21

800 52 0
                                    

NARRA JADE

Cuando la mujer anunció mi nombre, Leigh Anne y Jesy voltearon a verme con una pequeña sonrisa. Me adentré en esa enorme habitación y, sin exagerar, parecía el cuarto de una princesa. Las paredes eran completamente blancas y los muebles de madera le daban un toque de elegancia. Además, la cama era enorme y un largo velo colgaba sobre ella.

- Hola, Jade - saludaron ambas al unísono.

- Hola chicas - saludé un poco tímida. Lo cierto es que seguía nerviosa y no creía que esa sensación fuera a desaparecer.

- Bien, ¿qué película quieren ver? - preguntó Jesy apoyando sus manos en la cintura.

- ¡Terror! - gritó Leigh llena de emoción. Esto nos hizo reír a todas.

- ¿Qué dices? - preguntó la anfritiona de esa casa, esta vez dirigiéndose a mí. Me limité a asentir con la cabeza y una sonrisa que permanecía en mi rostro - Entonces terror será.

Demoramos varios minutos en decidir qué película veríamos, principalmente porque Leigh Anne no dejaba de hacer comentarios críticos hacia la mayoría de las películas. Aparentemente la morena era una entusiasta del cine. Como sea, logró sacarme una que otra carcajada.

Finalmente decidimos ver Cuando las luces se apagan. Debo admitir que jamás grité tanto durante una película. Sirvió para romper el hielo y relajarnos un poco.

Después de todo me alegré de haber ido. Me ayudó a distraerme y a darme cuenta de lo divertidas que eran esas chicas.

NARRA PERRIE

Me encontraba mirando un punto fijo en la pared de mi habitación, sin ser realmente consciente de ello. Mi mente estaba en un lugar completamente diferente. Lo único que podía sentir era el cansancio en cada parte de mi cuerpo.

De repente siento tres golpes en la puerta de mi habitación. No me digné a responder hasta que escuché la voz de mi hermana.

- ¿Perrie? - preguntó al otro lado de esa puerta.

- Pasa - grité sin mucha emoción. Aún no me había levantado a pesar de que ya era medio día.

Sentí la puerta abrirse, pero ni siquiera fui capaz de moverme de mi posición.

- ¿Piensas estar todo el verano encerrada en tu habitación? - habló con gracia en su voz. No estaba de humor para chistes, así que simplemente asentí con mi cabeza.

La habitación quedó en completo silencio, algo que agradecí pues casi no soportaba el dolor de cabeza. Lamentablemente, Emma siguió hablando.

- ¿Qué te sucede? - preguntó preocupada. Creo que nunca se había dirigido a mí de esa forma, pues nunca antes se había preocupado por mí.

No sé de dónde vino ese pensamiento y por qué apareció justo en ese momento, pero me molestó.

En vez de responder con palabras, me encogí de hombros sin apartar la mirada de la pared.

- ¿No piensas hablar? - cuestionó y pude notar que se estaba empezando a molestar.
No le di importancia. Yo ya tuve que soportar su actitud de mierda durante varios años, no tenía derecho a quejarse - ¿Qué carajos te pasa, Perrie? - preguntó perdiendo la paciencia.

Por alguna extraña razón estaba muy molesta con ella, y el que me hablara de esa forma solo lo empeoró.

- ¿Por qué mierda te importa tanto, Emma? - pregunté bruscamente mientras me inclinaba en la cama para mirarla por primera vez desde que se presentó en mi habitación - Mejor vete y déjame en paz - murmuré enfadada.

Me miró fijamente a los ojos durante unos segundos, ambas estábamos muy molestas.

- Escucha, no sé qué te sucede - empezó a hablar un poco más tranquila - Pero no es justo que descargues toda esa ira conmigo.

Me froté los ojos cansada de discutir, pero mi mal humor seguía intacto.

- Entonces te pido amablemente que salgas de mi habitación y me dejes sola - murmuré con suavidad, aunque mis palabras estaban cargadas de enojo.

- No, no me voy a ir - sentenció con firmeza - Necesito que me digas lo que ocurre. Soy tu hermana ¿acaso no confías en mí? - cuestinó.

- ¿Enserio me lo estás preguntando? - la miré perpleja. Ella asintió desconcertada por mi nueva actitud - ¡Claro que no confío en ti Emma! Estos últimos años haz actuado como una extraña para mí, ¿cómo quieres que confíe en ti? - hablé alzando un poco la voz. Estaba realmente molesta, aunque inicialmente mi hermana no tuviese nada que ver con eso.

Pude notar que mis palabras la hirieron y de inmediato me arrepentí de haberlas dicho, pero por alguna razón mi boca no podía cerrarse.

- No me mires así que todo fue tu culpa - la apunté con mi dedo índice - Tú te alejaste de mí solo para convertirte en la niña caprichosa de mamá - dije.

- No puedo creer que me estés diciendo esto - murmuró incrédula - Creí que ya habías superado ese tema, creí que lo habíamos olvidado.

- Pues ya ves que no - respondí con simpleza, volviendo a recostarme y pegando mi mirada al techo.

De reojo pude ver como se levantó de mi cama y de a poco se fue alejando.

- Deja la puerta cerrada - dije en un tono neutral que hasta a mí me sorprendió. Luego de unos segundos escuché un fuerte portazo.

Solté un suspiro tembloroso y las lágrimas no tardaron en hacer su aparición.

Un sentimiento de culpa y arrepentimiento se instaló en mi pecho.

Era consciente del error que acababa de cometer, pero no tenía las fuerzas necesarias para levantarme y disculparme con mi hermana. Simplemente no podía.

Lo único que hice fue descargar en Emma toda la ira que sentía por todo lo que estaba sucediendo en mi vida; no poder estar con la persona que amaba, haber arruinado las cosas con esa persona, ser tan cobarde, soportar todas las cosas que mi madre hacía en mi contra.  Todo eso me tenía agotada.

Tan así que cuando mis párpados empezaron a pesar, no dudé en cerrar los ojos para volver a dormir.

Esa era la única forma que conocía para escapar de la realidad.





Love me baby, pleaseWhere stories live. Discover now