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_Toma, acá tenés el agua_ Argentina le entregó la botella helada al país tricolor. Le quitó con delicadeza la máscara de oxígeno que cubría su nariz y boca para facilitarle el beber.

_Gracias Arg-_ otro ataque de tos. El latino vió como su amigo se encogía mientras tosía de forma violenta, pequeñas nubecillas de gris ceniza saliendo de su boca.

_Sh sh..._ intento consolarlo, masajeando su espalda con gentileza. Cuando la tos cesó brevemente, el más alto lo miró con desesperación y cansancio. Su tórax y zona abdominal debían de estarle doliendo horrores debido a la contracción de los músculos que generaba aquella terrible tos.

Tomó una pequeña tapa transparente y numerada, de esas que vienen en las cajas de jarabes para medir la dosis, y vertió aquel medicamento hasta el punto indicado. Ayudó al contrario a beber aquel jarabe de sabor desagradable pero gran efectividad, viendo como hacía una mueca de asco y bebía un gran y desesperado trago de agua helada.

Del otro lado de la cortina pudo escuchar otra tos más seca y violenta._ Eu, si pasa algo llamame con el botón rojo ¿Si?_

Rusia asintió lentamente, bebiendo con desespero el agua fría del pico de la botella. Hizo una mueca, seguramente por el terrible sabor del humo y medicamento en su boca.

Argentina tomó otras dos botellas de la hielera, junto con una botella de jarabe. Corrió un poco la cortina celeste y pasó del otro lado, acercándose a la segunda camilla donde otro individuo se encontraba encogido, su cuerpo siendo recorrido por pequeños espasmos mientras tosía contra la almohada.

_Bra, te traje más agua y remedio..._ tomó la nuca de su amigo y pasó su brazo bajo sus muslos, enderezandolo en la camilla. Un fuerte olor a humo le llegó a las fosas nasales, y pudo ver pequeñas nubecillas grises salir cada vez que su amigo soltaba un jadeo. Esta vez, la dosis de jarabe que debía darle a su amigo era mayor que la que le dió horas antes, debido a la forma en la que el problema se hacía más grave.

Acercó la tapa transparente a los labios de su amigo con sumo cuidado, haciendo que beba aquel remedio de golpe antes de que otro ataque de tos lo perturbe. El de habla portuguesa hizo una mueca, pero en sus ojos solo podía ver agradecimiento. Argentina lo ayudó a beber un poco de agua mientras intentaba tranquilizarlo diciendo que el remedio aliviaría mucho su tos y el dolor de garganta, y que si necesitaba algo para el dolor abdominal le avisara inmediatamente.

_Obrigado Argentina..._ murmuró con voz ronca, tomando la mano que el albiceleste había puesto en su frente para sentir su temperatura.

_De nada Bra, todo va a salir bien..._ sonrió con ternura y le colocó una máscara de oxígeno para facilitar la llegada de aire limpio a sus débiles pulmones. Luego de hechar una última mirada para asegurarse de que todo estaba más o menos bien (la vía intravenosa bien colocada, la máscara bien abastecida de oxígeno, la camilla estable...) se dirigió a la puerta que separaba la unidad donde los dos pacientes se encontraban en cuidados intensivos. Ambas camillas eran separadas por una cortina que se mecía levemente por la brisa de aire fresco que entraba por la ventana, abierta para que la circulación del aire fuera mejor.

_¿Cómo están?_ preguntó Perú, cruzado de brazos. Había estado esperando fuera de la habitación con preocupación, deseando saber el estado de ambos países cuyos territorios sufrían en esos momentos.

_Igual. Mucha tos, humo, dolor abdominal por la contracción de los músculos, dolor de garganta, deshidratación..._ Argentina se quitó los guantes de látex blancos y los tiró en el cesto más cercanos. Desabotono la bata blanca que llevaba puesta y quitó el estetoscopio de sus hombros. Soltó un largo suspiro de preocupación y miró a su amigo, abatido.

°Fuerte° (C.H. Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora