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Clap, clap, clap.

Las lágrimas caían y golpeaban las hojas de blanco papel, la tinta que allí trazaba finas y delicadas letras en negro comenzó a borronearse y disolverse en aquellas saladas gotas. 

Clap, clap, clap. 

El sonido de aquellas cristalinas y pequeñas muestras de tristeza al caer sobre el cuaderno abierto. 

Clap, clap, clap. 

Hacía el bolígrafo al golpetear el margen de la página ante la falta de imaginación e inspiración de su portador para continuar con su escritura. 

Bam, bam, bam

El cuaderno fue lanzado con furia contra la mesa de luz, la bonita lámpara que se le había sido regalada por aquél que se hacía llamar su hermano terminó por romperse contra el duro y frío suelo. 

Bam, bam, bam

Sus pesados y furiosos pasos resonaron en la estancia mientras se dirigía al baño, su piel descalza chocó contra alguno de los filosos pedazos de lámpara que se desperdigaron por allí. Gotitas de sangre marcaron su camino hasta la estancia contigua. 

Bum, bum, bum.

Su corazón latía con fuerza; enojo y dolor mezclados en una interminable danza que acrecentaba el vacío en su pecho. 

Se miró al espejo y, alejando el asco que siempre solía sentir hacía sí mismo en aquel reflejo, sonrío falsamente a modo de consuelo. 

Bum, bum, bum.

Bombeaba la sangre dolorosamente por su cuerpo. 

Mantenía los puños apretados, sus ojos cargados de rabia observaron sus pares en aquel cristal, la sonrisa se convirtió en una mueca mientras que las saladas lágrimas se acumulaban en la comisura de sus labios. Apretó la quijada y sorbio por la nariz, cansado de aquella patética imágen. 

Cansado de todo.

Cansado de todos. 

Después de todo, era justificable. Lo habían abandonado, perdieron la fé en él en todo el sentido de la palabra. Y él ya estaba cansado de que aquella idiotez le afectara. 

Sus amigos y hermanos le dieron la espalda, aparentemente acostumbrados y hartos de escuchar durante décadas cada queja y problema que tenía, cada noticia, cada propuesta, cada negocio, cada tratado, cada llamada para organizar una salida, cada "¡Hola!" en las reuniones, cada mirada y sonrisa que inocente y confiadamente les regalaba. 

Por fin habían demostrado todo; no lo querían, nunca lo hicieron. 

Siempre lo supuso; ¿Qué más habrían querido ellos, que sacar provecho de tener su confianza? Comercio, productos, energía, refugio, recursos, apoyo… pero ahora todo aquello se lo negaban rotundamente ante el miedo y hartazgo que realmente residía en ellos. 

Siempre lo supo; sus amigos, sus hermanos, siempre lo odiaron

¿Qué otra explicación habría?

Bum, bum, bum.

Latía acompasado su corazón, la furia se extendía alimentada por el odio y el dolor. Sus brazos sangrantes se apoyaron en el lavamanos, temblorosos y adoloridos. 

°Fuerte° (C.H. Argentina)Where stories live. Discover now