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El rápido latido de su corazón, martillando a más no poder, sintiéndolo casi al borde de una posible transformación a pesar de que no quería hacerlo ni intentarlo. Aquel cansancio que era evidente en esos ojos verdes que se abrían y cerraban tratando de recuperarse de aquel maldito trance de minutos atrás; y es que su mente la había traicionado de la forma más bestial posible.

Lauren llevaba días sin poder dormir siendo atormentada por hermosos recuerdos, pero a la vez tan desoladores. El día anterior se había permitido sentirse débil, como muchos otros días en donde caía en la tentación de recordarla y se sentía tan malditamente real. Recuerdos grabados en su piel que el tiempo ni ella no habían podido borrar.

Por lo que al caer, la debilidad se apoderó de toda su mente y había llorado todo lo que quedaba de la madrugada, cayendo en un profundo estado de coma, que había terminando en un sueño. Lauren había soñado con aquella chica de hermosos ojos marrones cuando se había entregado a ella por primera vez, brindándole la pureza de su amor y la maravillosa luz que conectó dos almas perdidas, uniéndose en un magnífico eclipse.

Es por eso que al soñar con aquella chica se permitió disfrutar del toque de su piel y nuevamente revivir aquel amor que un día las había unido. Pero al terminar, volvía a encontrarse sola en la habitación, con los recuerdos de su crueldad regresando a sus pensamientos.

—Nuestra primera vez fue en un amanecer donde no había sol, luna o estrellas. —Murmuro Lauren para sí misma, tocando con suavidad las sábanas blancas de su cama king size, observando como amanecía nuevamente. —No necesitábamos ninguno de esos astros presentes como testigo de lo que nacía entre nosotras.

Pero esta vez el Sol estaba presentándose ante ella, recordándole dónde estaba y que había sido de su camino. Lauren se levantó de la cama, sin importarle ocultar su desnudez para poder acercarse al balcón del apartamento, mirando con tranquilidad el amanecer, sintiendo una suave caricia del viento, lo que hizo que soltará una leve risa que cualquiera que la viera pensará que se había vuelto loca.

—Es otro momento de debilidad, ¿está bien? —Dijo para sí misma regresando a la habitación, para colocarse la bata y salir a desayunar. Esperó encontrar un caos en la cocina, como casi todas las mañanas en donde tenía que poner orden, pero el silencio la sorprendió, porque el comedor estaba vacío. —Necesito un maldito vodka.

—¡Buenos días! —Alguien salió debajo de la mesa con un dulce tono de voz, casi dándole un ataque a Lauren, que creía que era otra de las estúpidas bromas de Dinah con las que había tenido que lidear desde que se habían mudado juntas. —¿Estás bien?

—¡Maldita sea, Allyson! —Exclamo Lauren indignada, juzgando a su amiga con la mirada a la vez que Ally levantaba unos platos del suelo. —Te juró que se me salió la cola de pantera del susto.

Ally comenzó a reír poniéndose en puntillas tratando de mirar el trasero de Lauren, quien tenía una ceja levantada no creyendo que su amiga se había tomado en serio su comentario.

Aunque ya le había pasado eso una vez cuando Dinah la llevó a uno de esos juegos de realidad virtual, dónde a Lauren le pusieron un casco, metiéndola a una oscura cabina en donde la mandaron a subir a una montaña rusa de mentira, que finalmente había causado que su gran cola negra saliera de su trasero en parte de su transformación de pantera, causándole risas infinitas a Dinah que a partir de ese día le decía saiyajin o insecto imitando la voz de uno de los personajes de Dragón Ball Z.

—Pues yo no veo nada. —Comentó Ally con tranquilidad, dándose la vuelta para poner los platos en el lavadero. Lauren ya sé imaginaba que eran los platos de comida de Alejandro y Michael que adoraban comer en el suelo, transformados en un puma y una pantera respectivamente. Entonces, observó cómo Ally se ponía a lavar los trastes, por lo que aprovecho su distracción para servirse un vodka, aunque fue en vano porque inmediatamente escuchó su sermón. —Eso no es un desayuno, ya sabes que debes alimentarte correctamente.

Big Bad Wolf » CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora