26

812 52 0
                                    

NARRA PERRIE

A penas salí de la habitación de mi hermana me encontré a mi madre. Para mi mala suerte me estaba mirando con el ceño fruncido y los brazos cruzados, lo cual podía significar solo una cosa, estaba a punto de regañarme. 

Suspiré pesadamente mientras ponía una expresión seria en el rostro. No dije nada, simplemente esperé a que ella hablara. 

- Anoche escuché mucho ruido en la sala de estar - fue lo primero que dijo y en ese momento supe que estaba jodida. Lo único que se me pasaba por la mente es que me haya visto llevar a Emma medio inconsciente hasta su habitación. Cerré los ojos y llené mis pulmones de aire, preparándome para un gran escándalo. - No quise salir de mi habitación pues quien sabe lo que me iba a encontrar - cuando dijo eso abrí mis ojos y, aunque me sentí un poco aliviada, seguía sin entender a dónde iba todo eso - No te hagas la tonta, sé que fuiste tú.

Toda la situación me estaba poniendo ansiosa. No paraba de morder mi labio inferior y ya sentía el temblor en una de mis manos. No me sentía así solo por esa situación en particular, sino por todo en general. Estaba harta de los insultos, los gritos y las discusiones; estaba cansada de tener que estar alerta todo el tiempo en mi propia casa; estaba tan exhausta de todo. Ya no quería seguir haciéndolo. No podía más.

- Escucha, no sé lo que estás a punto de decir, pero sé que todo va a acabar en una absurda discusión - murmuré intentando ignorar el ardor en mi garganta - Estos últimos meses han sido un infierno y todo es culpa, porque no puedes aceptar que no soy como el resto de las chicas. 

- Esto no tiene nada que ver con tu condición, Perrie - dijo ella, teniendo el descaro de llamarlo así. Una condición. Como si se tratara de una enfermedad. Aún así decidí dejarlo pasar pues tenía asuntos más importantes de los que hablar.

- ¿Ah no? - pregunté con ironía - Entonces ¿por qué me haz tratado así desde que me viste besar a una chica? - la miré fijamente a los ojos esperando ver algo de arrepentimiento en ellos, pero nada - Antes eras indiferente conmigo, no te importaba lo que hiciera con mi vida ¿por qué desde que besé a Jade estás encima mío regañándome o intentando cambiar lo que soy?

- Porque no es normal - respondió intentando acercarse a mí. Automáticamente retrocedí un paso.

- ¿Y tratar a tu propia hija de esta forma sí lo es? ¿Golpearme lo es? - pregunté sin ser capaz de retener mis lágrimas por más tiempo - Me haces sentir tan miserable, ¿eso es normal para ti?. Se supone que eres mi madre, la persona que debería amarme incondicionalmente, pero aquí estamos - me tomé unos segundos para sollozar con amargura mientras limpiaba mis lágrimas con brusquedad. Estaba frustrada, no quería sentirme así por su culpa - Me odias por lo que soy y honestamente ya estoy harta de todo esto. Estoy tan cansada - susurré.

Me quedé en silencio esperando que ella dijera algo, lo que fuera, pero no lo hizo. No me gritó, tampoco me humilló, simplemente guardó silencio.

- Vete a la mierda - murmuré dando media vuelta para caminar rápidamente hacia mi habitación.

Cerré la puerta con brusquedad para luego deslizarme por ella hasta quedar sentada en el piso. Abracé mis piernas con fuerza y continué llorando.

El ardor en mi garganta iba incrementando, era como si un millón de espinas estuvieran pinchando desde el interior. La presión en mi pecho se estaba haciendo insoportable y cada vez era más difícil respirar.

Finalmente estaba sucediendo, me estaba desmoronando y esa vez no sabía si podría volver a levantarme. Me sentía demasiado débil.

---

Love me baby, pleaseWhere stories live. Discover now