Capítulo 15

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Sabía perfectamente que alguien me encontraría antes de que muriera desangrada, por eso no me sorprende despertar en la enfermería al día siguiente. O lo que yo creo que es el día siguiente. A mi alrededor, solo veo una cortina que me rodea, pero pronto siento el dolor de las manos, extrañándome de que eso pase. Madame Pomfrey siempre me cura las heridas, por muy malas que sean, ¿qué hay diferente esta vez? Me quito las vendas de las manos, evitando hacer ruido para que nadie me llame la atención, y entonces veo el destrozo que he conseguido hacerme. En algunas partes, las heridas son tan profundas que se pueden ver perfectamente los huesos de las manos. Pero sigue sin explicar por qué Madame Pomfrey no las ha curado, es algo que la magia puede solucionar sin problemas.

— Director Dumbledore, ya le he dicho que la señorita Stone sigue inconsciente, ¿por qué insiste en verla? — No me da tiempo a volver a ponerme las vendas en las manos y acostarme para fingir, cuando la cortina se abre, dejando ver a una Madame Pomfrey muy enfadada.

— Poppy, ya se lo había dicho, estaba despierta. — El profesor Dumbledore se acerca a la cama donde estoy, y se sienta a los pies de esta. — ¿Cómo se encuentra, señorita Stone?

— Me duelen las manos. —Murmuro, mirando a las heridas.

— Te mereces ese dolor, jovencita. — Dice Madame Pomfrey, mientras que me tiende una poción, que por el olor reconozco enseguida que es una poción para evitar los dolores. — No te las puedo curar, tendrás que estar bebiendo esto hasta que se curen por si mismas si es que lo hacen.

— Es magia oscura lo que se ha usado para esas heridas, señorita Stone, al menos aparentemente. — Dice el profesor Dumbledore, y lo único que puedo hacer es quedarme callada. — ¿Cómo las ha conseguido?

— Rompiendo espejos, profesor. — Murmuro, y empiezo a rezar porque me crea. — De la manera muggle, ya sabe, con puñetazos.

— ¿No vio nada raro en esos espejos, señorita Stone? Podrían haber estado hechizados con magia oscura.

— Solo una sombra negra, detrás de mí. — Recuerdo haberla visto justo antes de haberme desmayado, pero sabía perfectamente que esos espejos no eran nada oscuro ni estaban encantados con esa magia.

— Tendré que investigarlo. — El director Dumbledore se levantó lentamente de la cama, y cuando iba a salir, se volvió a girar. — ¿Quiere que llame a sus amigos?

— No se preocupe, profesor, ahora mismo iré a buscarlos.

— No va a ir a ningún sitio hasta que no esté curada. — Madame Pomfrey aparece con una cara de enfado que nunca le había visto.

— Pero Madame Pomfrey estoy bien. — Me quejo, pero ella sigue negando.

— He dicho que no va a salir de la enfermería hasta que no esté curada, señorita Stone.

— Bien.

Me concentro brevemente en mis manos. No me importa que anoche marchitara todo a mi alrededor, sé que ahora mismo puedo curarme las manos. He visto como las voy a tener intactas, así que no tengo que tener miedo de lo que va a pasar. Empiezo a ver como las heridas se cierran y las cicatrices desaparecen, hasta que tengo las manos perfectamente curadas.

— Listo, ¿puedo irme ya? — Madame Pomfrey está inmóvil delante de mí, tratando de decir algo, pero es incapaz.

— ¡Albus! — Consigue chillar justo cuando el profesor Dumbledore está a punto de salir por la puerta. Él nota el terror en la voz de Madame Pomfrey, y no duda en venir a ver qué pasa, pero cuando ve mis manos, solo sonríe.

— Venga a mi despacho esta noche, señorita Stone, tenemos algunas cosas de las que hablar. Y agradezca al señor Weasley que la encontrara. Poppy, de momento no le cuente a nadie lo que acaba de ver, lo mismo para usted, señorita Stone, solo si es estrictamente necesario. — Le dijo a Madame Pomfrey, quien solo pudo asentir. — Que bonita tarde de sábado es la de hoy. Sorbete de limón, recuérdelo, señorita Stone.

Save Him [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora