14. Casa

72.7K 8.8K 1.9K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Diego, de verdad lo siento —me disculpé una vez que estuvimos los dos en la pequeña cocina donde José, el repostero, preparaba los postres y medialunas—, Aslan es un cliente frecuente y mi intención nunca fue invadir su espacio personal. Sé que excedí los límites, pero sabes cuánto necesito este trabajo.

Él me sonrió y luego se cruzó de brazos.

— ¿De verdad creías que iba a despedirte por esa tontería, Primavera? —enarcó una ceja— Más bien es hora de comiences a tener un noviecito, y si aquel es cliente frecuente, pues ya me cae bien.

Rodé los ojos y Diego solo se rio. A veces no entendía las cosas que pasaban por su cabeza, pero admiraba de él que a su corta edad decidiera emprender y que su Café fuese todo un éxito. Más que un jefe, era mi amigo y la persona que me abrió las puertas cuando pensé que todo estaba perdido.

—Jamás, jamás —enfaticé con mi dedo índice—, saldría con alguien como Aslan. Y deja de decir «noviecito» como si yo tuviese quince años —me acerqué a él ahora con más confianza—. ¿De qué querías hablarme entonces?

Sus facciones se enseriaron un poco y supe que no sería nada bueno.

—El día que tuviste libre, alguien que no conozco pasó preguntando por ti.

Me di cuenta que me había quedado sin respiración cuando comencé a sentir una presión en mis pulmones. Tragué fuertemente y mi vista se volvió borrosa, posiblemente debido a las lágrimas que estaba conteniendo.

— ¿Qué le dijiste? —indagué, suponiendo cuál sería su respuesta.

—Lo que habíamos acordado.

—Bien —asentí.

Mi mirada se perdió en algún punto de la pared detrás de Diego mientras mi cerebro unía los cabos e intentaba calcular cómo habían dado conmigo en este Café. Mi respiración se agitó completamente mientras mis piernas temblaban involuntariamente.

Sentí las manos de Diego sobre mis hombros y su tierna voz hablarme de nuevo.

—Aquí estás bien, Prim. Estás con nosotros, estás en casa —pronunció con lentitud y luego me abrazó intentado que los espasmos de mi cuerpo se aliviaran—. Ahora ve con tu noviecito, que estaba bien pálido cuando te pedí que me acompañaras.

Sus palabras me hicieron reír y finalmente fui liberando las tensiones de mi cuerpo, aunque los pensamientos seguían atormentándome.

—No es mi noviecito —murmuré todavía entre sus brazos.

—Tu novio, entonces.

—Cállate —me separé de él y le di un golpecito que supe que no le dolería.

Él salió primero de la cocina y del Café pues tenía que buscar unos encargos. Yo me acerqué a Cata que permanecía en la caja sin clientes en la línea. Apoyé la cabeza en un hombro, sintiéndome absurdamente pesada, quizás debido a la noticia que me había dado Diego.

— ¿Estás bien, pequeña?

—No me habías dicho que alguien vino y preguntó por mí.

Catalina suspiró y me alejé un poco de ella.

—No quería preocuparte —confesó con una mirada de disculpa—, además Diego fue quien recibió a la persona y él personalmente quería contártelo. ¿Todo bien?

—Sí —me encogí de hombros—, solo dame unos minutos.

Me quité mi delantal a ver si así lograba respirar con mayor facilidad, pero yo sabía que no era un problema pulmonar sino plenamente mental. Si Diego había dicho que todo estaba bien, no debía preocuparme, debía simplemente continuar con mi vida confiando en las personas que ahora se habían convertido en mi familia.

¿Entonces por qué tenía un mal presentimiento?

Me encaminé hacia la entrada del Café, pero una figura alta se interpuso en mi camino.

Alcé la mirada y el rostro de Aslan me trajo a la realidad, y al mismo tiempo me adentró en una amplia confusión. Parecía firme y determinado, ahora preponderaba el color miel sobre el verde en sus ojos y su cabello castaño de mechones rubios brillaba despampanante.

Abrió la boca varias veces para hablar pero no parecía ser capaz de pronunciar palabra, aunque la determinación se mantenía en su mirada.

— ¿Aslan? —ladeé la cabeza sin entender lo que quería ahora.

Dados todos nuestros encuentros, esperaba lo peor.

Pero él siempre encontraba una manera de sorprenderme con sus palabras:

—No te vayas, Primavera.

____

Nota de autor: Aslan se volvió loco. 

Jajaja. Cambié los banners al inicio de los capítulos, me parece que éstos combinan más con la portada. Recuerden que los banners tienen el nombre del narrador. Cuando diga "Prim" es porque narra Primavera, lo mismo cuando diga "Aslan". 

Hay muchas cosas que ocultan Prim y Aslan sobre su pasado así que déjense llevar por los acontecimientos. 

¡Besos! :)

Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora