12. Preocúpate

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Me incorporé y Aslan hizo lo mismo

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Me incorporé y Aslan hizo lo mismo.

Diego, mi jefe se mantuvo de brazos cruzados mirándonos con cierta diversión, enarcando una ceja y frunciendo los labios.

Esto era lo último que necesitaba: perder mi trabajo por una tonta apuesta con Cata. Me vi tentada a culpar mentalmente a mi amiga o al mismo Aslan, pero yo sabía que la imprudente había sido yo. La competitiva había sido yo.

—Diego, no es lo que estás pensando —solté sin saber dónde ocultarme.

Frente a mí, Aslan se mantuvo callado y observando la escena de la cual él también formaba parte. Vaya, me iban a despedir en sus narices y él no haría nada.

— ¿La orden del caballero está lista? —me preguntó Diego, a lo cual asentí como soldado— Entonces acompáñame a la cocina, por favor.

Se volteó y se encaminó hacia la pequeña puerta que daba con la cocina del Café Porteño. Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, sintiendo cómo caos estaba cerca. La vergüenza se apoderó completamente de mí y ni la ropa que llevaba encima me hizo sentir menos desnuda y expuesta.

Estaba a punto de perder el empleo que necesitaba para poder sobrevivir, por algo que ni siquiera había ocurrido.

Sentí mi pecho y todo mi cuerpo desinflarse como globo recién pinchado.

—Hey, Invierno —escuché la voz de Aslan llamarme y cuando me encontré con la miel dominando a la oliva de sus ojos, me sorprendió un poco no verle altivo. Parecía más bien confundido en la medida que me escudriñaba con dedicación—, tu jefe no parecía realmente molesto, así que no te preocupes tanto.

—Claro que me preocupo, Aslan —respondí sin ánimos—. Tú ni siquiera imaginas la importancia que tiene este trabajo para mí.

Nadie podía imaginarlo. Nadie sabía lo que era vivir debajo de mi piel, ni comprenderían jamás como un «simple trabajo» me había rescatado, me había salvado.

Cada persona que entraba por aquella puerta era el recordatorio de que seguía aquí y de que Diego me había dado una oportunidad invaluable para simplemente... vivir un día más.

El solo imaginar que podía decepcionar a Diego laboralmente, estallaba mi pecho y todo lo que había intentado conseguir estos años como mujer y como persona.

Aslan abrió la boca para decir algo, pero no me quedaban ánimos para soportarlo, así que me encaminé hacia la cocina para escuchar lo que Diego tenía para decirme, aunque una presión en mi cuerpo me hacía pensar lo peor. 

Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora