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NARRA PERRIE

Al entrar a casa me encontré con Jed, que estaba tirado en el sofá mirando atentamente el televisor.

- Hola hermanita - saludó cuando me vio.

- Hola - respondí un poco cortante.

- ¿Dónde estuviste? - preguntó con preocupación fingida - Mamá estaba preocupada - agregó y vaya que lo creí.

- ¿Es enserio? - pregunté con ilusión.

- No - dijo con burla - Ni siquiera se acordó de tu existencia.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. No sabía por qué seguía afectandome, ya debería estar acostumbrada a la indiferencia de mi madre.

Por suerte, me recompuse rápidamente y lo miré con los ojos entrecerrados.

- Oh, pero que gracioso - hablé con ironía. Acto seguido me saqué mis zapatillas y se las lancé.

- ¿Por qué eres tan bruta? - se quejó sobándose su cabeza.

- No lo sé Jed - me reí - Tal vez tú eres demasiado débil.

- Cállate - bufó para luego lanzarme mis zapatillas de vuelta. Las esquivé con facilidad.

- Bien, princesa - lo miré con diversión - ¿Dónde están los demás? - pregunté mirando toda la sala y parte de la cocina.

- Emma está en su habitación, obviamente, y mamá en el trabajo - dijo volviendo su atención al televisor.

- ¿Y papá? - pregunté realmente interesado.

- Arriba, esperándote - respondió inclinando su cabeza en dirección a las escaleras.

- Adiós, princesa - me burlé para subir rápidamente.

Era típico que mi hermana estuviera en su habitación y mi madre en el trabajo. Desde que Emma es una adolescente, esta familia se dividió un poco. Es como si fuéramos dos familias distintas viviendo en la misma casa. Yo, mi hermano y mi papá seríamos una familia; mi mamá y Emma, otra.

- Hola, papá - saludé entrando a la habitación que, hace poco más de un año, dejó de compartir con mi madre.

- Hola cariño - me sonrió con dulzura - ¿Dónde estuviste? No contestabas mis llamadas y estaba preocupado.

- Estaba en casa de Jade y olvidé mi teléfono aquí - expliqué jugando con mis manos - Lamento no haber avisado.

- Está bien pulga - dijo sin borrar su sonrisa - Pero para la próxima tienes que decirme ¿ok? - asentí con mi cabeza y me acerqué a abrazarlo.

Mi padre solía trabajar en una empresa muy reconocida en Londres, donde le pagaban muy bien; pero cuando le detectaron una enfermedad a los pulmones, tuvo que renunciar y decidimos mudarnos a un lugar más tranquilo.

Cómo mi padre no estaba en condiciones para trabajar, mi madre tuvo que hacerlo. El problema es que con el tiempo se fue obsesionando y ahora jamás sale de su oficina, a no ser que ocurra algo relacionado con mi hermana menor.

- ¡Emma! ¿Has visto mis audífonos? - pregunté tocando la puerta de la habitación de mi hermana.

- Los estoy usando - canturreó mientras  abría y efectivamente, ella los estaba usando.

- ¿Por qué? Tú tienes un montón - me quejé.

- Sí, pero los perdí todos - se encogió de hombros.

- Devuélveme mis audífonos niña caprichosa - hablé con firmeza. Ella simplemente rodó los ojos mientras se quitaba los aparatos y luego me los lanzó al rostro - ¡No tenías que hacer eso! - chillé

Love me baby, pleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora