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1912


_How much is left to arrive to the place? [¿Cuánto queda para llegar al lugar?]_ 

_Five minutes, sir [cinco minutos, señor]_ afirmó su acompañante con la vista fija en la ventana de aquel carruaje_

El país del traje suspiró por lo bajo, sintiendo el bamboleo que daba el transporte a medida que avanzaba por las ruidosas y concurridas calles de aquella ciudad. A medida que pasaba el tiempo, intentaba practicar todas las palabras que había aprendido del español para poder comunicarse cómodamente con su anfitrión, acomodaba sus elegantes y pulcras ropas, hechaba a una mirada al exterior, moviendo con su dedo índice la pequeña cortina que cubría la ventana de la puerta. 

¡Oh, como deseaba poder estar en su territorio! A esas horas ya estaría bebiendo té con Francia o leyendo un buen libro, rodeado de los lujos de su palacio, con sirvientes caminando por allí constantemente, a su disposición. En cambio, estaba allí, en territorio argentino, luego de tantos años, para comenzar a reforzar relaciones diplomáticas y comerciales.

Frunció el seño y sintió una punzada de expectación. Jamás había tratado con él, ni siquiera sabía que apariencia tenía más allá de las descripciones que vagamente le habían dado antes de partir. El único trato que había tenido fue con su madre, aquella mujer alta y rauda, con una lengua tan afilada como la mejor de las dagas. Se podría se podría decir que cada vez que se vieron no fue en buenos términos. Las hostilidades habían abundado entre ambos países, y le preocupaba que aquellos hechos del pasado afectarán las beneficiosas relaciones comerciales y políticas que podría establecer con el hijo de Confederación Argentina.

Cuando el bapuleo finalmente se detuvo y el conductor exclamó un autoritario "Ooh" para calmar a los caballo, pudo escuchar como sus guardias bajaban de los corceles para llevar a cabo la formación junto al carruaje. Uno de ellos abrió la puerta, permitiendole descender con parsimonia. 

Se habían detenido frente a una imponente construcción de curioso color rosado y una interesante mezcla de estilos arquitectónicos. Un gran arco monumental se presentaba como la entrada principal, las puertas abiertas de par en par. Su comitiva de soldados había formado dos filas a ambos lados, dejando un camino para que su país pudiera ingresar en el establecimiento. Con una simple ojeada pudo ver a soldados argentinos apostados junto a las puertas, inmóviles y serios. En medio de la entrada habían dos hombres bien vestidos, de cabello un poco canoso y miradas afables. Justo al lado había alguien más alto, cuya piel era de color celeste, una franja blanca cruzaba en sentido horizontal el centro de su rostro, donde un símbolo amarillo resaltaba. 

Su embajador bajo tras de él y ambos comenzaron a caminar hacia la entrada. El sonido de la ciudad llenaba el ambiente; caballos y carretas cruzando las calles sumado el bullicio que causaban las voces de las personas curiosas que observaban la llegada del europeo. 

Al llegar al gran arco que constituía la entrada, los hombres bien vestidos saludaron formalmente al país extranjero.

_Welcome to our country, sir [Bienvenido a nuestro país, señor]_ saludo uno de los hombres, extendiendole la mano, la cual fue estrechada por el país y su embajador. Su voz sonó animada y clara, y en su rostro se formaba una sonrisa cordial.

_Un placer conocerlo_ Reino Unido supuso que aquel hombre debía de ser el presidente actual del país sudamericano, Roque Sáenz Peña.

Cuando por fin se giró para saludar al país a quien había ido a ver, éste ya se encontraba acercándose a firmes pasos. Ya de cerca, el inglés pudo darse cuenta que el símbolo dorado en su rostro era en realidad un sol. 

°Fuerte° (C.H. Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora