aquella mujer, aún no había hecho todo lo que quería si es que regresaba a aquel frío lugar, además... allí estaba JungKook también... y no se había disculpado si es que perdían el juicio.

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