Capítulo 38

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Haylin
                 
Enciendo la televisión, pero en realidad no veo nada. Muchas ideas se atraviesan por mi cabeza. Ninguna de ellas es buena. Con el celular en la mano, espero ansiosa a cualquier noticia que se pueda presentar sobre el paradero de Karla. Ruego porque esto no sea nada grave ni esté relacionado con cierta persona. Si fuese así, estaría perdida. No quiero que nada malo le suceda a mi hermana.

Reposo el plato sobre la mesita de centro y recuesto mi cabeza sobre el respaldar del sofá suspirando. No tengo apetito. Hace una hora se ha ido Kerian. Le he marcado una vez para ver cómo le va todo, pero no me contesta. Lo que ha dicho antes de irse me ha dejado con una sensación extraña en el pecho. No sé cómo describirla. Reviso mi móvil en espera de un mensaje por parte de papá o de Kerian. Lo coloco junto al plato angustiada. Casi salto sobre el sofá cuando éste vibra.

Tuerzo el gesto al ver que no es de ninguno de los dos. Sin embargo, frunzo el ceño cuando veo que es de Donovan. Lo leo atenta.

La policía encontró un celular en las pertenencias de Gael. Éste dice que es tuyo. Tienes que venir personalmente a la delegación para corroborarlo. También han registrado en su móvil varias llamadas, el número al que ha llamado tantas veces es desconocido, pero la ubicación de éste da en Brooklyn. ¿Conoces a alguien de ahí? Estoy aquí fuera por si quieres que vayamos, Kerian me ha dicho que me llamaba en cuanto terminara su reunión, así que podemos aprovechar para ir y luego de paso recogerle. ¿Qué te parece?
Cuanta información. ¿Brooklyn? No conozco a nadie de allí. ¿Quién podrá ser? Por más hago memoria, no logro dar con nadie.

Le contesto y le digo que me parece bien, que unos cuantos minutos bajo.

Frente al departamento, Donovan me espera recostado al auto con los brazos cruzados mirando hacia la nada. Se pone recto apenas me ve y sonríe. Frunce el ceño al ver mi gesto de preocupación.

—¿Todo bien?

Asiento y fuerzo una sonrisa que no me llega a los ojos. Esta situación de Karla me tiene muy preocupada. No saber de ella me angustia y pensar que Víctor pueda estar relacionado de alguna manera con su desaparición me aterra. No quiero que le haga daño. Me sentiría culpable y moriría si le pasara algo. No me lo perdonaría nunca.
Donovan conduce sin demora hasta llegar a la delegación. El ambiente allí es lúgubre y me pone los vellos de punta la mirada y los chiflidos que me lanzan algunos.

Llegamos a una especie de sala. Donovan habla con un tipo calvo que asiente y me mira de reojo. Éste le dice algo y se pierde en una especie de pasillo. Donovan regresa y toma asiento a mi lado.

—En algunos minutos nos atienden. El Sheriff está algo ocupado hoy, así que hay que esperar un poco.

—Entiendo —le digo cruzándome de brazos. Espero que no se tarden mucho.

Minutos después aparece un hombre corpulento y de gesto gruñón frente a nosotros. Nos ponemos de pie y le saludamos.

—Usted debe de ser la señorita Cooper, ¿no es así? —pregunta.

Me parece haberle visto el día del incidente con Gael en el supermercado. Pero no recuerdo muy bien cuál es su nombre.

—Sí —respondo a su pregunta.

Luego se presenta ante mí como el Sheriff McGregor y nos invita a pasar a su despacho. Ya allí, murmura:

—Bien, señorita Cooper. Como sabrá, el joven Gael fue trasladado en condición estable hasta el hospital más cercano. En estos instantes, las autoridades de Atlanta han tomado el relevo de su caso y deben de estar llevándoselo para allá. Sin embargo, como es nuestro deber, le investigamos. Mientras le requisábamos, hemos descubierto que portaba dos celulares. Uno era de él y lo utilizaba para comunicarse con alguien más, le preguntamos de quién era, pero no quiso decirnos nada. Como le he dicho anteriormente, las autoridades de Atlanta son ahora quienes se encargan de investigar a profundidad el caso. El otro celular que encontramos, al parecer, es suyo. Esto lo confirmó él mismo —se pone de pie y camina con diligencia hacia una especie de casillero que hay detrás de su escritorio. Segundos después regresa colocando una especie de bolsita trasparente que contiene el móvil sobre la mesa—. Nos lo hemos quedado porque ya no forma parte de las evidencias claves. No obstante, al revisarlo, encontramos algo que ha llamado poderosamente nuestra atención y queremos que usted misma nos aclare este punto.

Haylin: Derribando tus miedos |PARTE 2| © |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora