33. Estrellas

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6 AÑOS ANTES

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6 AÑOS ANTES

En nuestra casa no había muchos libros. Solo dos.

El primero era un poemario que perteneció a mi abuelo, José Manuel Ríos. Un hombre que siempre admiraré. El abuelo Ríos dio su vida en la guerra de las Malvinas, él era un héroe para nuestro país. Siempre lo sería. Papá vendió la casa del abuelo y con ella todas sus pertenencias, yo solo logré recuperar dos cosas: su collar y un poemario.

El segundo libro que había en casa me lo regaló un niño cuando yo tenía once años. Durante esa época papá llegaba a casa muy molesto y con olor a alcohol, así que cuando salía del colegio, daba varias vueltas para evitar pasar tiempo en casa.

El niño no me conocía, ni yo a él, de hecho creo que he olvidado su rostro. Ese día parecía muy triste y muy molesto en aquella plaza. Él estaba solo, y yo también.

Tenía un libro en sus manos, parecía tan triste que quise acercarme. Lo vi arrojar el libro hacia un canasto de basura sin acertar, cayendo el libro al piso. Corrí para recogerlo y cuando se lo quise entregar, me dijo que me lo quedara, que él no lo quería.

El niño siguió su camino y yo me quedé con ese libro, pues la portada era muy bonita.

Se llamaba El Principito.

Ese día era mi cumpleaños.

Aquel niño sin quererlo fue la única persona que me dio un regalo y alegró mi tarde.

Habían pasado tres años desde aquel día y todavía, leía El Principito cada vez que cumplía años.

Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya —leí en voz alta, sentada en el porche de la casa.

No quería entrar. Mamá estaba con un hombre en su habitación, un hombre que no era papá. Mi hermana mayor también estaba con alguien en nuestra habitación. Ellas hacían eso todas las tardes hasta las cuatro y treinta, pues a las cinco, papá llegaba a casa.

Prefería estar lejos y no cruzármelas, porque mamá siempre me gritaba, diciendo que yo fingía ser buena niña cuando en el fondo quería hacer lo que ella y mi hermana hacían.

Nuestra casa no era muy grande y apenas teníamos dinero para sobrevivir. Mamá trabajaba hasta el mediodía y sabía que su «amigo» le daba dinero cuando terminaba con su visita. A mi hermana también le daban dinero. Mamá tenía que darle parte de ese dinero a papá, y él siempre que llegaba a casa con olor a alcohol, solía insultar a mamá porque no le daba lo suficiente.

Una vez le pregunté a mamá porqué no lo denunciaba cuando le dejaba marcas en el rostro. Tardó en darme una respuesta, pero jamás olvidaría sus palabras:

«Porque la justicia es un privilegio, Primavera. Las mujeres estamos de últimas en la línea de personas que aspiran a ella. Tú y yo somos mujeres, pobres y de provincia. La justicia es un lujo que nosotras jamás podremos darnos.»

Cerré el libro y cogí el pequeño trozo de una torta que le compré a nuestra vecina con un dinero que solía esconder. Encendí la vela y suspiré.

—Que los cumpla feliz, que los cumpla feliz, que los cumpla Primavera, que los cumpla feliz —canté en voz baja y apagué la vela pidiendo el mismo deseo de todos los años.

A veces me sentía tonta al cantarme cumpleaños a mí misma, pero al menos tenía una excusa para gastar un poco de mi dinero y comer un trozo pequeño de pastel. No se cumplía catorce años todos los días.

¿Sería capaz de encontrar mi estrella algún día?

Después de comer entré a casa y me senté en silencio en una de las sillas de la cocina a esperar a que los hombres se fueran. Lo hicieron, no supe si notaron mi presencia, pero agradecí que no me miraran siquiera. Mamá regresó a su habitación y mi hermana, Cristina, se acercó a mí sin expresión en su rostro.

—En unas semanas me iré de aquí y para siempre —espetó.

Cristina estaba cercana a cumplir sus dieciocho años. Se sirvió agua y bebió como si no hubiese mañana.

— ¿Me dejarás aquí?

—Ya viene siendo hora que aprendas a valerte por ti misma, Primavera.

—No haré lo que tú haces.

Enarcó una ceja y sonrió.

— ¿Qué harás cuando llegue el hambre y papá te pida para comer? Yo me iré en semanas, y no creo que mamá aguante mucho más. Te quedarás aquí y te tocará aprender lo que es trabajar para ganarte el pan. Lo único que me da lástima es no estar para presenciarlo.

Mis manos formaron puños debajo de la mesa.

—Mamá nunca me dejaría aquí sola con él.

Cristina se rio.

— ¿Cuándo comprenderás que solo eres un estorbo? Nadie nunca te llevará consigo ni cuidará de ti.

Un estruendo interrumpió nuestra conversación. Papá había llegado. 

____

Nota: Hola :)  Bueno acá conocemos un poco de dónde viene Prim. En este flashback ella tiene 14 años. En el transcurso de la historia habrán dos vueltas al pasado más, para que entiendan de dónde vino Belén. 

Otra cosa-> hace tiempo me creé una cuenta en IG para wattpad que había considerado eliminar, pero la estoy volviendo a usar y allí publico adelantos de todas mis historias. [de hecho si van ahorita encontrarán una cita del cap 35❤ de esta obra]. Antes dejaba un banner con mis redes personales pero en esa no publico nada de wattpad. Abajo les dejo la que es, y siempre habrá contenido nuevo. ¡Besos!

 ¡Besos!

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Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora