Capítulo 12

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— Casi se mata por las escaleras, ¿no crees que ha tenido bastante?

— Bueno, papá sigue en el hospital y ella está aquí.

— Para mí ha tenido bastante.

— Haz lo que quieras.

— Eso es lo que pienso hacer. Y si tú no te disculpas pronto, ten por seguro que te rechazará para toda la vida.

— No me importa.

— Da tu brazo a torcer, antes de que pierdas a tu mejor amiga.

***

— ¿Cuándo crees que va a despertar, Ginny? Lleva así tres días.

— Le dije que se había rendido con sus amigas, y se fue de la habitación por ello.

— No es tu culpa, seguro que Abby hubiera estallado igualmente con Sirius.

— ¿Fue por qué la llamó Abbigail?

— Eso dice Sirius, aunque creo que fueron muchas más cosas.

***

Cuando por fin soy capaz de abrir los ojos me siento mucho más cansada de lo que debería. Consigo incorporarme en la cama, y veo que no hay nadie cerca, así que me levanto lentamente para ver si soy capaz de moverme sola. Me duele la espalda, la cabeza, los brazos y las piernas, así que he debido estar inconsciente mucho más tiempo del que pensaba. 

Abro la puerta y salgo al pasillo para oír un montón de ruido en la planta de abajo. Sé que somos muchos, pero eso suena a demasiada gente. Bajo lentamente las escaleras, con miedo a volverme a caer, y me asomo a la cocina, que es de donde viene todo el ruido. El señor Weasley está en la mesa, con una silla de ruedas y todos a su alrededor están comiendo todo tipo de cosas propias del día de Navidad.

— ¡Señor Weasley, ya ha salido de San Mungo! — digo desde el marco de la puerta, sorprendiendo a todos.

— ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? — dice Hermione rápidamente y sin darme tiempo a contestar.

— Siento mucho lo que te dije, Abby —me dice Ginny al oído, y yo le abrazo un poco más fuerte. 

— Tiene que sentarse, dejad espacio, vamos — Molly aleja a las chicas de mí y me obliga a sentarme en una silla, a pesar de encontrarme bien. — ¿Cómo estás, querida?

— Me encuentro bien, señora Weasley. ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?

— Casi cuatro días, si no hubiera sido porque Fred o George, no lo sé, estaba pendiente de ti, te hubieras matado —dice Ron, y pronto se mete un nuevo trozo de comida en la boca.

— ¿Qué pasó exactamente?

— Te desmayaste por la pérdida de sangre, ¿cómo no nos habías avisado de que te pasa eso? — me regañó Molly, y yo miré al suelo. Madame Pomfrey lo sabía y normalmente era cuidadosa, así que no lo consideraba un dato importante para revelar.

— Madame Pomfrey me ha ayudado todos estos años, señora Weasley, no se preocupe — me vuelvo a levantar de la silla, a pesar de las protestas de la señora Weasley, y me acerco a su marido. — ¿Cómo se encuentra, señor Weasley?

— Arthur, Abby, ya lo sabes. Y desde luego me encuentro mucho mejor que tú —dice alegremente. — Estoy encantado de haber salido ya de San Mungo.

— Me alegro, señor Weasley.

Trato de escaquearme para ir a cambiarme de ropa, pero primero me obligan a comer algo ya que es la hora de comer. No dudo en coger un vaso de leche y unas galletas, ignorando toda la comida que hay en la mesa y que me da arcadas solo de verla, a pesar de que debe estar deliciosa. Quizá esta noche coma algo de eso, pero ahora mismo no puedo ni ver la tarta de melaza que hay de postre, por lo que en cuanto termino mi desayuno guión comida, aprovecho para ir a ducharme rápidamente. Y cuando vuelvo a bajar, todos están rodeando el árbol de Navidad, que está lleno de regalos. 

Save Him [Fred Weasley]Where stories live. Discover now