23. Lluvia

68.2K 9.4K 2K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— ¿Me estás siguiendo? —pregunté con molestia volteándome para encararlo.

Él pareció levantar una sonrisa tanto cínica como confundida.

—No seas tan pretenciosa y egocéntrica, Invierno. Yo vivo cerca de acá. Eres tú quién se ha bajado en mi parada.

—Estoy segura que no vives por aquí —entrecerré los ojos.

Algo me decía que solo quería jugar conmigo, o hacerme sentir mal como solía disfrutar cuando nos conocimos.

—Podría demostrarte que sí llevándote a mi casa, pero sé que no aceptarías la invitación.

—Ni por todo el oro del mundo.

Aquello pareció causarle gracia pues sonrió.

No podía negar que la lluvia le sentaba bien a su apariencia, hasta sus labios se veían más enrojecidos y brillantes, especialmente cuando se los relamía para saborear la lluvia en ellos. Su cabello mojado cubriendo su frente le hacía lucir más provocador.

Necesitaba irme de allí y dejar de desconcentrarme con su estúpida y guapa apariencia.

Me di vuelta y continué caminando, aunque de reojo pude notar que él continuaba caminando detrás de mí. Decidí ignorarlo al principio, hasta que giró en la misma calle que yo giré. Aquello no podía ser coincidencia, definitivamente aquel hombre me estaba siguiendo.

Se me helaron hasta los huesos al solo imaginar que Aslan podía ser un amigo de Jorge y me estuviese siguiendo por órdenes suyas. ¿Por esa razón él se había acercado a mi hija y ahora me seguía?

Los recuerdos volvieron a mi mente y sentí un nudo en mi estómago.

No.

Me prometí que no volvería a dejar que hicieran conmigo tales cosas.

Mi cuerpo temblaba pero no por estar empapada en una noche fría, sino ante aquellos recuerdos, los cuales dispararon una dosis de adrenalina en mi cuerpo. Lo siguiente que logré hacer fue quitarme el bolso de mi espalda, que afortunadamente venía un poco pesado, y me volteé de nuevo para encontrarme con el rostro de Aslan que lucía confiado y seguro como siempre.

— ¿Jorge te envió, cierto? —pregunté. Con todas mis fuerzas hice que mi bolso se estampara contra el rostro de Aslan— ¡Déjenme en paz! ¡Váyanse a la mierda! —exclamé golpeando a Aslan una y otra vez.

El primer golpe lo había dejado desconcertado, y los siguientes intentó evitarlos, pero algo siempre me hacía acertar. Lo escuchaba decirme que me detuviera, pero era como si mis ojos estuviesen ciegos y mis oídos sordos.

—Pero has perdido la cordura, mujer —alzó la voz cogiendo mis manos y encarcelándolas en las suyas en el medio de nuestros pechos, los cuales subían y bajaban con velocidad.

Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora