Capítulo 25

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Septiembre dio paso a octubre, este a noviembre y finalmente a diciembre. Sabía que Ron había dejado solos a Harry y Hermione, y yo misma estuve a punto de ir a matarlo a casa de Bill y Fleur, donde sabía que estaba. Claro que no estaba siendo fácil vivir así, pero al menos el tenía a sus amigos, y no la eterna soledad a la que estaba condenada. Una soledad que poco a poco te condenaba a oír murmullos de gente inexistente. Necesitaba conversación, necesitaba descansar. El hambre estaba empezando a hacer mella en mí, al igual que el resfriado. Me había prometido a mi misma no ir a La Madriguera, pero mi magia no estaba de acuerdo con mi decisión.

Estaba segura de que los mortífagos no me reconocerían, había seguido utilizando el tinte rojo, además de que había cortado mi melena hasta los hombros, quedando mucho más corto. Seguía utilizando el maquillaje, por lo que parecía una persona totalmente diferente, lo que me ocasionó problemas a la hora de entrar a La Madriguera.

Convoqué mi patronus para que les avisara de que iba a ir para allá, y recibí en respuesta la comadreja del señor Weasley con una respuesta afirmativa, por lo que no dudé en ir rápidamente. El único problema es que no les había avisado de mi cambio de imagen.

Me aparecí en los bordes La Madriguera, lista para que me dejaran entrar a la zona protegida, pero para mi sorpresa cuando llegué allí, La Madriguera no estaba en su lugar habitual ni había nadie esperando por mí.

— Expecto patronum —murmuré, esperando ver a mi grim plateado aparecer. —Estoy en el borde, si no venís a por mí no podré entrar.

Mi patronus desapareció rápidamente en dirección a donde suponía que debía estar La Madriguera y mientras tanto me senté en el suelo a esperar la respuesta.

— Hay alguien en el perímetro, Abby, hasta que no te deshagas de ella no podemos dejarte pasar —dijo la comadreja en cuanto llegó. —Es pelirroja.

— Soy yo, señor Weasley —dije en voz alta, sin darme cuenta.

Volví a enviar mi patronus, y a los pocos minutos apareció el señor Weasley a lo lejos, con la varita bien alta y seguido de uno de los gemelos. Quería salir corriendo en dirección contraria, mi instinto me decía que no era buena idea estar aquí, pero ya no podía desaparecerme.

— ¿Abby? —preguntó George, y asentí levemente. —¿Cómo sé que eres tú?

— ¿Cuántas personas con el patronus de un grim conoces? —murmuré, bastante nerviosa. Me puse uno de los mechones de pelo que había caído sobre mi cara detrás de la oreja y levanté la vista del suelo.

— Convócalo —ordenó el señor Weasley, e hice lo que me dijo rápidamente.

Mi grim se colocó delante, enseñando los dientes hacia el señor Weasley y George, pero pronto desapareció ya que mi varita cayó al suelo. No me esperaba sentir tanto frío de repente. Estaba bien abrigada, había tenido cuidado de no enfermar, pero no había servido para nada. Había estado usando mi poder de forma inconsciente para mantener a raya la gripe. Por mucho que había intentado ignorarla, mi magia había decidido traerme hasta aquí y en el momento en el que vi a George, todas las defensas bajaron. Si él estaba ahí Fred también. Y lo más probable era que mis amigas también. Ginny debía estar en La Madriguera, ya de vuelta para la Navidad. La señora Weasley estaría también, preocupada por Harry, Ron y Hermione. Quizá estaba Charlie Weasley, preparado para entrar en acción a lomos de un dragón si hacía falta.

— Te tengo —murmuró George. —Desvela La Madriguera antes de que se quede inconsciente, papá.

El señor Weasley me tendió el papel que daba la ubicación de La Madriguera y en cuanto lo leí me la imaginé justo delante de mí, donde se materializó. Sin duda alguna había echado mucho de menos esa casa.

Save Him [Fred Weasley]Where stories live. Discover now