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NARRA JADE

Hasta ese momento mi estadía en Miami estaba siendo fantástica. La gente ahí era muy agradable, por lo que no fue difícil integrarme a un grupo de amigos. Conocí a esos chicos en la playa y, luego de intercambiar un par de palabras, quedamos de ir juntos a un bar esa misma noche. Hace tiempo no me divertía tanto y creo que nunca en mi vida me había sentido tan eufórica y cómoda con un grupo de gente.

Además de eso, había tenido mucho tiempo para mi misma. Me relajé y ordené todas las ideas en mi cabeza.

Llegué a la conclusión de que no podía seguir atormentándome por una persona que no había tenido las agallas para luchar por lo nuestro. No podía seguir pensando en ella pues realmente me deprimía. Sabía que con el tiempo terminaría aceptando la realidad de las cosas: Perrie y yo no podíamos estar juntas. Era consiente de que al principio dolería, pero después de todo tendría que superarlo y continuar con mi vida. No podía quedar estancada, menos por una persona.

Me estaba sintiendo tan bien en esa ciudad que consideré seriamente empezar a ver universidades. Aún tenía tiempo para decidirlo, pero la idea era tentadora. 

Danielle mencionó que habían excelentes universidades allí y que varias estaban cerca de su casa. También dijo que podría soportarme un par de años más, por lo que tenía la posibilidad de vivir en su apartamento mientras estudiaba. A decir verdad la idea me pareció fantástica.

NARRA PERRIE

Estuve varios días pensando e intentando organizar las ideas en mi cabeza. Buscaba los pros y los contras en cada situación que se me venía a la mente y, aunque estaba exhausta, mi cerebro no paraba. Analizaba cada cosa en diferentes puntos de vista y es que no quería cometer otro error.

Finalmente decidí que lo más sensato era disculparme con Jade, pero no esperar que las cosas volvieran a ser como antes. Porque si bien me encantaría estar con ella y tener una relación, no lo veía posible por varios factores: 

Primero, era muy probable que ella me odiara y no quisiera verme la cara. 

Segundo, había pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, así que probablemente sus sentimientos hacia mí ya habían desaparecido. 

Tercero, si bien ya no temía lo que mi madre pudiera pensar acerca de mi relación con Jade, si sabía que esa mujer sería capaz de intervenir y hacernos daño. No quería que la morena saliera perjudicada, así que lo mejor era no involucrarla de esa forma. 

Creo que son razones suficientes que impiden que estemos juntas.

Lo único de lo que estaba cien por ciento segura es que ella merecía una disculpa de mi parte. Una disculpa por haber sido tan cobarde y no afrontar a mi madre desde un principio. Si lo hubiera hecho las cosas serían completamente diferentes; nos hubiéramos ahorrado muchas lágrimas y dolores de cabeza.

Era bastante temprano en la mañana cuando salí decidida de mi habitación dispuesta a arreglar mis errores. Pero por supuesto mi madre tenía que hacer su aparición.

- ¿A dónde crees que vas? - preguntó mientras sostenía una taza de humeante café entre sus manos.

La miré fijamente a los ojos durante unos segundos y luego bufé frustrada. Ella seguía teniendo esa mirada dura y altanera; seguía pensando que podía controlarme y hacerme sentir vulnerable. 

Cuán equivocada estaba.

- ¿Es enserio? ¿Después de todo lo que te dije? ¿Después de todas las veces que me haz visto llorar por tú culpa? ¿No piensas cambiar o al menos intentarlo? - le pregunté un poco incrédula - ¿Eres consiente de todo el daño que haz causado? - me acerqué amenazante a ella mientras la apuntaba con el dedo índice. Ni siquiera esperé una respuesta de su parte - ¡Pero claro que eres consiente! ¡Lo haz visto frente tus propios ojos! Y aún así no te importa - dije alzando mi voz - Ya estoy harta de ti. Déjame en paz, por favor - esto último se lo pedí suplicante, porque realmente estaba agotada y no quería seguir haciendo eso. Quería que todo terminara.

Luego de unos segundos en silencio, ella se acercó a mí sin apartar la mirada de mis ojos. Pero esa vez no me sentí intimidada o asustada.

- No vuelvas a alzarme la voz - murmuró con el semblante serio. Noté que sus dientes se apretaban con fuerza al ver la tensión en su mandíbula. 

- Bien - susurré dando medio vuelta para luego salir prácticamente corriendo de ese lugar.

Un par de cuadras más allá me encontré frente a la casa de los Thirlwall. Me quedé varios segundos frente a la puerta principal sin saber que hacer exactamente. Mis manos estaban sudorosas y mi labio inferior temblaba. Un millón de dudas empezaron a invadir mi cabeza. De repente me sentía débil y vulnerable, algo que he sentido en varias ocasiones durante los últimos meses. 

Antes de que pudiera arrepentirme, la puerta de madera se abrió lentamente dejándome ver a una Norma recién despertando. Lo supe pues su rostro estaba somnoliento y su cabello estaba desordenado. No podía culparla, realmente era temprano.

- ¿Perrie? - murmuró seguido de un bostezo.

Cuando finalmente confirmó que era yo su semblante se volvió serio. De inmediato supe que ya lo sabía absolutamente todo. 

- H-hola Señora Thirlwall - saludé sintiéndome más nerviosa aún. Tenía ganas de enterrarme bajo tierra y jamás salir de ahí.

- ¿Qué haces acá? - preguntó con mucha seriedad.

- Y-yo... - pasé una de mis manos por mi nuca intentando calmar el dolor punzante en la zona - Vine a ver a Jade - respondí finalmente. Soltó un largo y pesado suspiro antes de hablar.

- Ella no se encuentra en casa, Perrie - dijo rascando su sien. Luego de unos segundos decidí volver a hablar.

- ¿Usted sabe lo que sucedió verdad? - pregunté en un susurro, mirando el piso avergonzada.

- Sí, Jade me lo contó - murmuró.

- ¿Ella le pidió que me dijera esto? ¿que no se encontraba en casa? - pregunté un poco desanimada. Aunque no debería haberme sorprendido considerando la situación.

- No - respondió, y al ver sus ojos supe que estaba siendo sincera - Ella se fue de viaje hace un poco más de dos meses - explicó con algo de tristeza.

Solté un suspiro tembloroso sintiéndome estresada y angustiada. Moría por ver a Jade en ese momento y disculparme lo antes posible, pues sentía que entre más tiempo dejara pasar, más me odiaría. Todo me estaba saliendo mal.

- Está bien - susurré mientras aparecía un familiar ardor en mi garganta. Mis ojos se llenaron de lágrimas pero no me permití llorar en ese momento - Lamento lo que hice, Señora Thirlwall. No quería lastimar a su hija, solo buscaba protegerla - dije en un murmullo a penas audible. No podía hablar más fuerte pues sabía que mi voz se quebraría.

Estaba dispuesta a irme de allí, pero sentí una mano sobre mi antebrazo deteniéndome. 

- Ella volverá en dos semanas - dijo con una leve y cansada sonrisa. 

Le sonreí de vuelta, o al menos intenté hacerlo. 

- Gracias - murmuré y esta vez si me fui, con un sabor amargo en la boca.

Lo cierto es que estaba asustada; no sabía si en dos semanas más tendría el valor para hablar con la morena. Tal vez ese día fui a su casa solo por un mágico impulso que capaz no vuelva a aparecer.

No quería seguir arruinando las cosas, en serio no quería.





Love me baby, pleaseWhere stories live. Discover now