Epílogo

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Lo primero que siento es una presión en el pecho, como si alguien estuviera encima de mí. Luego viene el olor a quemado, a humo, a sangre. Le sigue el ruido de sollozos, de gritos de dolor. Pronto la boca me sabe a sangre y a las gachas que tía Muriel nos había obligado a cenar. Por último, abro los ojos para ver la poca luz que ilumina el Gran Comedor y las cabezas pelirrojas sobre mí, sin mirarme.

Duele demasiado estar viva mientras mis amigas están muertas.

Mientras que Remus y Tonks están muertos.

Mientras que el pequeño Colin Crevery está muerto.

Mientras que mucha gente inocente está muerta.

Nunca me había parado a mirar con detenimiento el techo del Gran Comedor, sabía que mostraba el cielo real, y no entendía como en un día como hoy podían verse tantas estrellas. ¿Cómo puedo estar aquí tumbada mirándolas mientras que hay tantos muertos a mí alrededor?

Ginny es la primera que se da cuenta de que tengo los ojos abiertos, se acerca lentamente y me tiende una mano. La miro fijamente, sin decir nada, y parece que entiende todo lo que quiero decir ya que baja la mano y se acerca a mi lado. Donde hay una respiración leve que no me había dado cuenta de que estaba ahí.

Me siento lentamente, con ganas de vomitar.

Huelo la muerte, el Gran Comedor apesta a muerte.

El castillo entero lo hace.

Los jardines, los pasadizos y si me esfuerzo sé que hasta Hogsmeade también huele a muerte.

Yo misma huelo a muerte.

Miro a mi derecha, donde está Fred respirando lentamente mientras que George está sentado a su lado, metiendo los dedos en su pelo, acariciándolo. La palabra que describe lo que está haciendo es cafuné.

Hubo una temporada que disfrutaba con ello.

— Gracias —dice George, y consigue esbozar una pequeña sonrisa, a la que asiento. No tengo ganas de volver a sonreír. —Percy nos ha contado lo que hiciste.

— Tengo que irme. —Mi voz suena ronca y rota, pero finjo que está bien y me levanto.

— Quédate con nosotros —murmura George, y yo niego.

Levanto la cabeza del suelo para ver todo el trabajo que tengo que hacer y me recorren las arcadas. Vuelvo a bajar la vista al suelo y entonces veo mi mano.

El anillo.

Fred sigue vivo cuando debería estar muerto y yo soy La Muerte.

Nunca tendremos una vida normal, una familia normal. Nunca condenaría a una persona a esta vida. 

Quiero matarlo, llevarme su vida.

Me quito lentamente el anillo y empiezo a notar como las arcadas desaparecen. Me siento más ligera. Más libre. Me agacho y dejo el anillo sobre el pecho de Fred, que sube y baja lentamente. Es lo correcto.

George no dice nada ante mi acción, solo le oigo suspirar mientras que me alejo de allí. Me acerco hasta los cuerpos de mis amigas, que están cerca de la puerta del Gran Comedor y no puedo evitar notar como una lágrima cae. Sé que Hermione se acerca a mí, y tenemos la misma conversación que vi en mi visión.

Podría devolverles la vida.

Sigo siendo demasiado humana.

Ellas deben estar muertas.

Sigo estando dominada por las emociones.

No puedo devolverles la vida.

No puedo quitarle la vida a Fred.

Save Him [Fred Weasley]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant