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NARRA JADE

El trayecto a tierra firme fue silencioso, pero no incómodo. Nuestras manos no se separaron en ningún momento y entonces noté que encajaban a la perfección, como si estuvieran hechas para estar unidas. De vez en cuando me giraba para ver el rostro de mi amiga, que mantenía una leve sonrisa mientras concentraba su atención en el suelo bajo nosotras.

A lo lejos divisé varios locales juntos, algunos de comida y otros de artesanía, y recordé que el hombre de la lancha nos habló acerca de un lugar con buena reputación en cuanto a su comida. Estaba haciendo un gran esfuerzo por recordar el nombre de ese lugar, pero fracasé. Por suerte Perrie tenía mejor memoria que yo.

Nos adentramos en el local y de inmediato lo adoré. Tenía algo rústico que me hizo sentir en casa, pero también había algo de elegancia y comodidad. Simplemente hermoso.

Aún con nuestras manos unidas, Perrie y yo nos dirigimos a una de las mesas vacías. Cuando nos sentamos, solo tuvimos que esperar unos segundos para que alguien llegara a tomar nuestra orden.

- Buenas tardes. Mi nombre es Claud, y hoy seré su mesero - dijo un chico alto, de cabello castaño y piel morena.

- Buenas tardes - saludé cortésmente. El chico se me quedó mirando con una amable sonrisa en su rostro.

- ¿Qué les puedo servir? - preguntó sin apartar la vista de mí. De reojo pude ver que mi acompañante se removía incómoda en su asiento. 

Estaba a punto de responder cuando siento una cálida mano acariciar la mía sobre la mesa. Miré a Perrie sin entender lo que acababa de hacer, pero ella simplemente decidió ignorarme.

NARRA PERRIE

Ese chico no paraba de mirar a la castaña frente a mí y no pude evitar sentir celos. Sabía que no tenía derecho a sentirme de esa forma, pues Jade y yo solo éramos amigas, pero aún así quería demostrarle a ese tipo que la morena era demasiado buena para él.

- ¿Qué nos recomiendas, Claud? - pregunté con una sonrisa forzada. Mi mano seguía sobre la de mi amiga.

El moreno me miró por primera vez desde que llegó a nuestra mesa y me sonrió un poco apenado. Había captado el mensaje.

- No es por presumir, pero tenemos la mejor lasagna de toda la isla - habló el chico con orgullo.

- Bien, me gustaría comprobar si es cierto - le di una media sonrisa - Lasaña para mí ¿y tú qué quieres, bebé? - le pregunté a Jade que me miraba con su cabeza ladeada, claramente confundida.

- Y-yo... - tartamudeó. Parecía que estaba intentado salir de un trance - Lasaña, también - respondió finalmente.

- ¿Algo para beber? - volvió a preguntar sin quitar su sonrisa amable.

- Agua, por favor - respondió la morena rápidamente. 

- Lo mismo - dije y finalmente el chico asintió con la cabeza para luego marcharse.

Volví mi vista a mi acompañante la cual me observaba detenidamente. Sus ojos recorrieron cada parte de mi rostro y luego se enfocó en nuestras manos unidas. De inmediato alejé la mía sintiéndome nerviosa. 

- ¿Qué fue eso? - preguntó en un murmullo. 

- ¿De qué hablas? - la miré fingiendo estar confundida. Sabía perfectamente a lo que se refería, pero no estaba lista para dar explicaciones.

- Olvídalo - me miró con sus ojos entrecerrados y supe que dejaría de lado el tema... al menos por ahora.

Nos quedamos unos minutos en silencio simplemente observando el lugar. 

Love me baby, pleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora