°Fuerte° (C.H. Argentina)

44

Hey... hola.

Si, soy yo, hace mucho que no venía a este lugar. Las flores ya están secas, el agua no está… ¿Cuánto tiempo pasó? Supongo que no importa realmente...

Hey, te traje un regalo; unas bonitas rosas rojas, como te gustan. 

¿Te acordás cuando dejabas rosas a los pies de mi cama antes de irte? Me despertaba con ese olor dulce, a veces me pinchada con las espinas porque a vos no te gustaba quitárselas, siempre tenía los dedos vendados. 

Nunca supe porqué te gustaban tanto, eran casi como una obsesión. ¡Hasta tuviste un presidente con ese nombre! No voy a negar que son hermosas, pero las espinas joden un toque cuando las quiero cortar. 

Bueno, no vine a hablarte de las rosas, aunque sé que es un tema que te encanta. Si de algo me acuerdo bien, es que eras capaz de pasar horas hablando sobre las rosas rojas de tu jardín. Cómo las cuidabas, su historia, donde las conseguiste… las amabas. 

Otra cosa de lo que me acuerdo mucho es de ese día, cuando te fuiste después de decirme que me amabas. Tenías una cara tan triste...

Ese día no me dejaste una rosa, no te dí la oportunidad de hacerlo. Me acuerdo que abrí la puerta justo antes de que pusieras la mano en la manija, tenías la flor más grande que ví en mi vida en una mano mientras que llevabas otra enganchada en el gorro. Tu cara de sorpresa fue monumental, Pff… en ese momento pensé que me ibas a cagar a pedos, como hacías varias veces. La verdad es que te tenía terrible cagaso, como todos, pero te quería. Puta madre, te quería… 

Te pregunté si ya te ibas, me dijiste que sí, que tus soldados no podían esperar. Y lloré, tanto tanto… me agarré a tu uniforme mientras lo llenaba de lágrimas. 

¿Fué un lunes o un martes? Fue hace tanto tiempo que ya no me acuerdo. 

Lucias triste. Siempre tenías una expresión melancólica, como si nunca te encontraras presente realmente, perdida en cosas pasadas que yo nunca pude entender. Pero ese día parecias más triste y perdida que nunca. 

Ahora, después de unos ¿Cuánto? ¿158 años? entiendo que no querías ir a pelear. Fue la primera y la última batalla que no quisiste pelear, querías evitarla, y ahora lo entiendo. 

Lo sabías ¿No? Sabías que iba a pasar desde el momento en que abriste los ojos esa mañana. 

Nadie quiere decirme lo que te paso. Escuché rumores que decían que te habían matado con una estocada en el pecho, otros decían de que te habían quemado en una hoguera, otros de que cortaron tus manos y dejaron morir en el barro de ese lugar, rodeada de tus compañeros fallecidos. Pero tú cuerpo nunca fue encontrado.

Ni Buenos Aires, ni Santa Fé, ni nadie nunca me dijo que pasó cuando terminó la batalla, pero yo lo sé. 

Lo que pasó ese día es muy fácil de entender: Moriste.

Me abandonaste. 

Hey, cuando era chiquito vos no me dejabas hacer un montón de cosas; salir de noche, hablar con extraños, meterme en tu oficina, liberar los caballos de los establos… bueno, creo que esa última era entendible... ¡En mi defensa, los caballos se veían tristes ahí adentro!