Capítulo 22 - Primera Parte

44 10 0
                                    

 Pasado el mediodía, el momento tan temido al fin llegó: Satori despertaba.

—¿Qué pasó? —preguntó frotándose la cabeza como si tuviera algún resabio de jaqueca.

—Satori... ¿recuerdas que el dios de las Tormentas te llevó consigo? —preguntó Masaru.

—Sí... sí... pero... luego de que alzamos el vuelo me desmayé o perdí el conocimiento y no supe más nada hasta ahora... ¿cómo es que estoy de nuevo aquí, con ustedes?

—Eh... hubo una... negociación... Satori y por eso el dios te devolvió con nosotros —siguió diciendo Masaru.

—¿Una negociación? ¿A qué te refieres, Masaru? ¿Qué negociación?

—Eh... verás... todo fue una sucia jugarreta del dios, Satori. Nos chantajeó vilmente.

—¿De qué hablas? ¿Qué chantaje? Esperen... esperen... ¿dónde está Keisuke?

—Satori... el dios nos hizo creer que tenía a Keisuke y por eso tú te ofreciste para salvarlo, ¿lo recuerdas? —intervino ahora Yoshio.

—Sí... ¿qué pasó? ¿No cumplió su palabra y no liberó a Keisuke?

—Ese es el asunto, Satori; el dios no tenía a Keisuke.

Los muchachos continuaron explicándole lo mejor que pudieron todo el tire y afloje y cómo, finalmente, Keisuke se entregó para que lo liberaran a él.

—¿Qué? ¿Al fin se salió con la suya y se lo llevó? No puede ser... no puede ser... no... no... ustedes deben estar confundidos... Keisuke no haría una cosa así... ni por mí... Ustedes deben haber malinterpretado lo que sucedió...

—No; Satori... lamentamos decirte que así fue, tal como te lo contamos —dijo ahora Kota.

—Keisuke... mi Keisuke... mi niño lindo... no... no lo acepto... no puede ser verdad...

—Cálmate, Satori, que nada logras con desesperarte y negarlo—le dijo Masaru.

—¿Que me calme? ¿Que me calme, dices? El dios se llevó lo que más amo en el mundo... lo único que tengo... lo único que...

—Satori... entiende... nada podemos hacer ya sobre eso... —dijo Masaru.

—¿Nada? ¿Nada dices? Se llevó a mi único amor y tú... ¿tú te crees que no voy a hacer nada?

—Satori... no vemos qué se podría hacer... —dijo Kota.

—¿Y Aosora? ¿Aosora no lo impidió?

—Quiso hacerlo, Satori, pero como Keisuke se entregó por su propia voluntad, el dios no podía intervenir —dijo Yoshio.

—¿Qué? ¿Me dices que el dios tampoco puede hacer nada?

—Eso mismo, Satori. De hecho estuvo materializado durante todo el proceso y fue el mismo Keisuke quien se lo impidió —agregó Yoshio—. Te soy sincero, nunca pensé que un dios fuera a sentirse tan mal como vimos que estaba Aosora en esos momentos, tanto, que incluso decidió abandonar este mundo y volver al Templo del Cielo Estrellado.

—No puede ser... no... él también nos abandona... Keisuke... mi Keisuke... mi pequeño amor...

—Satori... —comenzó a decir Kota pero Satori siguió hablando.

—...mi niño lindo... yo no te abandonaré... aunque se hunda el universo con todos los dioses juntos... te buscaré por toda la tierra... por los cielos... por los mares... y hasta por los infiernos si fuera necesario...

—Satori, cálmate por favor —dijo Yoshio al ver que el muchacho se había levantado y caminaba de aquí para allá y golpeaba las rocas con el puño desnudo y anunciaba que perdería el control—. Si algo todavía podemos hacer, lo haremos, pero en nada ayudará a Keisuke el que tú te nos desmorones... Debes ser fuerte... debes inspirarnos a todos... debes guiarnos a todos... necesitamos confiar en ti, Satori... tú siempre has sido nuestro punto más sólido... entiéndelo... piensa que Keisuke te necesita ahora más que nunca... Satori... por favor...

Las Siete CampanasWhere stories live. Discover now