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NARRA PERRIE

Luego de pasar algunas horas en mi habitación decidí hacer lo correcto y enfrentar nuevamente a mi hermana. Debía insistir hasta que me perdonara y volviera a confiar en mí.

Recordé que esa noche ella estaría en la casa de una amiga, por lo que en ese momento no podía poner en práctica el plan que se me ocurrió para que ella me escuchara, que básicamente consistía en encerrarla en mi habitación mientras yo rogaba por su perdón. Esa noche me propuse idear otro plan.

Eran las dos de la madrugada y aún no lograba conciliar el sueño, por lo que me levanté frustrada de mi cama dispuesta a salir de mi habitación. Hice una parada rápida en la cocina para tomar un vaso de agua y luego me dirigí a la sala, en dónde encendí la televisión esperando encontrar algo interesante para mirar.

Un programa de remodelación logró captar mi atención, por lo que me acomodé mejor en el sofá para mirar a un par de hermanos remodelar casas antiguas.

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No recuerdo en qué momento empecé a sentirme exhausta, pero de repente mis párpados pesaban demasiado como para mantener mis ojos abiertos, así que simplemente me rendí ante el cansancio. Estaba sobre la delgada línea que separa el sueño de la vida real cuando un fuerte estruendo me hizo sobresaltar.

Me levanté bruscamente del sofá mirando alarmada hacia todas partes. Vi que la televisión seguía encendida, pero a parte de eso todo estaba a oscuras, por lo que tuve que caminar con sumo cuidado. Mientras rodeaba el sofá para alcanzar el interruptor de la luz escuché una carcajada. Me detuve en seco sintiendo mi piel erizarse debido a la sorpresa y el miedo.

Tomé una gran bocanada da aire antes de empezar a correr, hasta que llegué a la pared en la que se encontraba el interruptor. Lo presioné sintiendo un enorme alivio al ver como el lugar se iluminaba.

- ¿Emma? - murmuré confundida al ver a mi hermana, que intentaba subir un escalón sin tener mucho éxito pues no lograba coordinar sus movimientos.

Me acerqué cautelosamente a ella y di un golpecito en su hombro para llamar su atención. Ella volteó a verme risueña y con las mejillas sonrojadas.

- ¿Qué haces aquí? Creí que estarías con tu amiga - cuestioné aún más confundida por su extraña actitud.

- Hola hermanita - saludó arrastrando las palabras. Me acerqué más a ella y la miré fijamente a los ojos.

- ¿Emma, estás borracha? - pregunté al ver que sus ojos estaban más pequeños y que no podía enfocar su atención en mí - Maldición - murmuré sintiéndome repentinamente estresada.

No quería que mi madre despertara y viera a su hija en esas condiciones, porque de seguro me culparía y tendría otra razón para despreciarme. No podía dejar que la situación entre nosotras empeorara, si es que eso era posible.

- Está bien - susurré luego de soltar un largo suspiro - Te llevaré a tu habitación, por favor trata de no hacer ruido - la miré suplicante para luego pasar su brazo por mi hombro para que no perdiera el equilibrio al subir las escaleras.

Durante el trayecto, varias veces empezó a soltar pequeñas risas sin razón alguna y no me quedó de otra que cubrir su boca con la palma de mi mano.

Cuando al fin llegamos a su habitación, nos dirigí directamente al baño. Esa chica necesitaba un baño urgente para disminuir los efectos del alcohol en su sistema. La ayudé a despojarse de sus prendas hasta dejarla en ropa interior. Mi vista se fijó en sus brazos descubiertos durante unos segundos, provocando un sabor amargo en mi boca.

Encendí la llave del agua y luego tomé una de las manos de mi hermana para dirigirla con cuidado al interior de la ducha. Su cuerpo reaccionó a la baja temperatura del agua estremeciéndose por completo. Sentí lastima al verla temblar de frío, pero sabía que era lo mejor para pasar un poco la borrachera.

Cuando supe que era suficiente, corté el agua y la envolví en su bata de baño. De inmediato noté que se encontraba más sobria y atenta, así que le pedí que se quitara las prendas mojadas mientras yo iba por su pijama.

Todo era un desastre en esa habitación, lo que me dificultó el trabajo de encontrar ropa cómoda para Emma, pero finalmente lo logré y volví al cuarto de baño para entregarle las prendas que había escogido.

Finalmente vi a mi hermana salir de ahí completamente vestida y con su cabello húmedo. No quería alterarla con el estruendoso sonido del secador de pelo, por eso decidí hacerle un par de trenzas para que durmiera sin pescar un resfriado.

Cuando ya estuvo lista se recostó en su cama sin siquiera cubrirse con las mantas, de eso me encargué yo.

- ¿Te sientes bien? - pregunté hincándome al lado de su cama para quedar a su altura. Ella asintió con sus ojos cerrados - Descansa - deposité un beso en su frente antes de levantarme, dispuesta a salir de su habitación.

- Perrie - escuché un leve murmullo de su parte. Me voltee a verla sintiendo algo extraño en el pecho. Hace tiempo no me dirigía la palabra y el que lo hiciera justo en ese momento se sintió extraño. Quizá esperaba que ella me pidiera quedarme para cuidarla, quizá esperaba un agradecimiento de su parte para luego afirmarme que todo estaba bien. 

- ¿Sí? - pregunté en un hilo de voz. Me acerqué nuevamente a ella, expectante por lo que me diría a continuación.

- ¿Por qué me odias tanto? - murmuró con la voz entrecortada.

Mis ojos se llenaron de lágrimas pues eso no era lo que yo esperaba. Era todo lo contrario de hecho.

- No digas eso, por favor - susurré acariciando su cabello - No te odio, jamás podría odiarte - mi voz sonó temblorosa, pero estaba dispuesta a seguir hablando... hasta que escuché un pequeño ronquido, indicándome que estaba dormida.

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- Hey - saludé mientras me adentraba a la habitación con una botella de agua y una aspirina en la mano.

- Hola - murmuró con voz ronca.

- Te traje esto - le enseñé las cosas que traía conmigo - Para la resaca - expliqué en voz baja para que mi madre no escuchara.

Ella asintió levemente con su cabeza mientras recibía las cosas. Puso la pequeña pastilla en su lengua y luego tomó agua desesperadamente.

- Gracias - dijo limpiando la comisura de su boca con la manga de su sudadera.

- No hay de que - respondí con una sonrisa. Sin más que agregar me di media vuelta y salí de su habitación.

Quería hablar con ella y explicarle tantas cosas, pero debía esperar a que se sintiera mejor y estuviera dispuesta a oírme.

Ahora sólo debía procurar evitar a mi madre a toda costa.

Love me baby, pleaseWhere stories live. Discover now