Capítulo 39

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Haylin

—Bien, ahora le comprendo. ¿Pero por qué motivo no le ha denunciado según todo lo que me ha contado?

—No tenías las pruebas necesarias —contesto aún consumida por las lágrimas—. Sólo contaba con algunos testigos; mi novio y su hermana. Con ellos sabía que no era suficiente puesto que Víctor hubiese argumentado a su favor que ellos solo estaban apoyándome por ser tan cercanos a mí. Y otros de los testigos, como se lo dije anteriormente, murió en un accidente. Además, era mi palabra contra la suya —me encojo de hombros sorbiendo las lágrimas.

—Entiendo —asiente—. Pero ahora tiene una prueba en su contra. Ese mensaje —señala el móvil sobre el escritorio.

—¿Usted cree que sea suficiente?

—Claro, señorita Cooper, más que suficiente —contesta con seguridad cruzándose de brazos. Se pone de pie y empieza a caminar de un lado a otro como sopesando algo. Se detiene y apoya sus manos contra el borde del escritorio. Entrecierra los ojos, mirándome—. Intente marcarle a su hermana. Tengo una idea en mente que podría funcionar.

Tomo mi móvil de la cartera y le marco en varias ocasiones, pero en ninguna de ellas contesta. Éstas viajan directamente al buzón de voz. El pánico me está haciendo su presa con cada minuto que pasa. El Sheriff McGregor me observa con atención. Donovan está a mi lado, en silencio.

—No contesta —murmuro con pesar sintiendo un gran agujero crearse en mi vientre.

—De acuerdo —musita rascándose la barbilla—. Debe haber algo más.

De pronto siento un leve mareo. Suspiro y sacudo la cabeza. Me reacomodo sobre la silla intentando hacer que se me pase, pero regresa. Todo empieza a darme vueltas.

—Haylin, ¿estás bien? —pregunta Donovan sujetándome del brazo al ver que me inclino más de lo normal hacia un lado.

—No es nada —me aclaro la garganta restándole importancia. A como puedo me pongo de pie—. ¿Hay algún baño cerca por aquí? —pregunto sintiendo unas enormes nauseas atacarme.

—Claro, por el pasillo hacia la derecha —dice el Sheriff mirándome con extrañeza.

—Gra… gracias —consigo a decir.

¡Cielos!

Las nauseas se vuelven cada vez más intensas conforme pasan los segundos. Mi estómago de pronto es un remolino que puja por liberarse de alguna manera.

—¿Te acompaño? —dice Donovan poniéndose de pie.

Le detengo y niego.

—Enseguida regreso.

Salgo instantes después de la oficina. Doy grandes tumbos en dirección al baño apoyando siempre una de mis manos contra la pared para no caer. Toco la puerta, pero nadie responde. Al parecer no hay nadie dentro. Hago en un moño mi cabello. Entro sin demora y me arrodillo. Levanto la tapa del servicio y vacío todo el contenido de mi estómago. Jalo la manija al terminar y me pongo de pie. Tomo un poco de papel de baño para limpiarme la boca. Me enjuago y me miro al espejo. Voy hecha un desastre: labios resecos y pálidos, nariz roja y ojos contritos a causa de las lágrimas derramadas. Miro al techo suspirando y luego decido sacar mi móvil para revisar si Kerian no me ha llamado o enviado algún mensaje. Me preocupa no saber nada de él aún. Estoy empezando a crear historias en mi cabeza. Tuerzo el gesto al no ver nada. Le marco en varias ocasiones, pero no contesta.

Se me ocurre marcarle a Daphne. Contesta al tercer tono.

—¿Sí? Bueno. ¿Con quién tengo el gusto?

Haylin: Derribando tus miedos |PARTE 2| © |TERMINADA|Where stories live. Discover now