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NARRA PERRIE

Tomé una respiración profunda antes de voltearme para quedar frente a la puerta principal de mi casa. No quería entrar, a pesar de que era poco probable encontrarme a mi madre, eso no quitaba los nervios que revolvían mi estómago.

Cuando al fin tuve el valor de abrir la puerta, quedé petrificada al quedar frente a la persona que menos esperaba ver en ese momento.

Por un momento tuve que recordarme que debía respirar y saqué todo el aire que se había acumulado en mis pulmones. Ella me estaba mirando fijamente con una expresión seria en el rostro, lo que me puso más nerviosa aún.

- ¿No piensas entrar? - preguntó cínicamente, causando escalofríos por todo mi cuerpo. Esto no estaba para nada bien.

- Y-yo no... - comencé a balbucear cosas que ni yo misma pude entender, pero no pueden culparme... estaba asustada.

De repente siento que agarra mi muñeca para meterme bruscamente al interior de la casa. Cierra la puerta con fuerza y voltea a verme con furia.

- ¡¿Por qué mierda estabas besando a esa chica?! - gritó histérica y me estremecí.

No sabía qué responder, mi mente estaba en blanco. Solo rogaba que mis hermanos estuvieran en casa y me ayudaran a huir de todo lo que estaba por pasar.

Al no obtener respuesta, mi madre agarró mi antebrazo con fuerza y comenzó a sacudirme.

- Respóndeme - exigió con dureza.

Fruncí el ceño al darme cuenta de que yo estaba actuando como una niña cobarde cuando no le debo explicaciones a nadie, menos a ella. El temor que sentía desapareció para darle paso a la rabia e impotencia.

- No tengo que responderte - hablé seriamente mientras me soltaba de su agarre - No tienes derecho a exigirme nada.

- Claro que tengo derecho, Perrie, soy tu madre - dijo recalcando cada una de sus palabras.

- Oh ¿enserio? - pregunté con sarcasmo - Porque que yo sepa no haz actuado como tal en los últimos años - crucé los brazos sobre mi pecho y le mantuve la mirada - Y si tanto te interesa saber por qué la bese, pues es simple, ella me gusta. Estoy enamorada de esa chica y no tienes derecho a juzgarme por eso.

Antes de que pudiese decir algo más, siento su mano impactar contra mi mejilla. Incrédula, llevo una de mis manos a mi rostro sintiendo un escozor en la zona. La miro con impotencia, pero no soy capaz de decir nada, tampoco de huir, a pesar de que quiero correr a mi habitación y no salir nunca más de ahí.

- Tú no eres así - murmuró con la voz temblorosa - Yo no te crié de esa forma.

Me tomó unos segundos recomponerme para responder.

- Bueno, supongo que algo salió mal en tu método de crianza - dije con frialdad antes de dar media vuelta y subir a mi habitación.

La escuché gritar mi nombre varias veces pero solo la ignoré, principalmente porque estaba aguantando el llanto y no quería que me viera vulnerable.

Cerré mi puerta con seguro pues estaba dispuesta a quedarme todo el día encerrada con tal de no ver a nadie.

Me lancé a la cama y comencé a golpear ni almohada con impotencia. Aunque intenté ser fuerte, las lágrimas no tardaron en caer.

Quise llamar a Jade para contarle lo que había sucedido, sabía que escucharla me haría sentir mejor, pero no pude hacerlo, juro que no pude.

NARRA JADE

James me ayudó a bajar las maletas del auto y llevarlas a mi habitación. Me gustaría pensar que fue un simple gesto de caballerosidad, pero sabía que en realidad estaba ansioso de escuchar lo que había sucedido en mis vacaciones con la rubia.

Cuando estuvimos en la sala, noté su mirada impaciente sobre mí, pero no quise hablar primero pues no sabía cómo empezar.

- ¿Y bien? - habló luego de unos minutos - ¿Me contarás lo que sucedió con Perrie?

Me sorprendió que fuera tan directo, pues si bien nuestra relación ha mejorado luego de todo lo que sucedió, aún no vuelve a ser lo que era antes. Aún no podía confiar plenamente en él.

Notó que estaba dudando demasiado por lo que decidió volver a hablar.

- Sé que fui un idiota antes - murmuró mirando sus manos - Pero te prometo que ahora puedes confiar en mí.

- James, es complicado - susurré apenada. Ni siquiera sé por qué me sentía tan culpable.

- Está bien - me sonrió debilmente - Lo entiendo.

Asentí con mi cabeza sin ser capaz de mirarlo. Sentí cómo se levantó de su asiento y se comenzó a alejar lentamente.

Durante unos segundos tuve una intensa batalla conmigo misma y finalmente decidí detenerlo. Ya nos había visto besarnos ¿qué más da?

- James, espera - hablé con firmeza - Okay, aquí vamos - susurré para mi misma. Cuando lo vi acercarse nuevamente decidí empezar hablar, antes de arrepentirme - Me gusta Perrie ¿ok? Me gusta mucho y, aunque  ni yo pueda creerlo aún, yo también le gusto a ella. No somos nada oficial, pero sé que eso va a cambiar pronto - una pequeña sonrisa apareció en mi rostro al recordar todo lo que había sucedido en esa semana.

Volví mi atención a mi hermano y se veía aturdido.

- Vaya - creo que le tomó trabajo procesar toda la información, pero cuando lo hizo no dudó en sonreírme con sinceridad - Estoy muy feliz por ti, hermanita.

Posó su mano mi cabeza y revolvió mi cabello, solo para molestarme. Me aparté con una mueca de asco exagerada haciéndolo reír.

- Debo admitir que no tenía planeado contartelo... pero me alegra haberlo hecho - murmuré con una sonrisa sincera que de inmediato devolvió.

Luego nos dirigimos a la cocina pues aún debía saludar a mamá. La encontramos bastante concentrada picando verduras sobre la tabla de cocina, por lo que me acerqué sigilosamente para planatrle un sonoro beso en la mejilla.

Ella dio un pequeño respingo mientras se llevaba una mano al pecho.

- Hola mamá - saludé fingiendo inocencia.

- No vueltas a hacerme eso - dijo tomando un paño para golpearme con él.

Escuché la risa burlona de James y no dudé en fulminarlo con mi mirada. Luego de saludarme como se debe, mi madre siguió cocinando. Tuvimos que esperar un par de minutos para que la cena estuviera lista.

- ¿Cómo te fue? - preguntó mi madre cuando estuvimos sentados alrededor de la mesa.

- De maravilla, todo era tan hermoso - respondí con entusiasmo.

- Me alegra mucho, cariño - me sonrió.

La cena transcurrió con normalidad. Juro que nada podía quitar ese sentimiento de felicidad que permanecía en mi pecho.

Llegó la hora de irse a dormir y subí rapidamente a mi habitación para prepararme. Estaba ansiosa por llamar a Perrie y hablar un rato con ella, pero no obtuve respuesta. Entonces decidí mandarle  un mensaje solo para obtener los mismos resultados... nada.

Supuse que estaría dormida, así que le dejé un tierno mensaje de buenas noches y me dispuse a dormir.

Love me baby, pleaseWhere stories live. Discover now