Capítulo VIII

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El conejo de ojos extraños caminaba por el sillón de la sala de los May. Se escabulle entre las piernas de una de las hermanas de Brian y al fin llega con su dueño y se acurruca a su lado, el chico rizado en medio de la habitación que está llena de sus hermanos lee, tratando de ignorar esas voces hablando de temas irrelevantes. El teléfono sonó, su hermana que estaba a su lado se levantó de mala gana y contestó.

- ¡Roger! - Dijo con tono sensual y un brillo en los ojos. Brian quitó la vista del grueso libro. - ¡Ah! - Continuó con decepción y molesta. - Eres Freddie, sí, sí. Ya lo llamó. - Movió el teléfono mostrándoselo a Brian. - Es tu amigo el paki. - Dijo para lanzarle el aparato al pecho. - Eres una tonta. - Se quejaba Brian mirándola con pesadez.

- Lo siento, Fred. Sabes como son mis hermanas. - Se disculpaba Brian con su amigo.
- Ay, querido, no te preocupes. Mejor preocupate por lo que te voy a decir. -
Brian trago grueso y pensó en que lo pudo haber visto con Roger besarse
- Espera que suba a mi habitación. -

Quería privacidad así que agarró al animal deforme y corrió a su habitación, ahí lanzó el conejo a la cama y tomó el teléfono.

- ¿Qué fue lo que pasó? - Cuestionó Brian.
- Mira, el día que estuvimos en el parque, cuando ¡interrumpieron mi momento con John, malditos! No pude evitar sentir esa tensión con Roger, ¿todo bien? ¿Se besaron o qué? -

Brian parpadeo unas cuantas veces, no sabía que decir. Si lo sabía debía decir la verdad, pero ¿y si Roger no quiere que absolutamente nadie lo sepa?

- Ahm... ¿No? - Respondió con dudas.
- ¿No? Tranquilo, querido, era un chiste. Pero sé que se llevan algo entre manos.
- No, es que... Ya sabes, lo vi masturbarse por accidente. - Brian dijo lo primero que se le vino a la cabeza, <Lo siento, Rog> pensó.

Del otro lado sólo se escuchó la risa sonora de Freddie, el rizado sólo se unió con cautela al inicio.

- Bueno, eso explica muchas cosas. Como sea, te veo mañana, adiós. -
- Sí, adiós. -

Dejó el teléfono en la mesa y pasó una de sus manos por su cuello, si lo pensaba bien los amigos ¡no!, no se besaban, por otra parte los besos de Roger eran como tocar el cielo, siempre sentía ese cosquilleo y felicidad instantánea. Tal vez, y sólo tal vez sentía algo por su amigo.

Se imaginó tener una relación con él, poderlo besar en frente de todos, teniendo ese apoyo, amarlo... Ya lo amaba pero aún no de esa forma. John y Freddie eran muy felices juntos y sí que deseaba una relación así, en la que primero son mejores amigos. Caminó y se sentó en la cama junto a su pequeño Vladimir.

¿Quién siempre lo animaba, apoyaba, hacía reír, lo quería y además le ayudaba en toda su mierda? La respuesta es sencilla: Roger Taylor. Ese bastardo, rubio teñido, ojos de cielo, de cuerpo delgado y unas facciones tan delicadas. Lo razonó un momento, él era el motivo de que su corazón fuera a mil por hora, ninguna de las chicas con las que estuvo le hizo de sentir de esa forma.

Era muy sencillo decir que gustaba de Roger, sin embargo el mayor temor es perder la mejor amistad que haya tenido. Se hizo la pregunta un par de veces, ¿en realidad me gusta Roger? Y era como si otra voz ajena le respondiera: Sí, idiota así es.

Se ilusionó, porque esos besos sabían a amor puro, pero también pensó que no hace mucho salió con una tal Dominique, ya que John fue quien le dijo. Luego pensó con todas las chicas con las que ha estado y un nudo se formó en su garganta.

- ¿Roger está soltero? - Una voz lo sacó de sus pensamientos. Se levantó de su cama y se topó con su hermana en la entrada de su habitación.
- ¿Qué? La puerta se toca. - Le dijo mirándola mal.
- Ya. Tu amigo, el rubio, el guapo. ¿Está soltero? - La chica de dieciséis años llevaba un vestido rosa muy ajustado con un maquillaje muy fuerte, tan estilo de los setentas puros.
- ¿Mamá sabe que vas así? -
- No, y no te atrevas. ¡Respondeme! - Exigió cruzando los brazos.
- No... Él está muerto. - Dijo Brian para levantarse a cerrar la puerta en la cara de su hermana.

Roger tenía todas esas chicas a su disposición, ¿por qué se fijaría en él? Suspiró con tristeza y se decidió dormir con su pequeño animal, con el rubio en su cabeza.

He Drives Me Crazy ; Maylor/DeacuryWhere stories live. Discover now