5. Estaciones

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Yo era de los que creía que las comidas y bebidas que preparabas reflejaban tu estado de ánimo del momento

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Yo era de los que creía que las comidas y bebidas que preparabas reflejaban tu estado de ánimo del momento.

Si cocinabas estando enojado, tus platillos se lo demostrarían a las demás personas.

Tal fenómeno también ocurría con un simple café.

Aunque ella me hubiese preparado un café con evidente e indiscutible molestia, era sin duda uno de los mejores que había probado en esa pequeña cafetería. Ni siquiera sabía cómo pude permitir que su compañera me atendiera antes.

El café también había dejado una huella de ella en su sabor: fiereza.

Era la primera vez que trataba con Primavera en tantos meses, y dentro de todo, agradecía por ello, ya que no me había caído del todo bien.

Había tenido un muy mal día y hacerla perder la paciencia fue lo único que me había alegrado la tarde, especialmente al notar cómo la tonalidad azul de sus ojos se oscurecía a medida que sus emociones emergían visiblemente.

Sin duda a ella no le habían enseñado nada sobre atención al público donde las reglas eran básicas: incluso si tu cliente es todo un descortés, como yo había sido con ella, debías mantenerte firme con una sonrisa y demostrarle que él, como cliente, siempre tendría la razón.

La chica no tenía respeto alguno. ¿No entendía que su sueldo dependía de su capacidad de tolerar a quienes entraban por la puerta de la cafetería?

Pude haberme marchado ante su altanería. Pude haber hecho que la despidieran por tratarme como lo hizo. Podría no regresar más a esta cafetería tan pequeña pero con wifi veloz.

Pero no haría tal cosa, porque algo me había resultado entretenido en sus reacciones tan poco usuales y completamente rebeldes.

Porque sus ojos azules eran completamente invernales y profundos.

Porque su cabello castaño con destellos anaranjados y naturales eran como un perfecto otoño.

Porque su voz era tan cálida como el más esperado verano.

Y porque su nombre era el más extraño que había escuchado: Primavera. 

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Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora