Un beso por medialunas © ✓

55. Libertad

Nunca antes me había sentido en tanta libertad para ser yo mismo como cuando estaba con Invierno. Eso era ella: libertad. No existe mejor sensación en el planeta que saber que puedes decir lo que piensas y hacer lo que sientes sin esperar juicios por parte de otra persona. Los ojos de Invierno siempre estaban llenos de empatía, de alegría y de entendimiento.

—Tu intención siempre fue matarme, ¿verdad? —me preguntó con una risita.

La había traído a una de mis hamburgueserías preferidas, y jamás hubiese imaginado que ella sería tan atrevida para comer, no cuando ella era tan diminuta y tan delgada. Definitivamente en el futuro sería más rentable llevarla al cine que invitarla a almorzar.

—Si quisiera matarte, escogería métodos más divertidos que un infarto estomacal, Invierno.

— ¿Cómo cuáles? —indagó con curiosidad, hundiendo las cejas en un pequeño ceño.

— ¿De verdad quieres discutir maneras de asesinar personas en nuestra primera cita?

—Podemos discutir lo que haremos ahora, que según tú será «convertirnos en artistas» —dibujó comillas con los dedos e intentó imitar mi tono de voz, resultando ser completamente graciosa—. Tienes que definir qué tipo de artistas.

Me permití observarla por un instante, sintiendo un mar de emociones placenteras ante tal vista. Estábamos junto a una ventana del restaurante, donde los rayos del sol iluminaban su cabello destellando sus mechones naranja y rojizos, que ahora caían en ondas sin mucho orden, pero que le hacían lucir encantadora. Me gustaba verla reírse, y admirar cómo sus mejillas cobraban un color rosa que lo valía absolutamente todo. Incluso las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos invernales cuando se reía, eran definitivamente perfectas.

—Déjate sorprender y simplemente sigue instrucciones, Invierno.

—No me gustan las sorpresas ni seguir instrucciones.

Esbocé una sonrisa ante su terquedad mientras me levantaba. Ella imitó mi gesto y comenzamos a caminar fuera del restaurante.

—Te prometo que te gustará. Y si no te gusta, podrás desquitarte conmigo allí mismo de formas muy creativas.

No tardamos mucho en llegar al sitio sorpresa, y muy en el fondo sentí un poco de nervios de solo imaginar que a ella no le gustara la idea. Era algo poco común, pero podía llegar a ser divertido.

Con ella sería increíble.

—Esto es un poco ridículo —murmuré sacando una cinta del bolsillo de mi abrigo—, pero necesito vendarte los ojos.

—Esto se está tornando cada vez más extraño, Aslan —replicó un poco confundida, al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaban.

—Confía en mí, te encantará.

Me miró dudosa pero terminó cerrando los ojos para que la vendara. Cuando lo hice, me vi tentado a robarle un beso, pero sabía que no era momento todavía. Cogí ambas de sus manos y comencé a guiarla hacia el interior de un edificio viejo, luego a través de unas escaleras.

—Como la comida no funcionó, tu manera de matarme es rodando por unas escaleras como en las telenovelas.

—Me descubriste.

Me reí y continué ayudándola a subir, hasta que llegamos a una puerta de madera grande. Toqué tres veces para que nos abrieran.

Yo sabía que no había necesidad de vendarle los ojos, pero eso solo le daba un toque más intrigante a nuestra cita, además de ser una excusa perfecta para cogerla de las manos con plena libertad.

Cuando nos abrieron, la fui guiando hacia el centro de ese apartamento, y allí le quité la venda. Sus ojos pasearon por aquel amplio salón con incredulidad y seguramente sin comprender qué demonios hacíamos allí.

Esto podría hacerme ganar puntos con ella, o perderlos por completo. 

_______

Nota de autor. ¡Hola! Lamento pasar días sin actualizar, se me hizo imposible. Espero les haya gustado este cap aunque haya estado cortito. ¿A dónde creen que Aslan llevó a Prim? 

En mi IG hay un pequeño spoiler del cap de mañana, por si quieren revisarlo. Recuerden darle click a la estrellita si les gustó :) Nos leemos mañana.❤