Capítulo 40

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Brian y Roger iban en su auto a la casa de Fred. Estaban ansiosos, y con unas ganas de vomitar horribles.

- ¿Qué hora es? - Preguntó el rubio estacionando al frente de la residencia.
- 5:37. - Soltó el rizado.
- Vamos rápido, su padre llega a las 6.- Su voz estaba temblando.

Salieron corriendo del auto y fueron directo a la puerta, ambos se quedaron quietos esperando que uno de los dos tocara. Al final Roger llamó a la puerta.

La madre, de piel morena que llevaba un delantal blanco los miró con alivio.

- ¡Chicos! ¿Ustedes saben dónde está Fred? - Apenas dijo eso los miró.
- Disculpen, que malos modales. Pasen primero. - Se corrigió a sí mismo.

Roger miró hacia arriba, todo esto le ponía mucho estrés. Cuando la mujer ya los sentó en la sala y le dio un poco de té comenzaron a hablar.

Roger tartamudeaba, pero Brian estaba ahí para ayudarlo a completar la historia.

- Entonces Fred le dijo a Roger que les dijéramos que no pensaba volver a la preparatoria. Pero espera llamar apenas pueda... - Brian rodeó con un brazo al rubio y bajó su mirada.

La mujer abrió sus ojos como platos con la boca abierta. Totalmente impactada. - ¡¿QUÉ?! - Se puso de pie gritando.

- ¡QUÉ ESTÁ PENSADO! ¡AY NO! - Sus gritos eran terribles, tanto que la hermana de Freddie bajó y le hizo coro al oír todo lo que su hermano hizo.

- PERO, ¿QUÉ ESTÁ PENSANDO? - Su hermana alzaba sus manos con ademanes bruscos.
Brian y Roger se sintieron pequeños y bastante incómodos.

- Ya llegué, familia. - Era el padre de la familia.
- Trágame tierra. - Soltó Roger pasando las manos por su frente.
- ¿Qué sucede? - Cuestionó al ver a su esposa e hija tan exaltadas. Ambas respondieron al mismo tiempo en un cruce de gritos que nada se lograba entender. El padre se unió y su voz gruesa hizo todo más escandaloso.

El hombre había dejado la puerta abierta así el rizado volteó a observar a Roger. - Vámonos. - Lo tomó de la mano y salieron corriendo fuera de ahí para subir al auto.

Roger temblaba al igual que Brian. Nos dijeron nada por un rato y solo se escuchaba su respiración agitada.

- Cielos, cuánta intensidad. - Decía Brian con una sonrisa tímida para intentar cortar la tensión.
- A la mierda. Pensé que me iban a cortar las bolas.- Decía el rubio mirando la carretera.
- No, aún las tienes. - Añadió su amigo.

El rubio se estacionó al lado de la granja del pueblo, sólo para poder calmarse.

- Gracias por venir, Brian. - Murmuró mirándolo a los ojos, eso lo calmaba.
- Hey, no tienes que agradecer. - Tomó su mano. Siguió el contacto visual, hasta que ambos se acercaron algo avergonzados para unirse en un beso más largo que el primero.

Ese beso fue con serias ganas y estaban felices de al fin tenerlo. Brian lo tomó de la nuca para poder atraerlo más.

- Extrañé eso... - Murmuró apenas el rubio al separarse.
- Yo también... - Brian observaba sus labios.

Continuaron con el beso pero querían más que eso aunque ambos pensaban que era muy repentino en serio se querían sentir el uno al otro.
El rubio no pudo resistir más las ganas y empezó a tocar su pecho, el rizado hizo la misma acción pero en sus hombros.

Siguieron besándose. Pero esta vez Roger bajó tanto su mano que le pidió permiso a Brian para seguir.

- Por favor... - Gimió, con una voz ronca. Su amigo comenzó a tocar por encima el miembro. Le devolvió el favor cosa que exaltó al menor al sentir el contacto.

- Brian... - Sus mejillas estaban rojas, en conjunto con una mirada inocente. Ya que hace tiempo no tenía ese tipo de contacto con nadie entonces se sentía virgen de nuevo, al menos según él.

May comenzó a besar su cuello, y con sus manos quitaba el cierre del pantalón para poder verlo bien.
Cuando lo logró el rubio se puso tímido de repente mirando hacía otro lado.

- Qué hermoso eres... - Susurró mirándolo por completo, desde abajo hasta esos hermosos y enormes ojos azules. No pudo evitar sentir esa ternura y deseo por él, se veía tan vulnerable.

- ¿Quieres qué yo...? - Lo miró, recorriendo desde su miembro hasta su rostro, haciendo clara referencia al sexo oral.
-... - El rubio no entendía que pasaba estaba extrañamente tímido. Sólo asintió con sus ojitos cerrados.

No miraba nada, solo cuando sintió una cálida sensación que lo atrapaba por completo. Puso una mano en su frente y abrió un poco sus ojos, Brian se levantó lentamente y lo observó a los labios con su boca entreabierta.

Lo besó con tantas ganas, metiendo su lengua bruscamente. A Roger esa acción le pareció de lo más placentera, sin dudarlo le preguntó:
- ¿Quieres ir a mi casa? -
Sabía que estaba su prima pero ella jamás sospecharía.
- De acuerdo. -

El camino fue rápido y silencioso, nada incómodo claro, solo que cada uno trataba de calmar su erección. Cuando llegaron entraron por el garage, el rubio estaba a punto de abrir la puerta para entrar a la sala pero el rizado lo tomó por la muñecas para poner su mano en su miembro.

Comenzó a besarlo con la misma intensidad al mismo tiempo que comenzaba a manosearlo por todos lados, esa acción fue mutua. Brian ya no lo soportaba y le dio la vuelta a Roger.

Desabrochó sus pantalones y los bajó junto con su ropa interior, le bajó la espalda haciendo que su rostro quedara con la parte delantera del auto. Roger solo sonrió levemente y acarició su auto.

El rizado evitó reír para no matar el momento, metió sus dedos a su boca y los pasó sobre la entrada de Rog a quién el cuerpo se le estremeció.

- Aquí voy... - Su voz era ronca y profunda. Lo penetró despacio, no quería lastimarlo, por otro lado Roger estaba intentando no pensar en el dolor sino en el placer que era el doble.

- B-Brian... Deberíamos entrar. - Dijo la entrecortada y excitada voz del rubio.
- Estoy adentro. - Sonrió de lado apretando con sus manos el trasero del rubio.
- Hablo de la casa. -
- Ah, sí. Claro. - Salió de él despacio para acomodar su ropa, entraron por la puerta para encontrar en la sala a dos personas. Era Laurie y alguien más pero no lo distinguió.

El rubio se acercó un poco más porque de igual forma debía hacerlo para subir por la escaleras para ir a su habitación con Brian.

Al ver ese cabello castaño supo inmediatamente de quien se trataba. Era Billie y lo miró con esa mirada tan sensual mientras fumaba un cigarrillo. Roger recordó toda esa noche y se puso tan nervioso que bajó la mirada, Brian y Laurie lo notaron pero igual lo ignoraron.

El rubio y su prima tenían un pacto: "si no preguntas no pregunto".

Al llegar a la habitación de Roger Brian lo tomó de su cara para besarlo con ganas.

- Quítate la ropa... - Murmuró con voz gutural en su oído.

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Espero que les esté gustando, trate de no hacerlo tan explícito para no incomodarlas. Lxs tqm

He Drives Me Crazy ; Maylor/DeacuryWhere stories live. Discover now